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Se sabe que los estudios de la relación
población poblacionales tienen como objetivo, entre otros,
analizar cómo la dinámica poblacional es afectada
por procesos determinados por factores económicos, sociales,
culturales, ambientales, y cómo ésta ejerce impacto
en el medio ambiente.
Para tales estudios es necesaria la
información estadística, que actualmente es elaborada
en base marcos conceptuales como el Modelo PER (presión-estado-respuesta)
de la OCDE o el Marco para Indicadores de Desarrollo Sustentable
(FISD) de la ONU. Estos marcos presentan un esfuerzo al incorporar
los aspectos demográficos y socioeconómicos con
los ambientales, y responden más a las necesidades de información
de los estudios de la relación población-medio ambiente,
bajo una perspectiva lineal.
Ello motiva reflexionar y cuestionar,
que en una situación donde se tiene que analizar dicha
relación es necesario que todo ello esté integrado,
por lo que es conveniente una propuesta de indicadores que nos
dé una lectura integrada y no por partes.
En los estudios de la relación
población-medio ambiente, desde una perspectiva de las
mediaciones, no se ve a la población en una relación
lineal con los procesos naturales, sino que se toma en cuenta
un conjunto de causalidades e interdeterminaciones múltiples,
de diversa índole y de diferentes escalas espaciales y
temporales.
En las actuales estadísticas
del medio ambiente una parte proviene de fuentes ligadas al medio
ambiente físico y, por tanto, están diseñadas
con objetivos específicos. Otra parte está siendo
adaptadas a partir de la estadística tradicional para dar
una visión o explicación desde el punto de vista
ambiental. Y existe otro segmento, en curso de elaboración,
pensado para reflejar más explícitamente aquellos
aspectos sociales, demográficos y económicos vinculados
con el ambiente. En conjunto estas tres vertientes, pueden hacer
un acercamiento al estudio de la relación población-medio
ambiente.
Esta perspectiva de análisis
implica tener en cuenta que la información estadística
disponible responde a diversos enfoques conceptuales y metodológicos,
por lo que la relación población-medio ambiente
podría situarse en escenarios diferentes. Esto, no obstante,
permitiría visualizar las líneas de trabajo pertinentes
para avanzar en el desarrollo de las estadísticas del medio
ambiente.
Los datos e información proveniente
de los censos de población y de vivienda, censos agropecuarios,
censos económicos, etc. brindan niveles de desagregación
bastantes amplios, por ser obtenidos a niveles detallados como
son los conglomerados de viviendas, unidades agropecuarias, comunidades
y/o parcelas. Sin embargo, éstos sólo están
disponibles para períodos largos, cada 5, 7 o 10 años.
Pero aún así, su utilidad es de gran importancia
para otras investigaciones, sirviendo de marcos de referencia
y muestrales para otras fuentes de información como son
las grandes encuestas nacionales.
Empero, la integración de los
datos de los censos con otro tipo de fuente de información
no es directa, pues los períodos de referencias son distintos.
El problema también está en que la unidades de análisis
son distintas. De hecho, el uso de esta información requiere
de una manipulación cuidadosa de los datos, ya que se tiene
que tener en cuenta las diferencias entre unidades de análisis,
períodos de tiempo, cobertura, etc.
Otras de las fuentes de datos e información
son las grandes encuestas nacionales de salud, ingresos y gastos,
de trabajo, de niveles de vida, entre otras (la ENAHO,1997, por
ejemplo), que permiten obtener estadísticas mucho más
detallada que en los censos, donde se incluyen más variables.
Sin embargo, los niveles de desagregación son bastantes
más limitados que los censos nacionales. Es más,
muchas veces responden a niveles de desagregación del propio
interés de la institución que las levanta, que difieren
bastante de los niveles de desagregación de los censos.
Respecto a la información ambiental,
diversas instituciones en el país generan la datos e información
pero sin ningún marco conceptual que las guíe. Estas
instituciones lo hacen de acuerdo a sus necesidades y los requerimientos
de su injerencia en la administración pública o
privada.
Ahora bien, para una lectura integral
de la relación población-medio ambiente, bajo la
perspectiva de las mediaciones, es necesario determinar una unidad
mínima de análisis en las estadísticas del
medio ambiente, la cual debe de ser determinada de acuerdo a la
pertinencia de la división administrativa-ecológica
del país. Esta unidad puede ser la cuenca hidrológica
o cualquier otra unidad que contenga un ecosistema completo.
Ello facilitaría la labor de
compatibilizar la información ambiental con la información
ya existente (demográfica, social, económica, entre
otras) mediante una conversión de los niveles de desagregación
político-admistrativos a los niveles administrativos-ecológicos.