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3.4 SITUACION DEL TRABAJO DE NI¥OS Y ADOLESCENTES EN EL PERU Mag. Walter Alarc¢n Glasinovich * El tema central de esta exposici¢n gira en torno a la situaci¢n del trabajo de ni¤os y adolescentes en el Per£. Para ello en un primer momento se pondr a discusi¢n un marco conceptual que ayudar al an lisis del problema. En una segunda parte se se¤alar r pidamente algunas cifras que den cuenta del perfil del trabajo prematuro en el Per£ para, finalmente y de manera breve, hacer algunos alcances de pol¡tica ante la situaci¢n expuesta. ¨Qu‚ es trabajo de ni¤os y adolescentes? Las actividades que realizan ni¤os y adolescentes para su subsistencia personal y familiar son bastantes heterog‚neas. Hay quienes venden en las calles o est n en empresas y talleres informales. Algunos se prostituyen para subsistir. Otros adolescentes, en muchos casos mujeres, son responsables del mantenimiento de su hogar. Mientras, por otra parte, tenemos a chicos que incluso roban para vivir. Es decir, son muchas las actividades que ni¤os y adolescentes realizan para la subsistencia personal y familiar, pero ¨a todo ello llamaremos trabajo? ¨finalmente, qu‚ es trabajo infantil? De un lado se tiene a quienes definen trabajo infantil como "cualquier actividad de un menor de edad que contribuye a la satisfacci¢n de necesidades materiales b sicas. comprende tambi‚n las actividades ilegales como el robo y la prostituci¢n ù. (Schibotto, Ni¤os trabajadores construyendo una identidad, MANTHOC, 1990). En esta perspectiva extrema es trabajo lo que hacen los chicos en su casa, tan igual como vender en las calles o incluso robar. Toda actividad realizada para la sobrevivencia es denominada trabajo infantil. En otro ngulo se tiene la definici¢n cl sica de poblaci¢n econ¢micamente activa, donde PEA se define a toda persona de seis y m s a¤os que en la semana de referencia adoptada trabajaron o buscaron trabajo. Impl¡citamente en el concepto de PEA est la imagen de personas en un mercado de compra y venta de fuerza de trabajo. Sin embargo, el trabajo infantil no est inmerso en un mercado laboral cl sico. En el caso de los ni¤os, ‚stos no salen a buscar trabajo; estando su participaci¢n laboral fuertemente determinada por estructuras de parentesco, m s que an¢nimamente econ¢micas. En esta definici¢n para ser trabajador ocupado, y limit ndose a rasgos pertinentes para discutir el tema del trabajo infantil, un ni¤o deber¡a: a) Realizar una actividad a cambio de un ingreso monetario, b) En los casos que no reciba remuneraci¢n alguna, debe trabajar por lo menos 15 horas en un negocio familiar. La perspectiva cl sica de PEA, entonces, solamente lograr¡a captar al trabajo infantil asalariado y a un fragmento del trabajo familiar no remunerado (cuando ‚ste ocupe por lo menos quince horas semanales al menor). Sin embargo, los chicos que s¢lo trabajan en fin de semana o aquellos cantantes de ¢mnibus o limpia lunas, entre las m£ltiples actividades que podemos mencionar quedan fuera de este concepto. Esto en reas urbanas, en las zonas rurales el problema es mucho m s complejo. Se propone, de manera tentativa, denominar trabajo de ni¤os y adolescentes a la participaci¢n de personas menores de 18 a¤os en actividades econ¢micas con las siguientes caracter¡sticas: 1. Se desarrollan en la esfera de la producci¢n o comercializaci¢n de bienes y servicios. 2. El producto obtenido se destina al mercado, trueque o autoconsumo. 3. Son actividades de car cter l¡cito o legal, no infringen, por tanto, las leyes nacionales. 4. Se realizan con alguna periodicidad, sea diaria, semanal o incluso estacional. 5. Por estas actividades se puede o no recibir retribuci¢n monetaria. Desde esta perspectiva, actividades como la mendicidad o el robo quedan excluidas de la definici¢n de "trabajo" al no realizarse en la esfera de la producci¢n o comercializaci¢n de bienes y servicios. Tampoco se considerar¡a como trabajo la participaci¢n en tareas dom‚sticas en el propio hogar. Si de manera inmediata toda participaci¢n de ni¤os y adolescentes en tareas dom‚sticas es asumida como trabajo, la PEA infanto-juvenil seguramente ser¡a cercana al 100%, en la medida que pr cticamente todos los chicos de clases medias y populares apoyan de alg£n modo en las taras caseras. Superando esta primera imagen bastante simplista, el an lisis lleva a la necesidad de identificar el punto de quiebre desde cu ndo tales actividades dom‚sticas, realizadas por casi todos, se convertir¡an en trabajo y, en consecuencia, considerar¡amos a este segmento en la condici¢n de trabajadores. Es decir, ¨desde cu ntas horas al d¡a esta actividad de apoyo dom‚stico debe ser denominada trabajo? ¨ser denominado trabajador o trabajadora solamente en los casos que el ni¤o o adolescente sea responsable del mantenimiento del hogar?. Conceptualmente esto es complicado. Las mismas tareas que inicialmente no son llamadas trabajo, estas mismas tareas se convertir¡an en actividades laborales por el tiempo de dedicaci¢n prestada. No hay una respuesta a este problema. Cabe se¤alar que las chicas encargadas de su hogar son un sector, aunque invisible, sumamente vulnerable, en particular porque dejan de estudiar. Sin embargo, su consideraci¢n como trabajadoras es conceptualmente problem tica. Este es un punto que hay que analizar con mayor detenimiento. Otra complicaci¢n est en la consideraci¢n legal o l¡cita para que una actividad sea llamada trabajo. A un muchacho que trafica drogas dif¡cilmente alguien lo considerar¡a trabajador. De igual modo a un joven sicario que asesina por dinero. Sin embargo, otra actividad il¡cita es la prostituci¢n infantil. Aqu¡ la cosa no es tan clara. En muchos pa¡ses esta categor¡a esta asumida como una forma de trabajo. En cambio, en el C¢digo de los Ni¤os y Adolescentes del Per£ y en el Plan Nacional de Atenci¢n al Trabajo Infantil y Protecci¢n al Adolescente Trabajador, actualmente en elaboraci¢n, esta actividad no se asume como trabajo. Como una nota aparte, es interesante notar que la Convenci¢n Internacional de los Derechos del Ni¤o trata el tema del trabajo infantil en su art¡culo 32, mientras el de la prostituci¢n infantil lo aborda por separado en el art¡culo 34. Este es un asunto que, al igual que el caso anterior, amerita mayor discusi¢n. Si comenzamos a admitir diversas actividades ilegales como trabajo, existe el riesgo y una puerta abierta para que alguien comience a pensar que el sicariato, por ejemplo, puede asumida como otra forma de trabajo y el joven sicario un trabajador m s. Estas reflexiones, sin embargo, no llevan a legitimar la inacci¢n ante estos problemas. Sencillamente se hace un llamado de atenci¢n que cualquier conducta empleada por ni¤os o adolescentes para la subsistencia personal o familiar no puede ser llamada trabajo. Nadie niega que estas situaciones de explotaci¢n, y otras similares, requieren un abordaje urgente desde las pol¡ticas p£blicas, pero ¨acaso se necesita considerarlas como trabajo para ejecutar programas al respecto y hacer algo por estos chicos? Asumiendo, provisionalmente, la definici¢n general propuesta sobre trabajo de ni¤os y adolescentes, desde el punto de vista de los derechos del ni¤o, se hace necesario clasificar la multiplicidad de ocupaciones econ¢micas, para as¡ identificar con absoluta claridad hacia donde apuntan las pol¡ticas frente al trabajo infanto-juvenil. Desde esta perspectiva se clasificar el trabajo de ni¤os y adolescentes en trabajo formativo y nocivo. El llamado ù trabajo formativo alude a aquel donde la participaci¢n laboral de ni¤os y adolescentes opera b sicamente como un espacio de transmisi¢n de conocimientos. Se caracteriza porque en ning£n sentido vulnera el desarrollo integral de los menores de edad. El caso de ciertos artesanos es paradigm tico en este sentido. El ni¤o o adolescente aprende determinado oficio trabajando con sus padres, sin embargo, tales tareas no necesariamente ponen en riesgo su asistencia escolar, o afectan su salud y bienestar en general. Estos, pues, no son trabajos da¤inos. De otra parte se encuentra lo que se denominar ù trabajo nocivo ". Estas actividades laborales que realizan ni¤os y adolescentes vulneran de alg£n modo los Derechos del Ni¤o consagrados en la Convenci¢n, afectan en grado diverso el bienestar inmediato o mediato de estos trabajadores prematuros. En general se llama trabajo nocivo a cualquier actividad laboral que explote econ¢micamente al ni¤o o adolescente, y su desempe¤o pueda entorpecer su asistencia y rendimiento escolar o afectar su salud y desarrollo f¡sico, mental, espiritual, moral o social, tal cual est establecido en el art¡culo 32 de La Convenci¢n Internacional de los Derechos de Ni¤o. As¡, aquel sector reducido de especialistas que a£n reivindican el trabajo infantil en general como espacio para la construcci¢n de la infancia, deber n especificar de qu‚ se est hablando: ¨se trata de reivindicar la venta ambulatoria, la separaci¢n de basura, el trabajo en minas y en talleres informales o, en cambio, plantean reivindicar aquel trabajo creativo que existe de manera excepcional m s no como una realidad social masiva en nuestros pa¡ses? Se necesita, en suma, mayor esclarecimiento conceptual sobre estos temas porque a veces da la impresi¢n que todos utilizamos los mismos t‚rminos sobre trabajo de ni¤os y adolescentes cuando en realidad estamos refiri‚ndonos a contenidos distintos. Algunos rasgos del trabajo de ni¤os y adolescentes Caracter¡sticas del trabajo infanto-juvenil en el Per£. . En primer lugar es dif¡cil precisar con exactitud cu ntos menores de edad trabajan. Los resultado de las £ltimas Encuestas de Hogares, que recogen informaci¢n a partir de una muestra a nivel nacional, dan un promedio de 1 mill¢n de personas entre 6 a 17 a¤os en la condici¢n de trabajadores. De otro lado, el Censo Nacional de Poblaci¢n de 1993 arroja alrededor de 500 mil personas del mismo tramo de edad en esta condici¢n. La disparidad de las cifras es evidente. En realidad siguen haciendo falta estad¡sticas confiables en torno a la magnitud del problema. No sabemos a ciencia cierta cu ntos son. . El C¢digo de los Ni¤os y Adolescentes del Per£ considera ni¤o a toda persona hasta antes de cumplir los 12 a¤os y adolescentes desde cumplidos los 12 hasta antes de cumplir los 18 a¤os de edad. Desde esta clasificaci¢n hay que se¤alar que en el Per£ el trabajo de ni¤os propiamente dicho es reducido. Utilizando como base el Censo de Poblaci¢n mencionado, del total de personas entre 6 a 17 a¤os que trabajan, el 16% son ni¤os mientras el 84% restante son adolescentes. Esta es una de las razones por las cuales es del todo imprescindible hablar de trabajo infanto-juvenil, infanto-adolescente o trabajo de ni¤os y adolescentes, pero jam s de trabajo infantil a secas. Reiteramos, en el Per£ el t‚rmino de trabajo infantil cubre solamente a un reducido porcentaje de trabajadores menores de edad. . Respecto a la localizaci¢n espacial, se tiene que seg£n el Censo de Poblaci¢n de 1993, el 54% de la PEA entre 6 a 17 a¤os se ubica en el rea urbana, mientras el 46% restante en zonas rurales. Para entender este dato debe considerarse la acentuada urbanizaci¢n de las £ltimas d‚cadas, donde actualmente el 70% del total de la poblaci¢n en el Per£ es urbana y s¢lo un tercio rural. Siguiendo esta tendencia general, el trabajo infanto-juvenil rural ha venido perdiendo presencia tanto en t‚rminos porcentuales como en cifras absolutas respecto al trabajo urbano. Esto quiere decir que gana espacio el trabajo realizado en las condiciones m s desventajosas. . Desde el punto de vista de la categor¡a ocupacional, 44% de la PEA entre 6 a 17 a¤os est n considerados como trabajadores familiares no remunerados. Es decir, trabajan con sus familias sin recibir pago alguno. Es importante anotar que del total de ni¤os trabajadores, la absoluta mayor¡a (67% del total) est en esta categor¡a. En cambio, del total de adolescentes trabajadores s¢lo el 40% se ubica como trabajador familiar no remunerado. . Estos hechos tienen implicaciones en el nivel de aporte monetario de ni¤os y adolescentes a sus familias. Si la mayor¡a de ni¤os que trabajan lo hacen como trabajo gratuito para sus familias, en consecuencia, en t‚rminos globales, la contribuci¢n monetaria de ‚stos a la econom¡a familiar ser reducida. Los adolescentes, al tener menor presencia como trabajadores familiares no remunerados, tendr n mayor participaci¢n comparativa en t‚rminos del aporte monetario a las familias. Si ya es sumamente complejo contabilizar el nivel de contribuci¢n monetaria a las familias, m s dif¡cil ser contabilizar el aporte no monetario. Pero, las evidencias sugieren que se puede afirmar con seguridad, por lo menos, que la contribuci¢n monetaria de los ni¤os es bastante inferior a la contribuci¢n monetaria de los adolescentes. Existe una ¡ntima asociaci¢n entre edad y contribuci¢n de dinero al presupuesto familiar. Utilizando datos censales, del total de ni¤os entre 6 a 14 a¤os que no trabajan, 39 de cada 100 estaban atrasados en sus estudios. Mientras que del total de ni¤os de la misma edad que trabajaban, 61 de cada 100 estaban atrasados en sus estudios. Es decir, el atraso escolar afecta casi el doble de los ni¤os trabajadores que a los ni¤os que no trabajan. En suma, por trabajar los ni¤os y adolescentes hipotecan su futuro. Si no estudian o estudian mal, ma¤ana acceder n al mercado laboral en condiciones desventajosas y repetir n el c¡rculo de pobreza de la cual el trabajo infanto-juvenil se planteaba como una salida ilusoria. Ante la contundencia y gravedad de estos datos nacionales sobre las implicaciones del trabajo prematuro en la educaci¢n de ni¤os y adolescentes, algunos pocos han tratado de restar importancia a las estad¡sticas. Se¤alan que tanto las encuestas de hogares como los censos no son fiables, tienen m rgenes de error y su experiencia diaria les dice lo contrario: ù sus ù ni¤os trabajan y estudian. Es decir mejor se desechan las estad¡sticas nacionales porque son inconvenientes para justificar el trabajo infantil y se quedan con la percepci¢n directa de 30, 50 ¢ 100 ni¤os y esto se eleva a nivel de tesis nacional. Esto £ltimo sucede actualmente en el Per£ por aquel reducido sector de modernos defensores del trabajo infantil. ¨Qu‚ se est haciendo? En el plano de las intervenciones directas tanto el Estado como las ONG tienen algunos programas espec¡ficos destinados a esta poblaci¢n. Una reciente encuesta demuestra que en el Per£ no son m s de 15 las instituciones con proyectos destinados directamente a ni¤os o adolescentes trabajadores. En su conjunto estas experiencias llegar¡an aproximadamente a 6 mil beneficiarios directos y regulares. Si se considera que alrededor de 1 mill¢n de ni¤os y adolescentes trabajan en el Per£, se tiene que la atenci¢n s¢lo cubrir¡a al 0.6% del total de la poblaci¢n involucrada. Si se utiliza como total los 500 mil ni¤os y adolescentes que el Censo Nacional identifica como PEA, tendr¡amos en este caso, que los programas cubrir¡an al 1% del total de ni¤os y adolescentes que trabajan en el Per£. Entonces, desde el punto de vista de la cobertura el problema es grave y el reto inmenso. En su mayor¡a son experiencias reducidas y con d‚bil conexi¢n de trabajo de campo compartido entre s¡, aunque debe se¤alarse que en tiempos muy recientes hay un ambiente de apertura y colaboraci¢n sumamente saludable. El mbito de acci¢n de todas las instituciones es fundamentalmente urbano. Nadie toca el problema del ni¤o y adolescente trabajador en comunidades andinas. Esta es una fuerte limitaci¢n si se considera que casi la mitad de la PEA infanto-juvenil est localizada en el campo. En buena parte en general los programas de acci¢n centran su actividad con los trabajadores callejeros de las grandes ciudades. No s¢lo el sector rural demanda mayor atenci¢n, sino tambi‚n los chicos que trabajan en talleres informales, empresas, y en particular en ocupaciones de alto riesgo. Las reas de atenci¢n y enfoque de estas instituciones son diversas. En t‚rminos generales dominan las acciones de protecci¢n. Se trata de brindar apoyo a los chicos para que estos sigan trabajando. Esto, sin embargo comienza a cambiar en tiempos recientes. Desde el Programa Educadores de Calle del Instituto Nacional de Bienestar Familiar se ha iniciado, a£n embrionariamente, una interesante l¡nea tendiente a la erradicaci¢n de actividades de alto riesgo y desaliento del trabajo infantil. En el campo de las pol¡ticas, en 1992 se aprob¢ el C¢digo de los Ni¤os y Adolescentes, marco jur¡dico vigente que orienta la acci¢n en el tema del trabajo infanto-juvenil. Sin embargo, a£n falta casi todo para concretar los objetivos planteados en dicho C¢digo. M s recientemente, a mediados del presente a¤o, desde el Ministerio de la Presidencia, se instala la Comisi¢n Multisectorial Especial encargada de aprobar el Plan Nacional de Atenci¢n al Trabajo Infantil y Protecci¢n al Adolescente Trabajador. Aqu¡ el Estado peruano definir a nivel concreto su acci¢n ante estos problemas. Es importante subrayar que en el Plan se ha logrado a nivel pol¡tico estatal una n¡tida definici¢n en el siguiente sentido: 1§ El desaliento o la eliminaci¢n progresiva del trabajo de los ni¤os menores de doce a¤os; 2§ La erradicaci¢n de ni¤os y adolescentes de toda ocupaci¢n de alto riesgo; 3§ La protecci¢n del adolescente que actualmente esta trabajando, en el marco de una pol¡tica tendiente a desalentar la participaci¢n laboral adolescente en trabajos nocivos; 4§ La prevenci¢n del involucramiento temprano al trabajo. Las prioridades de atenci¢n del Plan ser n tanto la eliminaci¢n del trabajo infantil como la erradicaci¢n del trabajo de alto riesgo de ni¤os y adolescentes. Si todo se concentrase en la erradicaci¢n del trabajo de alto riesgo, por ser actividad focalizada y puntual, con seguridad no se cubrir¡a ni al 1% de ni¤os y adolescentes que trabajan. Es decir, dejar¡amos intocado el 99% restante. Por ello es necesario crear consenso en comenzar a admitir que tan da¤ino es que un adolescente de 15 a¤os trabaje en las minas como que un ni¤o de 8 a¤os venda golosinas en las calles. PERU: MAGNITUD DEL TRABAJO DE NI¥OS Y ADOLESCENTES (6-17 a¤os) ÚÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ A¥O ³ FUENTE ³ MILES DE NI¥OS ³ ³ ³ ³ Y ADOLESCENTES ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ 1993 Censo Nacional de Poblaci¢n y Vivienda 497 Censo Escolar 1 024 1994 Encuesta de Niveles de Vida 1 237 1995 I trimestre - ENAHO 1 413 II trimestre - ENAHO 918 III trimestre - ENAHO 834 IV trimestre - ENAHO 1 021 1996 I trimestre - ENAHO 1 934 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ PERU 1993: PEA 6-17 POR TRAMOS DE EDAD, SEXO Y AREA DE RESIDENCIA ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ TRAMOS DE EDAD, SEXO Y AREA ³ MILES DE ³ % ³ ³ DE RESIDENCIA ³ PERSONAS ³ ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ 6 - 11 a¤os 81 16 12 - 17 a¤os 416 84 6 - 17 a¤os Area Rural 230 46 Area Urbana 267 54 6 - 17 a¤os Mujeres 203 41 Varones 294 59 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ FUENTE: Censo Nacional de Poblaci¢n y Vivienda 1993. INEI. PERU 1993: RAMA DE ACTVIDAD DE PEA OCUPADA TRAMOS DE EDAD, AREA DE RESIDENCIA Y SEXO ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ RAMA DE ACTIVIDAD ³ 6 - 17 A¥OS ³ ³ ³ ³ ECONOMICA ÃÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄ´ 6 - 1 ³12 - 17 ³ ³ ³TOTAL ³HOMBRE³ MUJER³ RURAL ³URBANO³ ³ ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ PERU 100,3 100,1 100,0 99,9 100,2 100,0 99,9 AGRIC. GAN.CAZA 39,5 49,6 25,2 68,3 12,2 38,4 39,7 PESCA 0,6 0,9 0,2 0,2 0,9 0,2 0,6 EXPLOT.MINAS 0,4 0,6 0,1 0,6 0,2 0,1 0,4 INDUST.MANUFACT. 6,5 7,1 5,5 3,6 9,2 4,6 6,8 CONSTRUCCION 1,0 1,5 0,2 0,2 1,8 0,4 1,1 COMERC.REP.VEHIC. 8,3 9,5 6,4 1,1 15,0 4,4 8,9 - VENT.MANT.REP. 0,8 1,2 0,1 0,1 1,5 0,2 0,9 - COMERC.POR MAYOR 0,6 0,7 0,4 0,1 1,0 0,2 0,6 - COMERC.POR MENOR 6,9 7,6 5,9 0,9 12,5 4,0 7,4 HOTEL Y REST. 1,3 1,1 1,7 0,3 2,3 0,5 1,5 TRANSP. Y COMUNIC. 1,9 2,8 0,5 0,2 3,4 0,8 2,0 HOG.SERVIC.DOMES. 14,4 4,7 28,2 3,5 24,7 5,3 16,1 SERV. COMUNAL 1,7 1,8 1,4 0,2 3,0 0,6 1,9 OTROS 0,6 0,7 0,5 0,0 1,1 0,2 0,6 NO ESPECIFICADO 24,1 19,8 30,1 21,7 26,4 44,5 20,3 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ FUENTE: Tabulados in‚ditos. Censo Nacional de Poblaci¢n y Vivienda 1993. INEI PERU 1993: CATEGORIA OCUPACIONAL DE PEA OCUPADA TRAMOS DE EDAD, AREA DE RESIDENCIA Y SEXO ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ CATEGORIA ³ 6 - 17 A¥OS ³ ³ ³ ³ OCUPACIONAL ÃÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄ´ 6 - 1 ³12 - 17 ³ ³ ³TOTAL ³HOMBRE³ MUJER³ RURAL ³URBANO³ ³ ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ PERU 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 OBRERO 13,4 20,0 4,0 13,3 13,4 3,4 15,2 EMPLEADO 5,0 5,7 4,0 0,5 9,3 0,9 5,8 TRABAJADOR INDEPENDIENTE 14,6 19,1 8,3 16,9 12,5 7,9 15,9 EMPLEADOR/PATRONO 0,5 0,5 0,4 0,3 0,7 0,4 0,5 TRABAJ. FAM. NO REMUN. 44,1 43,1 45,6 60,1 29,1 66,8 39,9 TRABAJ. DEL HOGAR 14,4 4,7 28,2 3,5 24,7 5,3 16,1 NO ESPECIFICADO 7,9 6,9 9,5 5,4 10,3 15,4 6,5 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ FUENTE: Tabulados in‚ditos. Censo Nacional de Poblaci¢n y Vivienda 1993. INEI TASA DE ASISTENCIA ESCOLAR, PERU 1993 (en porcentaje) ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ EDAD ³ 6 - 17 ³ 6 -11 ³ 12 - 17 ³ ³ ÃÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄ´ ³AREA ³ PEA ³ NO PEA³ PEA ³ NO PEA³ PEA ³ NO PEA ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÙ Urbana 42,8 97,0 91,1 37,8 37,8 84,4 Rural 20,6 78,8 82,2 14,4 14,4 73,6 A nivel nacional 32,5 85,0 88,0 27,4 27,4 81,4 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ Fuente: Censo Nacional de Poblaci¢n y Vivienda 1993. INEI CONDICION LABORAL DE LOS ESTUDIANTES ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ CONDICION LABORAL ³ ATRASO ³ DESERCION ³ ³ Y EDADES ³ ³ ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ 6-14 a¤os No Trabaja 39,0 8,1 Trabaja 60,8 46,8 12-19 a¤os No Trabaja 40,9 13,0 Trabaja 71,1 63,3 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ FUENTE: Alarc¢n W. Atraso y Deserci¢n Escolar en el Per£, INEI, 1995 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ * Soci¢logo, Consultor UNICEF. |