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En la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD), celebrada en el Cairo en 1994, la comunidad internacional reconoció oficialmente por primera vez que la salud sexual y de la reproducción en la adolescencia abarcan un conjunto concreto de necesidades, distintas de las necesidades de los adultos (UNFPA/PERU 1997). Cinco años después, en la CIPD+5, los adolescentes y sus problemas fueron el tema de la primera reunión de mesa redonda para determinar el estado de la aplicación del Programa de Acción de la CIPD reconociendo los países del mundo, en su mayoría, que los adolescentes deben estar preparados para enfrentar futuras cuestiones de salud reproductiva y salud sexual.
En el contexto nacional, entre los principios básicos sobre los que se sustenta la política y el plan nacional de población, se considera los derechos humanos de la mujer y de las niñas y adolescentes como parte inalienable, integral e indivisible de los derechos humanos universales (Presidencia de la República/ Plan Nacional de Población 1998-2002). Uno de los objetivos específicos considerados dentro de este plan es el de desarrollar acciones de educación sexual y promoción de estilos de vida saludables, entre adolescentes y jóvenes, en especial, la prevención del embarazo no deseado y la equidad de género, así como el análisis y difusión de su realidad socio-demográfica. Las metas planteadas en el referido plan para el año 2002, son:
- Establecer servicios diferenciados de orientación sexual y reproductiva para adolescentes y jóvenes en el 66% de los establecimientos del sector salud.
- Contribuir a la reducción de los embarazos no deseados en la población adolescente en un 25% con relación a 1996.
- Lograr que el 90% de la población escolar infante, preescolar, adolescente y juvenil, conozca aspectos de su salud sexual y reproductiva, identifique los riesgos y formas de prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), incluido el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA), de acuerdo a su grado de desarrollo y a sus necesidades.
- Ampliar la cobertura del Programa Nacional de Educación sexual al 100% de los colegios secundarios públicos, al 50% de los colegios primarios públicos y al 40% de Institutos Superiores Pedagógicos y de Facultades de Educación de los cursos seleccionados, en aspectos de salud sexual y reproductiva.
La fecundidad de adolescentes conlleva riesgos e implicancias, no sólo desde la perspectiva de salud pública, sino también de tipo económico y social, para las madres adolescentes, sus hijos y la sociedad en general. La fecundidad de las adolescentes constituye así un aspecto de vital importancia y de preferente atención para los programas de salud reproductiva, de una parte por lo específico de sus demandas bio-psico-sociales, relacionadas con la identidad sexual y los cambios anátomo-fisiológicos vividos en esta etapa de la vida y, por otra, porque estas demandas se viven en un contexto de escasa información y educación sexual y poca accesibilidad a servicios de consejería y salud especializados.
JUSTIFICACION
En las últimas décadas, se vienen produciendo cambios en el contexto socioeconómico del país. Entre éstos, se encuentran la modernización, la urbanización, el mayor acceso de la mujer a la educación, la cada vez mayor inserción dela mujer en el aparato productivo, así como una mayor exposición de las adolescentes a la influencia de medios externos como el cine, la publicidad, la música, la presión de los amigos, los que han hecho que se produzcan cambios en valores, creencias y conductas relacionadas a la sexualidad adolescente.
En el Perú, así como en otros países de la región, el embarazo adolescente, a veces la causa y otras veces el resultado del matrimonio a edad temprana, constituye un tema de salud pública de principal atención, por cuanto, la fecundidad precoz se relaciona estrechamente con los embarazos y partos no planificados que se producen demasiado temprano y que en muchos casos llevan al aborto en malas condiciones.
Según Friedman, un embarazo no deseado puede conducir a un aborto inducido y esta situación afecta en especial a las adolescentes. Un aborto provocado, además de tener implicaciones éticas y consecuencias emocionales graves, aumenta considerablemente el riesgo de morbi-mortalidad materna por las condiciones precarias en que se realizan.
Es más probable que un embarazo resulte en una muerte materna en las adolescentes -362 defunciones por cada 100 mil nacimientos-, que en mujeres de otras edades (ENDES, 1996), lo que posiblemente esté ligado a que el organismo de la adolescente no está lo suficientemente maduro como para tolerar los rigores del embarazo y el alumbramiento.
Además de constituir un riesgo para la salud1, el embarazo adolescente puede limitar las oportunidades de educación y empleo de una adolescente y prolongar el ciclo de madres en situación de desventaja que transmiten su vulnerabilidad a sus hijas y éstas a las suyas. En consecuencia en los estratos pobres la fecundidad temprana constituiría un mecanismo de reproducción intergeneracional de pobreza.
Diversos estudios sobre madres adolescentes concluyen en que la maternidad adolescente tiene fuertes efectos negativos sobre el desarrollo educacional de las adolescentes, debido a que se dificulta la continuación de sus estudios y como resultado obtienen bajos niveles de educación en comparación a sus pares que postergan el inicio de la reproducción.
En este marco, el interés de este trabajo se centra básicamente en analizar las diferencias individuales que manifiestan las adolescentes entre sí, al estar enfrentadas a situaciones de riesgo, en este caso, a ser madre a edades tempranas, hecho que atraviesa tanto la condición de pobreza como el área de residencia de las mujeres más jóvenes.
Asimismo, se pretende discutir los factores o mecanismos de riesgo, de la fecundidad adolescente dentro de las familias a las que pertenecen las madres adolescentes, que en su mayoría se encuentran en los hogares de bajos ingresos, aunque estas familias no necesariamente sean proclives a tener entre sus miembros madres adolescentes. Entre tales factores se pueden citar la separación de los padres, nivel educativo del jefe del hogar, madres adolescentes que provienen de hogares monoparentales, relación de parentesco de la madre adolescente con el jefe del hogar, así como también ocupación principal del jefe del hogar.
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La mayoría de las investigaciones ahora coinciden en que los riesgos de salud asociados con el embarazo adolescente son debidos más a factores socioeconómicos y al status social del adolescente que a factores propios de su edad (OMS, 1989).