6.2 CONCLUSIONES Y RECOMEDACIONES

En base a la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) el estudio identifica en primer lugar, seis como los factores que determinan la condición de ser pobre de un individuo (el capital humano, capital físico público y privado, la situación ocupacional de los miembros del hogar y la composición demográfica del hogar, la localización espacial o regional, capital social y el capital institucional) y en segundo lugar, le da importancia cuantitativa a cada una de estas variables explicativas.

En primer lugar; la educación de los padres del hogar es una variable que ayuda a predecir la probabilidad si el jefe de hogar pertenece o no a un hogar pobre. En base a los resultados del estudio podemos afirmar que completar los primeros 6 años de educación con respecto al nivel cero (sin nivel educativo) reduce la probabilidad de que el hogar sea pobre de 79. 4% a 58.4 %. Cabe aclarar que esta relación entre educación y pobreza está lejos de ser perfecta en la medida que va depender de otras variables como es la posibilidad de inserción en el mercado laboral, tasa de actividad del hogar y el contexto regional.

En el corto plazo la relación escolaridad y situación de pobreza puede trasmitirse a través de dos mecanismos: por el efecto que la escolaridad tiene sobre la tasa de participación de la persona y por el efecto que ejerce sobre la incorporación al mercado laboral. Queda claro, que mientras menor es la escolaridad menor es la tasa de participación económica de los adultos distintos al jefe de hogar y más precaria es la inserción ocupacional específica del jefe y de los otros integrantes adultos en el hogar. En el largo plazo (intergeneracional) la relación escolaridad del jefe de hogar y situación de pobreza puede trasmitirse a través del desempeño educacional de los niños (que puede medirse ya sea a través de la deserción prematura o repitencia). En ese sentido, el desempeño de los niños depende de la escolaridad de los padres, sin embargo seguro que estará condicionado a la situación económica del hogar y si estos están en el medio rural o urbano. No hay duda, que en el Perú es en el medio rural donde la oferta educativa y la calidad del mismo son deficientes y son estos que finalmente afectarán el desempeño educacional de los niños.

En segundo lugar; los resultados respecto a la relación de la situación ocupacional del jefe de hogar y la condición del hogar no son los esperados, es decir deberíamos de esperar que los hogares pobres tuviesen menos posibilidades de inserción en el mercado laboral, sin embargo, son los jefes de hogar de los hogares pobres quienes se insertan, en mayor proporción al mercado laboral. Esto puede estar asociado a la calidad del trabajo en la que la laboran los jefes de hogar, las empresas en las que generalmente laboran son las de menor tamaño, sin emabargo no lo suficientemente pequeñas como para asegurar algo sobre las condiciones laborales en la que se desempeñan.

Sin embargo, a pesar de existir esta correlación entre la participación del jefe del hogar en el mercado laboral y la probabilidad de que el hogar sea pobre, se observa que si se incrementa el porcentaje de percetores la probabilidad de pertenecer a un hogar se reduce de 77.5 % (ningún perceptor) a 29 % (60 % perciben ingresos). Esto quiere decir, que mientras mayor sean los perceptores de ingresos en el hogar, menor la probabilidad de pertenecer a un hogar pobre. Así cobra real importancia la promoción de políticas que faciliten la mayor participación por ejemplo de jóvenes y mujeres en la fuerza de trabajo familiares. Sin embargo esta será efectiva si y sólo si enfrentamos un contexto macroeconómico estable, sino es así un mayor número de miembros trabajando probablemente no signifique nada.

En tercer lugar; es claro la relación entre las características demográficas del hogar y situación de pobreza del mismo. Los resultados del estudio confirman que los hogares pobres tienden a vivir en hogares relativamente más numerosos. Se observa que si el tamaño de la familia aumenta en una unidad (en realidad es un cambio infinitesimal), la probabilidad de ser pobre aumenta en 4 %. El tamaño de la familia tiene un efecto negativo sobre la probabilidad de que un joven pertenezca a un hogar pobre. Así, un aumento del tamaño de la familia de un miembro a dos, aumenta esta probabilidad de 32.4 % a 73.8 %. El efecto en zonas rurales es aun mayor.

Del mismo modo, del estudio se destaca que los hogares pobres están conformados por padres más jóvenes. La menor edad de los padres en los hogares pobres determina, por un lado, que tengan una menor capacidad de generación de ingresos y por otro lado, que en el hogar existan menos personas en edad de trabajar, mayor dependencia económica y por lo tanto menos potenciales perceptores de ingresos. De esta manera, se confirma, el efecto de la composición demográfica del hogar sobre el nivel de pobreza de los jóvenes.

Por otro lado, un resultado interesante se refiere al tema de género, se encuentra que las variables familiares, es decir los condicionantes familiares tienen efectos marginales mayores para las mujeres. Además, el impacto de la participación familiar en la obtención de ingresos reduce mucho menos la probabilidad de que un hogar con jefa mujer sea pobre que en el caso de un hogar con jefe hombre.

En cuarto lugar; los resultados del estudio muestran diferencias importantes en los factores que se asocian a la pobreza entre el medio rural y urbano, es decir están vinculados a la localización espacial. Así por ejemplo, si se incrementa en el tamaño de familia la probabilidad de ser pobre aumenta en un porcentaje mucho más elevado en las zonas rurales que en el medio urbano. De alguna manera el resultado esta condicionado por los contrastes que prevalecen en el medio rural y en las ciudades. Esto sugiere que es importante diferenciar las políticas para zonas rurales y para zonas urbanas; en nuestro país lo tradicional fue realizar políticas nacionales homogéneas. Aquí, es necesario compatibilizar el criterio de efectivamente llegar a los pobres con el de atender a las regiones y zonas de escasa población.

En quinto lugar; del estudio queda claro que hogares que cuentan con activos (capital) físicos tanto públicos como privados tienen menores probabilidades de pertenecer a un hogar pobre. Aquí es destacable el aporte positivo del capital físico privado (activos micro empresariales) de los hogares en la reducción de la pobreza. Así, la probabilidad de ser pobre para alguien que no tiene activo empresarial es de 57.7 %, probabilidad sustancialmente superior para alguien que si tiene activos, que es de 32 %. Por otro lado, factores externos al hogar también tienen una influencia positiva en reducir la pobreza. Nos referimos concretamente a la infraestructura vial (caminos y puentes) con que los hogares pueden contar, de esta manera dotar marginalmente de vías a los hogares reduce la probabilidad de ser pobre en 8%. En el mismo sentido, un cambio marginal en los servicios básicos de la vivienda, permite que la probabilidad de ser pobre disminuye en 6.16 %. Así, cobra importancia las políticas que promuevan la provisión de bienes y servicios públicos, entre las que podemos destacar por ejemplo, la construcción, rehabilitación y mantenimiento de vías, que finalmente deben de desarrollar mercados; y la provisión de servicios básicos a los hogares.

En sexto lugar; la posesión de la vivienda (proxi que hemos utilizado para reflejar título de propiedad) constituye un elemento importante en reducir la pobreza. Así, un cambio marginal en esta variable reduce la probabilidad de que el hogar sea pobre en más de 8 %. Debe quedar claro que tener posesión de la vivienda no necesariamente permite acceder hacer uso del financiamiento, adquirir y acumular activos, en ese sentido, son las restricciones institucionales y la falta de definición de derechos de propiedad las que impiden la acumulación. De esta manera cobra importancia políticas que promuevan la definición de los derechos de propiedad tanto en el ámbito urbano como rural.

En séptimo lugar; los pobres y los hogares pobres enfrentan una serie de condicionantes por un lado, externos (p.e. a los hogares, crecimiento económico y situación macroeconómica) y por otro condicionantes más internos y que vienen dados por las propias características personales del jefe del hogar y de los hogares en los que viven. Todas estas características conforman un panorama sumamente diverso donde ciertos grupos demográficos, especialmente los jóvenes pobres tienen menores posibilidades de salir de la pobreza por sí solos y por lo tanto su situación es más crítica. En una situación como esta, la forma de acelerar la reducción de la pobreza es articulando políticas de crecimiento económico con políticas específicas dirigidas a atacar las causas (factores) internas y causas externas a los hogares (p.e.: definición de derechos de propiedad, desarrollo de mercados, fomento de la coordinación por fuera del mercado).

Entre algunas de las políticas específicas podemos mencionar: a) priorizar la inversión en capital humano, en particular la escolaridad de niños y adolescentes, políticas que mejoren el no abandono en la educación secundaria; y b) fomentar la participación económica de los adultos no jefes de hogar, en particular de las mujeres y jóvenes. Seguro, que este último implica abordar tanto la oferta como la demanda y que se actué sobre variables como la educación media y técnica profesional, capacitación laboral de las mujeres, fomento de centros de cuidado infantil y flexibilización en los horarios de contratación para la mujeres.

En octavo lugar; dadas estas consideraciones, creo que es urgente profundizar diagnósticos particulares de los problemas de la pobreza a nivel de ciudades específicas y regiones. Ya que estos casi no existen. Queda claro que la ENAHO, es útil para una aproximación al problema de la pobreza por dominios y desde el hogar (factores internos), pero no permite realizar análisis en torno a determinantes de la pobreza por regiones, menos a nivel de ciudades o departamentos, o a nivel de factores externos a los hogares (condicionantes). Todo esto sugiere la importancia de incorporar por un lado, a las encuestas en general y en particular en la ENAHO preguntas vinculadas por ejemplo a la legalidad de los activos con que cuentan los hogares, a los lazos de coordinación que las familias establecen por fuera del mercado y si las familias cuentan con infraestructura económica, y por otro, incorporar a los programas de lucha contra la pobreza las peculiaridades del contexto territorial en el cual se implementan (factores culturales y características del contexto en el cual viven las personas o los hogares pobres).