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Sobre este aspecto la teoría
económica comienza asumiendo que el objetivo de un individuo
u hogar es máximizar la utilidad dada ciertas restricciones,
siendo esta utilidad la que representa el bienestar familiar.
Como ella no es observable, para el trabajo empírico se
requiere una variable que no solo sea observable sino también
un buen indicador del bienestar familiar. Los candidatos obvios,
como se discutió en la sección 2, son el consumo
(gasto) y el ingreso familiar, habiéndose optado por este
último para esta parte del estudio.
En consecuencia, en esta parte se explora
e identifican los principales determinantes del ingreso familiar
y se estima la importancia relativa de cada uno de ellos. Los
enfoques básicos que exploran estos temas
son el del capital humano y el que pone énfasis en el lado
de la demanda2 . El primero de ellos destaca que muchos
de los gastos en que incurren los individuos se asumen como una
forma de inversión ya que tienen el propósito de
encontrar mejores oportunidades de empleo. En consecuencia, la
productividad de una persona y, por tanto, su nivel de ingreso
es una función creciente de la cantidad de capital humano
incorporado en un individuo, capital que depende de variables
como la educación, experiencia, entrenamiento, edad y otras
características personales.
De acuerdo a este enfoque, las diferentes
dotaciones de capital humano son las que en última instancia
definen las características de la demanda laboral debido
a que la competencia tiende a igualar los ingresos en cada nivel
de estas dotaciones, independientemente de la actividad económica,
tamaño de la empresa, etc. Este enfoque no ignora la importancia
de otros factores que también son relevantes en la determinación
del ingreso, como la dotación inicial de capital no humano,
es decir, la herencia que recibe la persona en inmuebles, equipos
de transporte, maquinarias, así como en activos financieros3 .
Se supone que dada una cantidad fija de estos otros factores,
los individuos pueden invertir en mayor educación para
así mejorar sus posibilidades de ingreso. El ingreso esperado
de una persona con un determinado número de años
de estudio debería ser mayor que el de otra con menos años,
con la misma dotación inicial de capital no humano y las
mismas habilidades.
El otro enfoque pone énfasis
en los factores asociados a la actividad económica, la
ocupación, la tecnología, la empresa y la estructura
del mercado laboral, además de las características
personales del individuo. Se supone que aquellas variables segmentan
el mercado de trabajo y por ende determinan las diferencias de
ingresos. De este modo, la competencia de los trabajadores se
daría solo dentro de un determinado mercado ya que existirían
barreras a la movilidad hacia otros. En este sentido, los trabajadores
con similares dotaciones de capital humano recibirían pagos
diferentes en los distintos mercados y los incrementos marginales
a estas dotaciones tendrían efectos muy diferentes en el
nivel de ingresos del trabajador, dependiendo del mercado laboral
en que se encuentre.
En el trabajo se evalúa el papel
y la importancia relativa de los dos grupos de variables, y de
las interacciones entre ellas, en la explicación de los
ingresos familiares en el Perú. La distinción de
ambos grupos es importante debido al contraste que puede originarse
respecto a las políticas que buscan mejorar el bienestar
de la población. Si buena parte de las diferencias de
ingreso se encuentra asociada a las diferencias en las dotaciones
de capital humano, entonces las políticas diseñadas
para mejorar el bienestar de la población deberían
estar básicamente orientadas hacia el mejoramiento de las
dotaciones de capital humano de ciertos grupos objetivos de la
población, es decir, hacia la provisión de mejor
y más educación, nutrición, salud, entrenamiento
laboral, etc. Pero si, por el contrario, la mayor parte de las
diferencias de ingreso se asocian a la estructura del mercado
de trabajo, más que a diferencias de las características
personales, se lograría muy poco aplicando paquetes de
programas de capacitación. Los esfuerzos entonces tendrían
que concentrarse en medidas de tipo fiscal y tecnológico,
de eficiencia y competitividad empresarial.
En este marco del análisis de
las políticas es particularmente útil incluir variables
que puedan ser influenciados por las acciones del gobierno. Glewwe
las reagrupa en: (a) variables sobre la composición del
hogar, (b) variables dummy regionales, (c) activos físicos
propiedad del hogar, (d) capital humano, es decir, educación
y experiencia laboral de los miembros, y (e) características
de la comunidad4 . Las variables referidas a la composición
del hogar son incluidas no como determinantes de los niveles
de bienestar, sino como una manera de medir el efecto de
dicha composición sobre el bienestar familiar, es decir,
como variables de control de las otras.
Puesto que cada hogar, en el marco de
la ENAHO 1996, designa a un miembro como el jefe, el problema
es que algunos señalan al que más gana, al de mayor
edad, o a un retirado y por tanto las características que
se recojan de él para hacer la comparación entre
los hogares puede no ser homogénea. En la bibliografía
se opta en estos casos, cuando las diferencias son muy grandes,
por tomar al que potencialmente podría ganar más5 .
Para el caso de la información de la ENAHO, sin embargo,
el miembro designado como el jefe de hogar es aproximadamente
en un 85 % el que más gana y el que más años
de estudios tiene. Por esta razón, en el Estudio se ha
tomado en consideración las características de este
miembro y su cónyuge, como los individuos comparables entre
hogares.
Las características personales,
que pueden considerarse como exógenas o predeterminadas,
es decir, como explicativas, son la edad y niveles educativos
del jefe y su cónyuge, así como los niveles educativos
del padre/suegro. La educación es exógena en el
sentido que es irreversible. Las variables referidas a la composición
del hogar incluyen el número de miembros, número
de perceptores, número de niños agrupados por edad,
composición sexual de los miembros adultos y los de mayor
edad. Es obvio que cada miembro tiene diferente potencial de
proveer ingresos y elevar el bienestar familiar, sin embargo,
no se identifica el impacto de la composición familiar
sobre el bienestar ya que ello se supone se encuentra implícito
en la variable dependiente. En teoría esta variable debería
tener incorporada las economías de escala y las equivalencias
entre diferentes miembros para cada hogar. Por esta razón
tales variables son utilizadas en la estimación del modelo,
pero no para la interpretación del bienestar.
Los activos de propiedad del hogar también
contribuyen, directa o indirectamente, al ingreso familiar. Se
supone que dada una dotación inicial de capital no humano
(inmuebles, equipos de transporte, maquinarias, activos financieros)
los individuos pueden invertir en mayor educación para
así mejorar sus posibilidades de ingreso. Como se señaló
anteriormente, el ingreso esperado de una persona con un determinado
nivel educativo debería ser mayor que el de otra con un
nivel menor, con la misma dotación inicial de capital no
humano. La información sobre activos que tiene la ENAHO,
sin embargo solo se refiere al equipamiento del hogar, teniendo
con ello el problema de que algunos de ellos puedan ser endógenos,
en particular los más pequeños, es decir, están
presentes en el hogar porque en éste existe un alto nivel
de bienestar. A riesgo de caer en este problema, se ha seleccionado
a los siguientes bienes como conformantes de este grupo de variables,
pensando que fundamentalmente para los hogares de bajos ingresos
pueden constituirse como activos: máquina de coser, auto
o camioneta, refrigeradora, computadora y el valor del alquiler
imputado de la vivienda propia (proxy del valor del hogar).
Las variables referidas a las características
de la comunidad no fueron consideradas en la construcción
del modelo debido a que en el marco de la ENAHO-1996 no se recogió
información sobre ellas. Sin embargo, dada la importancia
que estas puedan tener en la variación del bienestar de
los hogares y como parte de la acción gubernamental, se
tomó en cuenta la tenencia de los hogares de los siguientes
servicios básicos: abastecimiento de agua y servicios higiénicos
conectados a red pública, alumbrado eléctrico, y
servicio telefónico. Por su parte, dentro de las variables
regionales se consideraron a las regiones naturales Costa, Sierra
y Selva y Lima Metropolitana. Finalmente, dentro de las variables
referidas a la experiencia laboral se tomó en consideración
la experiencia potencial (edad menos años de estudio menos
6 años), categoría ocupacional, tamaño del
centro laboral del jefe y la actividad económica del jefe
de hogar (el detalle de las variables empleadas puede verse en
el Anexo I).
Especificadas las variables relevantes
que determinan los niveles de bienestar de los hogares, se siguió
a Glewwe6 para elegir la forma funcional, es decir,
una transformación semilogaritmica. En nuestro caso, el
logaritmo natural del ingreso percápita familiar es función
lineal de las variables independientes anteriormente descritas
(aunque una especificación cuadrática y logaritmica
es considerada como excepción en el caso de dos variables).
Para la estimación de los
coeficientes del modelo planteado se utilizó el método
de mínimos cuadrados ordinarios, tanto para el ámbito
urbano como el rural, obteniéndose los resultados que se
muestran en el Cuadro Nº 28, en el cual solo se consignan
las variables cuyos coeficientes son estadísticamente significativos7 .
Tampoco son mostrados los coeficientes que se asocian a las variables
referidas a la composición del hogar, puesto que no pueden
ser interpretadas como determinantes del bienestar. El coeficiente
de determinación alcanza el 63 % para el ámbito
urbano y 43 % para el rural y las pruebas de hipótesis
en torno a los coeficientes de regresión (el estadístico
«t») indican que estos son significativos, a un nivel
de confianza de por lo menos el 5 %, y en su gran mayoría
al 1 % para los dos ámbitos (ver Anexo J).
La interpretación de los resultados
puede hacerse del siguiente modo8 . Respecto a los coeficientes
de las variables referidas al capital humano puede indicarse que
en general los niveles altos de educación del jefe de hogar
están fuertemente asociados a los niveles altos de bienestar
familiar. Un hogar del ámbito rural cuyo jefe tiene un
nivel secundario proporciona a su familia un nivel de bienestar
8.3 % [exp(0,0796)] más alto respecto a un hogar con jefe
sin nivel o solo con nivel primario (variables cuyos coeficientes
son estadísticamente iguales a cero). Para un hogar del
ámbito urbano el impacto de la educación secundaria
es mucho más reducido ya que tal porcentaje alcanza solo
al 3.6 %.
Los retornos de los niveles superiores
de educación, superior no universitaria y superior universitaria,
son para los hogares rurales 35.1 % y 27.1 %, respectivamente,
mientras que para los hogares urbanos tales niveles educativos
proporcionan retornos de 8.2 % y 18.4 %, respectivamente. Es
decir, la educación es mucho más importante para
la mejora de los niveles de bienestar de los hogares en el ámbito
rural que en el urbano. La educación del cónyuge
no tiene importancia para elevar los ingresos familiares en el
ámbito rural, pero sí en el urbano ya que la educación
superior no universitaria y universitaria de tal miembro proporciona
al hogar 11.3 % y 10.9 %, respectivamente, más bienestar
que un hogar sin tales atributos. Por su parte, la influencia
de la educación de los padres o suegros del jefe de hogar
en los ingresos familiares solo se da a nivel de la educación
primaria, siendo negativa tal influencia: -16.9 % en el ámbito
rural y -7.3 % en el urbano.
En suma, puede concluirse respecto a
los retornos de la educación que los postulados de la teoría
del capital humano se verifican, observándose que el mercado
remunera más a quienes tienen nivel de educación
superior, no remunera a la educación inicial ni a la primaria
e incluso llega a castigar al nivel primario de los padres/suegros.
El sexo del jefe de hogar es importante
para la determinación de los niveles de bienestar sólo
en el ámbito rural. Si es mujer tal bienestar aumenta
en 19.6 % frente a un hogar cuyo jefe es hombre. Por su parte
la edad del cónyuge es importante solo en el ámbito
urbano, aunque con un impacto bastante reducido. Un hogar de
este ámbito con jefe cuyo cónyuge tiene, por ejemplo,
10 años más de edad que otro con similares características
genera 2.6 % más ingreso. Los coeficientes de las variables
geográficas no son significativas desde el punto de vista
estadístico en el ámbito rural, lo cual significa
que los niveles de bienestar no están influidas por las
diferencias geográficas (a nivel de las regiones naturales
del país). En el ámbito urbano, sin embargo, se
observa que los hogares ubicados en la Costa y Sierra tienen niveles
de bienestar inferiores en 11.2 % y 9.8 % respecto a los que se
encuentran ubicados fuera de estas regiones (Selva y Lima Metropolitana).
Las variables referidas a los activos
físicos se encuentran positivamente correlacionadas con
los niveles de bienestar. Suponiendo que los equipos considerados
se utilizan como activos, o simplemente su tenencia posibilita
a los miembros del hogar invertir más en educación
y así mejorar sus posibilidades de ingreso, puede decirse
que el auto o camioneta produce un retorno del 31 % en el ámbito
rural y 25 % en el urbano, mientras que la máquina de coser
11 % y 3 %, respectivamente. La computadora solo es importante
para la generación de ingresos en el ámbito urbano,
pues genera un nivel de bienestar mayor en 27 % respecto a un
hogar que no lo posee. El valor de la vivienda, aproximado con
el valor del alquiler imputado de la vivienda propia, es generador
de bienestar pero de manera poco importante ya que, por ejemplo,
un incremento del 10 % en dicho valor generaría un aumento
del ingreso familiar de solo 2.1 % en el ámbito urbano
y 1.4 % en el rural.
Las variables que se relacionan con
los servicios básicos de las viviendas donde residen los
hogares se encuentran positivamente relacionadas con los niveles
de bienestar; es decir, mayores son estos niveles si los hogares
tienen en sus viviendas estos servicios. La tenencia de alumbrado
eléctrico dentro de la vivienda y servicio telefónico
son importantes en el ámbito urbano ya que estos generan
niveles de bienestar mayor en 5 % y 15 %, respectivamente, en
relación a los hogares que no los tienen, mientras que
en el ámbito rural el servicio higiénico conectado
a red pública dentro de la vivienda reporta a los hogares
que lo tienen un bienestar mayor en 16 % (cabe señalar
que este servicio solo lo tiene el 2.4 % de los hogares de este
ámbito) respecto a los que no lo tienen.
Finalmente, evaluando los coeficientes
de las variables que se relacionan con las características
laborales, puede observarse que en general también se verifican
los postulados del enfoque que pone énfasis en el lado
de la demanda (segmentación de los mercados) ya que la
mayor parte de dichos coeficientes son significativamente diferentes
de cero. En primer lugar puede destacarse la importancia de la
variable que expresa la forma en que los individuos venden su
fuerza de trabajo, ya sea mediante la venta directa o a través
de la venta de sus productos, en la determinación de los
niveles de bienestar de los hogares. Ella se comporta casi de
la misma manera en el ámbito urbano y en el rural; es decir,
la categoría de "empleador o patrono" del jefe
de hogar reporta a la familia un bienestar mayor (55 % en el ámbito
rural y 35 % en el urbano) que las otras categorías.
En segundo lugar, la actividad económica
a la que se dedica el jefe de hogar tiene consecuencias diferentes
en los ámbitos urbano y rural sobre el bienestar de los
hogares. En el ámbito urbano, no existe actividad económica
que se correlaciones positivamente con los niveles de bienestar.
El hecho que el jefe de hogar labore en la agricultura implica
una desventaja para la familia ya que sus ingresos son 13 % menores
frente a quienes no tienen como jefe en esta actividad. Por su
parte, en el ámbito rural los jefes de hogar que trabajan
en el comercio, transportes, comunicaciones, minería y
construcción muestran ingresos familiares entre 21 % y
24 % más altos que quienes no trabajan en estos sectores,
no significando ninguna ventaja ni desventaja el trabajo en actividades
importantes como la agricultura, manufactura y los servicios.
En tercer lugar, el tamaño del
centro laboral es importante para la determinación de los
niveles de bienestar. En el ámbito urbano este factor
es mucho más importante que en el rural ya que los jefes
de hogar que laboran en pequeñas, medianas o grandes empresas
reportan niveles de bienestar familiar entre 13 y 15 % por encima
de aquellos hogares cuyo jefe trabaja en la microempresa. En
el ámbito rural este beneficio es de 14 % si el jefe de
hogar trabaja en grandes empresas (de 500 a más trabajadores)
respecto a los hogares cuyo jefe no trabaja empresas de tal tamaño.