![]() ![]() ![]() |
|
ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ 5.1 ASIGNACION DE RECURSOS: ³ ³ UN EJEMPLO DE FOCALIZACION EN EL PERU ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ Nelson Shack Yalta1 Fondo de Compensaci¢n y Desarrollo Social (FONCODES) Lima, Per£ Consideraciones generales La preocupaci¢n por identificar con la mayor precisi¢n posible a la poblaci¢n objetivo es una caracter¡stica propia de todos los Fondos sociales, que surgen generalmente con la misi¢n de mejorar las condiciones de vida de la poblaci¢n m s pobre, ante la ineficiencia del aparato estatal tradicional, en tanto se obtienen los resultados del programa de ajuste estructural -cuya implementaci¢n normalmente le antecede- y se fortalecen las instituciones estatales a cargo de los sectores sociales. A diferencia del convencional desempe¤o del Estado en materia social, de car cter universal, que no garantiza que los beneficiarios de las pol¡ticas sociales y de alivio a la pobreza sean finalmente la poblaci¢n objetivo programada al inicio, a trav‚s de un Fondo social y con una ¢ptica selectiva se persigue llegar efectivamente a los m s pobres. Esta necesidad de focalizaci¢n tiene su correlato directo en la escasez de recursos frente a lo inmenso de las necesidades de gran parte de la poblaci¢n en nuestras realidades latinoamericanas. Evoluci¢n institucional El proceso de mejora en la focalizaci¢n va de la mano con el proceso evolutivo de estos Fondos, el que en t‚rminos generales sigue un derrotero similar a aqu‚l. As¡, por ejemplo, en la evoluci¢n de FONCODES se pueden distinguir cuatro etapas que sin ser mutuamente excluyentes tienen caracter¡sticas propias, marcadas por la continua experiencia adquirida, la que ha actuado como un mecanismo retroalimentador de fundamental importancia en el permanente mejoramiento de los sistemas y procedimientos empleados en el ciclo de proyectos y en la gesti¢n administrativa. Una etapa inicial, que abarca desde su creaci¢n a finales de 1991 hasta el primer semestre de 1992, en la que se organiza la instituci¢n y se completan los cuadros gerenciales y t‚cnicos. En esta etapa se define conceptualmente el Fondo,se desarrollan metodolog¡as de trabajo y se tienen las primeras experiencias de financiamiento, sin contar a£n con el apoyo de sistemas de informaci¢n adecuados y con escaso equipamiento. Una segunda etapa, comprendida entre el segundo semestre de 1992 y finales de 1993, en la que las operaciones alcanzan su nivel promedio esperado, se mejoran m‚todos y procedimientos en funci¢n de la experiencia adquirida y las facilidades que brinda la introducci¢n de la inform tica en las operaciones. Se inicia el proceso de descen- tralizaci¢n y se crean oficinas zonales para atender a la poblaci¢n dentro del mbito de su departamento de origen. Una tercera etapa, que se inicia a fines de 1993, se caracteriza por la participaci¢n de organismos financieros internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Internacional de Recons- trucci¢n y Fomento en el cofinanciamiento de los proyectos y en el fortalecimiento institucional. En esta etapa, se perfeccionan los m‚todos y procedimientos del ciclo del proyectos y del manejo financiero para hacerlos compatibles con las condiciones de financia- miento de los cr‚ditos externos, inici ndose asimismo la consolidaci¢n del proceso de descentralizaci¢n y el funcionamiento pleno del sistema de inform tica aplicado al manejo integrado del ciclo de proyectos a nivel nacional, as¡ como a los sistemas de gesti¢n administrativa y contable. Finalmente, a partir de junio de este a¤o, FONCODES inicia una nueva etapa -generalmente la £ltima en la mayor¡a de los Fondos sociales- en el marco de un per¡odo de transici¢n, desde una pol¡tica con ‚nfasis en la compensaci¢n a otra que prioriza el desarrollo, con la redefinici¢n de mbitos de acci¢n geogr ficos y sectoriales, ampliando el financiamiento de proyectos de infraestructura econ¢mica y de desarrollo productivo, y promoviendo la generaci¢n de empleo permanente. Asimismo, esta nueva etapa implica nuevos procesos de concertaci¢n de cr‚ditos y donaciones, y la profundizaci¢n del proceso de perfeccionamiento de los sistemas y procedimientos con los que opera el Fondo. Perfeccionamiento de los instrumentos de focalizaci¢n En el curso de este desarrollo institucional, cuya evoluci¢n se refleja en los niveles de operaci¢n de FONCODES que se muestran en el gr fico 1, un aspecto que debe marcar el proceso de mejora y perfec- cionamiento es la especial preocupaci¢n por identificar y llegar efectivamente a los m s pobres del pa¡s. Para ello debe complemen- tarse el enfoque de demanda que constituye la base de operaci¢n, y la necesaria focalizaci¢n que ella conlleva, con labores de promoci¢n y priorizaci¢n de inversiones. En efecto, para que la asignaci¢n de recursos sea eficaz dentro de un modelo de operaci¢n basado en la demanda de la poblaci¢n, resulta necesario que se sostenga en tres sistemas din micos, autom - ticos e interconectados entre s¡: i. sistema de focalizaci¢n, que permita asignar los escasos recursos (por lo inmenso de las necesidades) sin imponer desde arriba qui‚n recibe qu‚; ii. sistema de priorizaci¢n de inversiones, que permita determinar de una manera transparente el orden de atenci¢n de los proyectos en cada fase del ciclo de proyectos (evaluaci¢n, aprobaci¢n, financiamiento, etc.), y iii. sistema de promoci¢n, que permita complementar adecuada- mente el enfoque de demanda, financiando la ejecuci¢n de proyectos de inversi¢n social en las zonas m s pobres y alejadas, las cuales justamente por su lejan¡a y grado de pauperizaci¢n de sus poblaciones muchas veces no pueden acceder al cofinanciamiento que brinda el Fondo, y que hace viable la participaci¢n democr tica de la poblaci¢n en la gesti¢n de su propio desarrollo y mejora de su calidad de vida. La focalizaci¢n tiene que realizarse eficazmente en dos niveles: a nivel "macro" (macro-focalizaci¢n), en el cual se preasignan los recursos geogr ficamente y por reas y sectores de inversi¢n, y a nivel "micro" (micro-focalizaci¢n), mucho m s fina y precisa, que se efect£a dentro de la evaluaci¢n ex ante (t‚cnica y socioecon¢mica) y que debe ser practicada a todos los proyectos sometidos a conside- raci¢n del Fondo para su financiamiento. ESQUEMA DE ASIGNACION DE RECURSOS ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ Poblaci¢n ³ ³ Se organiza, ³ ³ El fondo eval£a³ ³ Poblaci¢n ³ ³ beneficiaria ³ ³ identifica sus³ ³ (ex ante y ex ³ ³ beneficiaria ³ ³ (n£cleos ÃÄÄ´ necesidades ÃÄÄ´ post,) financiaÃÄÄ´ ejecuta el ³ ³ ejecutores) ³ ³ y presenta el ³ ³ y supervisa ³ ³ proyecto ³ ³ ³ ³ proyecto ³ ³ ³ ³ y atiende NBI ³ ÀÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÙ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ ÀÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÙ ³ Esquema general de operaci¢n: demand driven ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³Sistema de focalizaci¢n ³ ³ ³ Sistema de promoci¢n ³ ³a nivel "macro" y "micro" ³ ³ ³ complementa el demand ³ ³ ³ ³ ³ driven ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ ³ ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ Sistema de priorizaci¢n ³ ³ da el orden de prelaci¢n de proyectos ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ En este sentido, la asignaci¢n referencial de recursos, por ubicaci¢n geogr fica y por reas (asistencia social, infraestructura social, infraestructura econ¢mica y desarrollo productivo) y sectores de inversi¢n (nutrici¢n, salud, educaci¢n, saneamiento, agropecuario, transporte, energ¡a, pesquer¡a e industria y comercio), debe constituir el principal instrumento de gesti¢n en la orientaci¢n de las operaciones. En el caso de FONCODES, desde 1991 se han eleborado coeficientes de asignaci¢n por unidad geogr fica, considerando diversos indicadores socioecon¢micos y ponder ndolos seg£n la respectiva poblaci¢n. Asimismo, en atenci¢n al mandato expreso de su ley de creaci¢n, sustentado en la proporci¢n de los niveles de pobreza que se hallan en las zonas urbana y rural, siempre se ha preasignado el 60% de los recursos a la atenci¢n de los requerimientos de la poblaci¢n pobre del rea rural. De esta manera, en 1991 y 1992 se asignaron los recursos a nivel regional, sobre la base de cuatro indicadores de pobreza disponibles: poblaci¢n sin acceso a servicios de agua, ni¤os en edad escolar que no asisten a la escuela, mortalidad infantil, e ingreso laboral per c pita promedio anual. Sin embargo, conscientes de la necesidad de definir una unidad geogr fica de referencia menor que la regi¢n, para efectivamente lograr focalizar mejor las acciones, y ante las restricciones existen- tes en la disponibilidad de informaci¢n confiable sobre indicadores socioecon¢micos, en 1993 se determin¢ una asignaci¢n referencial de recursos a nivel provincial sobre un solo indicador: la mortalidad infantil, obtenida del VIII Censo de poblaci¢n y III de Vivienda realizado en 1981. En el a¤o 1994 se concluy¢ con el procesamiento de los resulta- dos del IX Censo de poblaci¢n y IV de Vivienda realizado en 1993, lo que permiti¢ perfeccionar los mapas de pobreza existentes. En esta oportunidad se elabor¢ una asignaci¢n referencial de recursos a nivel departamental sobre 11 indicadores socioecon¢micos: desnutrici¢n cr¢nica, analfabetismo, inasistencia escolar, ni¤os que trabajan, poblaci¢n econ¢micamente activa (PEA) sin profesi¢n, desempleo, hacinamiento, precariedad de la vivienda, carencias en los servicios de agua, desage y luz. Utilizando la tasa de desnutrici¢n cr¢nica (TDC), proveniente del I Censo de escolares de talla/edad, realizado en setiembre de 1933, se desagreg¢ el nivel departamental obteniendo indicadores a nivel provincial. En 1995 se ha perfeccionado este instrumento, elabor ndose una asignaci¢n tambi‚n sobre la base de 11 indicadores: desnutrici¢n cr¢nica, mortalidad infantil, analfabetismo, inasistencia escolar, ni¤os que trabajan, PEA sin profesi¢n, hacinamiento, precariedad de la vivienda, vivienda sin acceso a los servicios de agua, desage y luz; pero en esta ocasi¢n, a nivel provincial. No obstante este af n de perfeccionamiento, para lograr una efectiva focalizaci¢n resulta necesario definir el distrito como unidad b sica de referencia para la programaci¢n de actividades; de manera que sobre la base de la tasa de desnutrici¢n cr¢nica se elabor¢ una asignaci¢n referencial de recursos que FONCODES aplica en el sistema de priorizaci¢n de inversiones. An lisis comparativo del asignador Los instrumentos de macro-focalizaci¢n deben perfeccionarse a medida que las restricciones de informaci¢n adecuada desaparezcan paralelamente a la toma de decisiones; no se puede esperar a tener un conocimiento pleno y exacto (aunque es evidentemente lo deseable) de d¢nde est n los pobres para empezar a decidir c¢mo y d¢nde invertir. El proceso de toma de decisiones debe irse perfeccionando en el camino. En 1991, luego de los primeros estudios y formaci¢n de una infraestructura organizativa b sica, FONCODES inici¢ sus operaciones en el mes de noviembre financiando la ejecuci¢n de proyectos de inversi¢n social, logrando materializar cerca de 10.2 millones de d¢lares en 52 proyectos por un total de 11.1 millones. En 1992, se desagreg¢ la asignaci¢n regional elaborada a nivel de departamento, sobre la base de los mismos indicadores mencionados, aprob ndose el financiamiento para 3 254 proyectos por 116.6 millones de d¢lares, con un desembolso total de 81.5 millones de d¢lares. Si bien es cierto que en aquellos a¤os se gastaron m s recursos en los departamentos m s pobres, tambi‚n es cierto que como conse- cuencia del demand driven, de la escasa promoci¢n desarrollada (las labores de promoci¢n fueron generales, no focalizadas, y realizadas por diversos agentes externos) y de la priorizaci¢n y focalizaci¢n a nivel departamental, se dejaron de atender algunas provincias pobres. Aprendiendo de la experiencia, para 1993 se defini¢ desde el principio una asignaci¢n referencial de recursos a nivel provincial. En 1993, en el contexto de un entorno restrictivo en lo que se refiere a disponibilidad de informaci¢n actualizada a nivel provincial, se construy¢ un indicador basado £nicamente en la tasa de mortalidad infantil, distinguiendo el rea urbana de la rural, y con informaci¢n del censo de 1981. Dicho instrumento se construy¢ con el pleno conven- cimiento de que reflejaba con bastante aproximaci¢n la compleja distribuci¢n de la pobreza a lo largo del pa¡s. En efecto, en el Per£, el car cter y la amplitud de la pobreza est n profundamente ligados a la organizaci¢n econ¢mica y social que se ha mantenido a lo largo de su historia, constituyendo un fen¢meno estructural, reflejo del comportamiento de un complejo n£mero de factores institucionales, econ¢micos, sociales, demogr ficos y pol¡ticos. En este sentido, se tom¢ la tasa de mortalidad infantil (TMI) de 1981 como variable resumen, considerando la alta correlaci¢n demostrada entre dicha variable y otros indicadores socioecon¢micos de la calidad de vida, como son los niveles de nutrici¢n del ni¤o y de la madre, el nivel de educaci¢n de la mujer, problemas de saneamiento y salubridad de la vivienda, posibilidad de acceso a servicios de salud, posibilidades econ¢micas de la mujer y la familia, entre otros. Sobre la base de esta variable ponderada con la poblaci¢n censada en 1981, se construy¢ el asignador. Se determin¢ el uso de la poblaci¢n de 1981 y no de proyecciones a 1993, no s¢lo porque se correspond¡a con la TMI empleada, sino porque era coherente con una distribuci¢n m s estable de la poblaci¢n en el territorio. En efecto, la intensa actividad militar y el clima de violencia, fruto de la guerra que se ven¡a librando con los grupos terroristas, y la secular b£squeda de mejores condiciones de vida por parte de la poblaci¢n, especialmente joven, de los distritos m s pobres y alejados, en las capitales de provincias, de los departamentos y finalmente en Lima, ha devenido en importantes procesos migratorios en las dos £ltimas d‚cadas, tal como claramente lo evidencian los resultados del censo de 1993. Sin embargo, en vista de que la misi¢n de un Fondo es mejorar la calidad de vida de la poblaci¢n m s pobre, transfiriendo capital a trav‚s del financiamiento de proyectos de inversi¢n, que son en su mayor¡a de infraestructura, resultar¡a en ocasiones inconveniente dotar de m s servicios sociales a aquellas localidades en que eviden- temente es imposible lograr un balance entre poblaci¢n, estructura productiva, recursos y ambiente, dadas las condiciones actuales de densidad poblacional. Es m s, el problema migratorio incluso podr¡a agravarse, al promover el desplazamiento de poblaciones hacia las ciudades grandes e intermedias, por la desatenci¢n (recu‚rdese que por lo escaso de los recursos no se puede atender todo a la vez, siendo las alternativas de asignaci¢n excluyentes) de aquellas zonas tal vez no tan pobladas, pero en las cuales s¡ es posible lograr un balance entre poblaci¢n y recursos. Hoy, con datos actualizados, se han definido nuevos coeficientes de asignaci¢n en base a los 11 indicadores socioecon¢micos antes mencionados; sin embargo, a pesar de que existen 10 indicadores adicionales, en promedio las diferencias no son significativas. El coeficiente de determinaci¢n entre los asignadores de 1993 y los de 1995 es de 96%, como se evidencia en el gr fico 2. En otras palabras, el mayor ajuste logrado en la macro-focalizaci¢n al incorporar 10 indicadores socioecon¢micos adicionales en la determinaci¢n de las asignaciones efectuadas durante estos dos a¤os, ha sido de s¢lo 4% en promedio. Incluso, si tenemos en cuenta s¢lo las provincias correspon- dientes al primer decil (aquellas con mayor asignaci¢n y por tanto con mayores niveles de pobreza en lo que a n£mero de pobres se refiere), el coeficiente de determinaci¢n alcanza el 97%; es decir, el mayor ajuste logrado alcanz¢ en promedio s¢lo el 3%. Esta realidad refuerza la tesis, siempre planteada, de que la pobreza en el Per£ tiene fundamentalmente un car cter estructural. Asimismo, es conveniente hacer notar la transparencia en la asignaci¢n de los recursos, consideraci¢n de especial relevancia para el logro de una adecuada imagen institucional, pues nada es m s claro que usar un indicador oficial de p£blico acceso y simples multiplicaciones por las respectivas poblaciones (en lugar de asumir criterios subjetivos u opinables, como usar ponderadores), para determinar la asignaci¢n por reas geogr ficas. Por estas razones se emplearon estos coeficientes, los cuales orientaron las operaciones de FONCODES en 1993, las que ascendieron a 159.7 millones de d¢lares en desembolsos, correspondien- tes a la aprobaci¢n del financiamiento de 6 070 proyectos por 210.7 millones de d¢lares. Resultados similares se obtuvieron al comparar el asignador empleado en 1994 con el que actualmente se ha elaborado. El coefi- ciente de determinaci¢n entre ambos se acerca al 97%. Ello implica que, en promedio, el dejar de usar el desempleo en la determinaci¢n del coeficiente e incorporar la tasa de mortalidad, el ajuste ha mejorado en s¢lo 3%. Claro est que existen algunas diferencias puntuales, cuando se analiza cada una de las provincias, comparando el ranking durante los tres £ltimos a¤os seg£n los asignadores respectivos. Estas diferencias se deben fundamentalmente a la magnitud de los ponderadores empleados en la construcci¢n del ¡ndice de pobreza en 1994 y 1995; es m s, en el caso de 1994 se parte de una asignaci¢n a nivel departamental, que al ser desagregada a nivel de provincia al interior de cada departamento en base a un solo indicador como es la TDC a nivel provincial, hace que la comparaci¢n de los asignadores entre provincias de diferentes departamentos de origen, no sea del todo congruente y aplicable. Si comparamos las asignaciones provinciales globales por decil, considerando la composici¢n de las provincias en cada uno que determina el asignador de 1995, las diferencias entre las asignaciones que de corresponder¡an al uso de los diferentes indicadores empleados cada a¤o no son significativas; m s a£n, si lejos de considerar la composici¢n del a¤o 1995 tenemos en cuenta la composici¢n propia de cada decil cada a¤o, vemos que las diferencias tampoco son significa- tivas. Es decir, ni las diferencias entre las asignaciones por deciles consideradas cada a¤o, ni las asignaciones de cada provincia al interior de los deciles son, en promedio, significativas. Todo esto nos permite concluir que durante los £ltimos dos a¤os se ha perfeccionado la precisi¢n en la identificaci¢n de los m s pobres; sin embargo, las mejoras introducidas no han sido radicales. Asignaci¢n por pobreza y niveles de aprobaci¢n Resulta necesario se¤alar que la comparaci¢n de lo asignado por pobreza versus lo aprobado constituye un indicador de gesti¢n referen- cial y una comparaci¢n parcial, pues en la realidad existen otros factores (de menor importancia, pero significativos) ligados a pol¡ticas generales de la instituci¢n y a factores de gesti¢n adminis- trativa que tambi‚n gu¡an en la pr ctica el proceso de asignaci¢n de recursos y hacen que la correlaci¢n entre los asignadores antes mencionados y los niveles efectivos de aprobaci¢n a nivel provincial sea significativa, pero sin llegar al 100%. En efecto, pol¡ticas como el tratamiento especial a zonas de frontera y el asegurar niveles de operaci¢n m¡nimos por oficina zonal que hagan factible la aplicaci¢n de esta herramienta de gesti¢n (asignaci¢n referencial de recursos) y que permitan el desarrollo de las operaciones del Fondo con niveles de eficiencia razonables, as¡ como la falta de atenci¢n de algunas zonas del pa¡s por razones de pol¡tica institucional o coordinaci¢n interinstitucional (no solamente los Fondos sociales desarrollan programas de alivio a la pobreza), hacen que la aprobaci¢n de proyectos muestre diferencias respecto a las asignaciones por pobreza. Sin perjuicio de lo anterior, en el caso de FONCODES, en 1993, el 81% del monto aprobado ascendente a 165.2 millones de d¢lares (sin incluir proyectos de envergadura multiprovincial) correspondi¢ a las respectivas asignaciones por pobreza. Es m s, si analizamos la composici¢n de los proyectos aprobados por deciles, puede observarse que este porcentaje se incrementa a medida que tomamos en cuenta los estratos m s pobres (primeros deciles), lo cual revela el buen resultado de las acciones de focali- zaci¢n a nivel provincial. Resultados similares se obtienen al analizar la distribuci¢n provincial del monto aprobado en 1994, la cual muestran en promedio un coeficiente de determinaci¢n del 85% frente a lo asignado, como se desprende del gr fico 3, ubicado en la siguiente p gina. En 1994, FONCODES aprob¢ financiamientos por 136.5 millones de d¢lares para la ejecuci¢n de proyectos sin cobertura multiprovincial, mientras que el monto correspondiente a proyectos con esa caracter¡s- tica ascendi¢ a 33.3 millones de d¢lares; es decir, las operaciones de FONCODES en 1994 alcanzaron en total la aprobaci¢n de 4 763 proyectos por 169.8 millones de d¢lares, con desembolsos superiores a 146 millones de d¢lares. De manera an loga a 1993, se aprecia una mejor focalizaci¢n en los estratos m s pobres de la poblaci¢n -el coefi- ciente de determinaci¢n sube a m s de 92% en el caso del primer decil. Para 1995, no obstante que las comparaciones entre lo ejecutado y lo asignado durante los primeros meses del a¤o no son del todo aplicables, en vista de que FONCODES programa sus acciones consi- derando el a¤o como la unidad de referencia b sica, se observan actualmente niveles de determinaci¢n cercanos al 70%. Aunque en el promedio nacional se aprecia una clara mejor¡a en la focalizaci¢n de las acciones durante los £ltimos a¤os, si tenemos en cuenta los coeficientes de 1995 comparamos los niveles de asignaci¢n y aprobaci¢n agregados para el per¡odo 1993-1995, los niveles de determinaci¢n promedios entre lo asignado y lo aprobado hasta la fecha son significativos s¢lo en los primeros deciles (alcanzando tasas superiores al 70%), mostrando diferencias importantes en el resto de los estratos. Esto revela, a£n m s, la necesidad de implementar eficazmente una estrategia de promoci¢n que complemente el enfoque de demanda, as¡ como la conveniencia de considerar el efecto de las operaciones anteriores del Fondo al momento de establecer las asignaciones cada a¤o, con el prop¢sito de corregir cualquier distorsi¢n producida como consecuencia de responder a las demandas de la poblaci¢n y de mejorar progresivamente el proceso de toma de decisiones de asignaci¢n, que se traduce, a veces, en la aprobaci¢n del financiamiento de proyectos en exceso dentro de algunos distritos (y por agregaci¢n en provincias, departamentos y regiones) con relaci¢n a los montos referencialmente asignados en funci¢n del nivel de vida que presentan sus poblaciones. Por otro lado, el proceso de perfeccionamiento de los instru- mentos empleados en la macro-focalizaci¢n, debe hacerse extensivo a aquellos relacionados con la micro-focalizaci¢n. En efecto, deben perfeccionarse los aspectos relacionados con la evaluaci¢n ex ante, sobre todo la visita de campo y la evaluaci¢n socioecon¢mica de los potenciales beneficiarios, pues de esta forma se identifican in situ y se asegura con gran precisi¢n que los beneficiarios de los proyectos sean en verdad poblaciones en condici¢n de pobreza, y que el apoyo que brinda el Fondo repercuta efectivamente en el mejoramiento de sus condiciones de vida, resolviendo sus necesidades m s apremiantes. Las sucesivas evaluaciones de impacto, nos ense¤an que resulta imperioso redoblar esfuerzos para mejorar algunos de los procedimien- tos del ciclo de proyectos, con el proposito de: i) Lograr una mejor focalizaci¢n y priorizaci¢n de las inver- siones, complementando el enfoque de demanda con el desarrollo de una estrategia de promoci¢n que permita llegar efectivamente a los m s pobres entre los pobres, financiando la ejecuci¢n de proyectos de inversi¢n leg¡timos, prioritarios, integrales, de impacto y operaci¢n futura seguros, y ii) Mejorar la calidad de la evaluaci¢n ex ante de los proyec- tos, as¡ como la supervisi¢n durante la gesti¢n de los mismos. Conclusiones y recomendaciones En el caso de FONCODES, es evidente su proceso de b£squeda de c¢mo mejorar los indicadores y la metodolog¡a, desarrollado con el prop¢sito de identificar con la mayor precisi¢n posible a los m s pobres; basta con apreciar la evoluci¢n de los instrumentos usados en la macro-focalizaci¢n de sus actividades, as¡ como la gran proximidad de lo asignado y lo ejecutado cada a¤o. Sin embargo, es preciso se¤alar que las mejoras introducidas en el coeficiente de asignaci¢n, fruto del empleo de nuevos y actualizados indicadores como igualmente de nuevas consideraciones metodol¢gicas, no han sido significativas. Ello se debe fundamentalmente a que la naturaleza de la pobreza en el pa¡s es de car cter estructural, y la TMI o la TDC constituyen varia- bles sint‚ticas de la calidad de vida de las personas. El disponer de indicadores actualizados sobre el tipo y magnitud de las diversas carencias que afectan a la poblaci¢n, debe conducir a un manejo adecuado de la informaci¢n y a focalizar a£n mejor las acciones. La utilidad de crear un mapa de pobreza o de focalizar seg£n l¡neas de pobreza, mapa de necesidades b sicas o m‚todos integrados, sobre los cuales se asignen referencialmente recursos globales, es muy reducida. En efecto, en vez de emplear ponderadores (generalmente arbitrarios) en la determinaci¢n de un ¡ndice agregado, lo que debe hacerse es elaborar mapas de pobreza de dimensi¢n sectorial, que permitan una asignaci¢n coherente de los recursos en magnitud, oportunidad y conformidad con las caracter¡s- ticas carenciales espec¡ficas de cada zona. Por otro lado, no debe perderse de vista que la toma de decisiones sobre asignaci¢n de recursos no debe esperar tener el conocimiento preciso, exacto y detallado de la ubicaci¢n y magnitud de la pobreza, sino que al igual que todos los sistemas y procedimientos debe estar inserta en un proceso de mejora y perfeccionamiento continuos. Adicionalmente, y considerando el entorno pol¡tico a veces muy sensible en que se desarrollan las operaciones de cualquier Fondo social, el tema de la transparencia y discrecionalidad en la asignaci¢n de los recursos adquiere especial importancia. Es deseable que todos conozcan y entiendan c¢mo se distribuyen los recursos fiscales en este aspecto, por lo que se requiere disponer de metodo- log¡as sencillas y verificables. Es necesario efectuar un an lisis a nivel distrital, y convertir al distrito en la unidad de referencia b sica para la programaci¢n de las actividades del Fondo. Resulta indispensable que la asignaci¢n referencial de recursos sea congruente con este enfoque, pues de lo contrario no se podr garantizar que se logre llegar a los m s pobres entre los pobres. Esto se relaciona indefectiblemente con la necesidad de implementar una estrategia de promoci¢n focalizada que complemente eficazmente el enfoque de demanda que rige las operaciones, y permita junto con otros mecanismos -como por ejemplo considerar niveles de gasto de preinversi¢n adecuados o mayores niveles de coordinaci¢n interinstitucional- financiar proyectos en aquellos lugares donde, por la misma condici¢n de extrema pobreza de sus poblaciones, no pueden organizarse o generar espont neamente proyectos elegibles para el financiamiento de FONCODES. No debe perderse de vista que un mapa de pobreza no es igual a la asignaci¢n referencial de recursos que debe orientar las labores de un Fondo, aunque evidentemente ‚sta se construye sobre la base del primero. Existen consideraciones de orden operativo (necesarias para hacer viable la gesti¢n de las oficinas zonales y el financiamiento de proyectos) o de pol¡tica institucional (incluso del gobierno en general), que hacen que algunos coeficientes de asignaci¢n difieran de los ¡ndices de pobreza elaborados. En este sentido, es oportuno resaltar la conveniencia de considerar en la determinaci¢n de nuevas asignaciones anuales el impacto de las operaciones pasadas del Fondo, pues de esta manera se corrige progresivamente cualquier distorsi¢n ocasionada por el demand driven, como la aprobaci¢n del financiamiento de proyectos en exceso dentro de algunos distritos y por agregaci¢n en provincias, departa- mentos y regiones, con relaci¢n a los niveles asignados en funci¢n del nivel de vida que presentan sus poblaciones. Una medida concreta para una mejor focalizaci¢n del gasto (inversi¢n), ser¡a adoptar una pol¡tica que al menos durante el primer semestre del a¤o determine no invertir en nuevos proyectos en las capitales de provincia (o en general, en distritos mayormente atendidos y no muy pobres) en beneficio de los m s pobres, poco atendidos y alejados. Es evidente la correlaci¢n existente entre pobreza y una baja capacidad organizativa y de demanda de recursos financieros que se requiere para el cumplimiento de los requisitos de elegibilidad y evaluaci¢n con que operamos. Se¤ales claras (al mercado) en materia de asignaci¢n (que como herramienta £til de gesti¢n debe efectuarse referencialmente a nivel distrital y sectorial, y complementarse con un adecuado sistema de priorizaci¢n), har n que los agentes (promotores) orienten sus esfuerzos hacia las zonas m s pobres y alejadas. Paralelamente, debe reforzarse el esquema con convenios de cooperaci¢n interinstitucional y con el reconocimiento de adecuados niveles de gasto de preinversi¢n. Es conveniente reiterar que tan o m s importante que la macro- focalizaci¢n es la micro-focalizaci¢n. La rigurosidad en la visita de campo durante la evaluaci¢n t‚cnica y socioecon¢mica ex ante, debe reforzarse con la realizaci¢n de encuestas a nivel local -posiblemente a cargo de los municipios- que mediante la caracterizaci¢n de la vivienda estratifiquen casi de manera inmediata a los pobres y a los que no lo son y distinga dentro de los primeros a los pobres extremos, se¤alando as¡ con gran exactitud la poblaci¢n objetivo de las pol¡ticas. Operativamente, la ficha de visita de campo empleada en la evaluaci¢n ex ante debiera ser una por distrito, con anexos por localidad, para as¡ evitar llenar informaci¢n igual en cada evaluaci¢n de un expediente t‚cnico de un distrito; as¡, la actualizaci¢n ser¡a m s homog‚nea. Cada evaluaci¢n posterior deber¡a salir al campo con su ficha distrital impresa y llena, facilitando la verificaci¢n y actua- lizaci¢n de los datos. De esta forma se podr¡an crear mapas de pobreza din micos, en los que se aprecie la evoluci¢n de los indicadores carenciales b sicos, lograndose una mejor focalizaci¢n de las acciones. Finalmente, se debe ir identificando potencialidades y oportuni- dades de inversi¢n acordes con una perspectiva de desarrollo econ¢mico sostenido (y mecanismos como la evaluaci¢n ex post podr¡an contribuir a este prop¢sito), que busque la generaci¢n de empleo permanente, explotando las potencialidades productivas y ventajas competitivas de cada zona, mejorando (o elaborando) a trav‚s de aproximaciones sucesivas un mapa de recursos que constituya una adecuada herrramienta de gesti¢n y permita a la vez una intervenci¢n focalizada, que contemple un equilibrio entre poblaci¢n, ambiente, recursos y estructura productiva. |
![]() ![]() ![]() |