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Existen diversos enfoques conceptuales sobre la medición del bienestar individual, a partir de los cuales puede obtenerse diferentes cuantificaciones de la pobreza. Desde una perspectiva amplia se distingue a dos grupos, cuyas posiciones difieren en términos de la importancia que dan a los juicios de los propios individuos sobre su bienestar.
Un primer grupo identifica como pobres a los individuos que se consideran como tales; es decir, parte de la idea de que cada persona tiene diferentes consideraciones respecto de lo que necesita (de ingreso, gasto, una necesidad básica u otro indicador individual de bienestar) para decir que tiene un nivel de vida adecuado. Bajo este enfoque, por tanto, es posible que existan tantos criterios (por ejemplo, diferentes niveles mínimos de ingreso) para medir la pobreza, como individuos hayan en una sociedad.
Un segundo grupo identifica como pobres a los individuos que no alcanzan a tener un estándar de vida preestablecido (por ejemplo, un mínimo predeterminado de ingreso, gasto o grado de satisfacción de una necesidad básica) es decir, considera un criterio único para medir la pobreza, el cual es finalmente determinado por el analista.
Desde el punto de vista operativo, la identificación de situaciones individuales de pobreza puede conducir a problemas de comparabilidad entre observaciones y con ello a problemas de agregación de los indicadores de pobreza, necesarios para el análisis de la política económica y social. Por el contrario, la definición de un criterio único para identificar a los pobres facilita la comparación entre individuos y, por ende, la agregación de los indicadores.