5.1     PRECISIONES CONCEPTUALES SOBRE EL INGRESO O EL GASTO DE COMSUMO
              COMO MEDIDAS DE BIENESTAR

        Para efectuar la medición de las condiciones de vida de la población, lo primero que debe hacerse es identificar al indicador del bienestar individual. Este indicador no sólo debe ser observable y medible, sino también el que más se acerque al concepto mismo de bienestar. En este sentido, en el marco del método de medición de la línea de la pobreza, las variables más utilizadas en los trabajos de investigación empírica han sido el ingreso y el gasto de consumo.

        Desde el punto de vista conceptual el gasto de consumo es la variable que se privilegia como indicador o medida del bienestar porque es el que mejor se aproxima al concepto de utilidad, una categoría utilizada por la teoría económica que expresa el efecto que se genera en el bienestar de un individuo al consumir un bien o servicio. La cantidad de bienes y servicios que adquiere una persona se supone es la que maximiza su utilidad, dado los límites que impone su ingreso. En consecuencia, el gasto de consumo de un individuo no es más que el valor de la utilidad que le reporta el consumo de bienes y servicios.

        El gasto de consumo tiene además, a diferencia del ingreso corriente del individuo, un comportamiento más o menos estable en el tiempo, como es en realidad el del nivel de bienestar de la población. Por más que los ingresos de la población varíen de un periodo a otro, sus hábitos de consumo difícilmente sufren altibajos recurrentes. La ciencia económica, en particular el enfoque del ingreso permanente, explica este comportamiento del consumo de las familias; es decir, en función no del ingreso corriente sino de uno permanente.

        Desde otro punto de vista, el gasto de consumo es también más confiable debido a que tiene la probabilidad de estar menos subdeclarado, ya sea porque se capta de manera más desagregada que el ingreso, o porque no se encuentra asociado directamente a lo tributario o a la entrega de las ayudas sociales. Como se sabe, los ingresos tienden a subdeclararse, no sólo por el temor a la fiscalización tributaria (en los estratos altos), sino también por el deseo de los individuos, en particular de los estratos bajos, a acceder a los programas de asistencia social.

        El ingreso, por su parte, tiene una particularidad que no tienen el gasto y que lo hace atractivo como indicador del bienestar individual. El ingreso no está influido por las decisiones de consumo de las familias. Como se sabe, estas decisiones dependen del comportamiento de los precios relativos y, sobre todo, de los gustos y preferencias de la población, los mismos que llevan a los hogares a efectuar algunos gastos que no necesariamente satisfacen sus necesidades básicas (gastos irracionales). En consecuencia, el gasto alude sólo a una parte de las oportunidades de consumo posibles, mientras que el ingreso sí alude a todas ellas.

        No obstante las bondades que una u otra variable pueda mostrar, la opción por una de ellas como medida del bienestar depende finalmente de la confiabilidad y/o disponibilidad de la información.