1. Introdución
A partir de 1993, después de reducirse la hiperinflación y en el marco de un influjo muy importante de capitales que aumentaron nuestra disponibilidad de divisas, la economía peruana ingresa a un ciclo de recuperación del nivel de actividad económica, junto con una recuperación de los niveles de gasto social per cápita. Este último si bien se recupera en forma importante aún permanece por debajo de las épocas de mayor gasto social (1970) y con relación a la participación del gasto social sobre el PBI, sigue entre los más bajos de la región. Si bien la pobreza 3 ha venido disminuyendo en los noventa, después de haber aumentado a finales de los ochenta como parte del proceso hiperinflacionario, dicho ritmo ha sido más acelerado en el caso de Lima Metropolitana que en el resto del país. Y para la población en pobreza extrema tal comportamiento ha sido más pronunciado. En Lima Metropolitana, las distintas fuentes han medido la extrema pobreza 4 entre 2,4% y 5,4% para 1997 cuando en 1991 dicha tasa superaba el 20%. A nivel nacional su comportamiento es menos contundente. Dada la estrecha asociación entre crecimiento económico con disminución de la pobreza, tal como lo señalan diversos estudios de la CEPAL, Banco Mundial y el BID, es de nuestro interés explorar el grado de asociación entre dichas variables atendiendo al comportamiento diferenciado, de la evolución de la pobreza, entre Lima y el resto del país. En el primer caso, Lima, el dinamismo económico habría sido más fuerte en los sectores que concentraban el mayor número de pobres: construcción, comercio y servicios. Esa sería la razón que estaría explicando que la pobreza se redujera proporcionalmente más en el departamento de Lima que en el resto del país. En el resto del país, donde las actividades más relacionadas con el sector agropecuario son las predominantes habría que diferenciar el dinamismo por cultivo: industriales, pan llevar, etc., ya que no obstante el crecimiento del sector como un todo, su impacto sobre la disminución de la pobreza no habría sido de la misma envergadura que para el caso de Lima Metropolitana. Igual se puede afirmar de las actividades de explotación minera, que si bien generan un monto muy importante de producción y de exportaciones, su escasa articulación con las economías locales no genera un impacto muy positivo sobre el empleo regional. En este sentido cabría explorar el por qué de la mayor sensibilidad de la pobreza al crecimiento económico registrado en la capital y el por qué de su menor sensibilidad relativa para el caso del resto del país. ¿Tal comportamiento diferenciado sería un indicador válido para el caso del Perú urbano y rural? ¿Qué tan importante ha sido la diferencia entre la evolución del PBI per cápita en el departamento de Lima en contraposición con el del resto del país? En esta búsqueda de asociación entre la naturaleza del crecimiento económico con la pobreza, el mercado de trabajo aparece como la variable que las interrelaciona. Si el crecimiento económico genera suficiente empleo con una productividad mediana o alta, su impacto va a ser mayor sobre la disminución de la pobreza. Caso contrario su impacto será mucho menor ya que los empleos de menor productividad se relacionan con ingresos más bajos, y viceversa. En este sentido es de interés analizar la calidad del empleo que se ha generado tanto en Lima Metropolitana como en el resto del país. |