2. Marco Conceptual
El marco conceptual de referencia para el presente estudio es variado. Por un lado se encuentra la discusión en torno al concepto de crecimiento pro - pobre (Banco Mundial, 1998; Patnaik, 1997)). Esta nomenclatura tiende a resumir la idea fuerza que vincula el impacto del crecimiento económico con la disminución de la pobreza, en otros términos que tan eficiente resulta (PNUD, 1997). En ese sentido representa una superación de anteriores enfoques que no enfatizaban en dicha relación ya que daban por supuesto que todo tipo de crecimiento económico era de por sí favorable a la disminución de la pobreza. Después de casi una década de reformas económicas en la región, si bien el balance resultó favorable hasta antes de la crisis financiera internacional en términos de comportamiento macroeconómico y de retomar tasas de expansión significativas, un balance similar no ha sido muy favorable en términos de la lucha contra la pobreza no obstante que los programas sociales de corte focalizado han concentrado sus recursos en dichos segmentos. Parece ser que el tipo o estilo de crecimiento económico si importa en términos de su eficacia de disminuir pobreza (Francke, 1996; Bruno, Ravallion, Squire, 1995). Asumimos, también, como parte del presente marco conceptual el enfoque que vincula el crecimiento económico con la equidad (Deininger y Squire, 1995 16; Birdsall, Graham y Sabot 17, 1998, Emmerij y Nuñez del Arco 18, 1998). Dicha relación surge a partir de la denominada curva de Kuznets. En ella se vinculaba el crecimiento económico con la desigualdad, afirmando que en las etapas iniciales del crecimiento económico era de esperar un aumento de la desigualdad, la misma que disminuiría posteriormente a partir de un determinado umbral del crecimiento económico. Pero la evidencia empírica que hallaron estos autores, más bien los condujo a fijar una causalidad inversa: no es el crecimiento económico el que afecta la distribución, sino es la distribución la que afecta el crecimiento. En la medida que exista una mayor desigualdad se retarda el crecimiento económico y al hacerlo se disminuye su impacto sobre la disminución de la pobreza. En sentido inverso, a partir de la experiencia del sudeste asiático, señalan que sociedades con una distribución más equitativa del ingreso tienen un crecimiento económico más acelerado y, consecuentemente, una mayor disminución de la pobreza. Igualmente identifican un conjunto de factores que intervienen en la dinámica del crecimiento económico, además del componente distributivo:
Se asegura, por ejemplo, que los ingresos de los pobres son muy sensibles al crecimiento económico y a la acumulación de capital, ya que estos se elevan (caen) más que proporcionalmente. Por otro lado los ingresos de los pobres están limitados por su falta de acceso a la tierra y al capital humano. Se señala, también, que si el crecimiento económico ocurre en un contexto de distribución constante - es decir todos los individuos reciben un mayor ingreso en la misma proporción - los pobres recibirán menos en términos relativos. Encuentran que la pobreza en América Latina está asociada con los problemas distributivos más que resultar un problema de insuficiencia de recursos como lo son en otras regiones del mundo (p.e. Africa y Sudasia). Si América Latina tuviera la distribución observada en Europa del Este o Sudasia, la pobreza sería practicamente eliminada. Si América Latina tuviera una distribución del ingreso similar a la observada en otras regiones, tendría la menor tasa de pobreza en el mundo en desarrollo. Pero, si cualquier otra región en el mundo tuviera la distribución de América Latina, la proporción bajo la línea de la pobreza se incrementaría dramáticamente. Así la falta de progreso en la reducción de la pobreza se debe a los altos niveles persistentes de desigualdad (Londoño y Székely 19, 1997). Es así que se plantea la siguiente relación: Esta fórmula es importante porque permite constatar que en el común de los países latinoamericanos la reducción de la pobreza se ha debido principalmente a la recuperación del crecimiento y no precisamente a la acción del Estado -a través de la inversión social- en lo que atañe el efecto de la distribución del ingreso. En contrapartida, la persistencia del arreglo distributivo inequitativo habría contrarrestado los efectos positivos del crecimiento.
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