VI. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
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- La estructura por edad y sexo de la población tiene gran semejanza con las proyecciones de población, lo que indica que es información de calidad. Las irregularidades que se observan son características de todo dato empírico, en tal sentido se dan en los censos y en cualquier encuesta.
La información sobre la mortalidad general es suficiente para realizar estudios sobre la mortalidad por edad y sexo de la población, inclusive ha permitido medir disparidades entre estratos de pobreza.
La distribución por sexo de la población encuestada muestra mayor número de varones frente al de mujeres, en una relación de 103 hombres por cada 100 mujeres, relación de masculinidad de sentido inverso a la observada en el Censo de 1993.
La Esperanza de Vida al Nacimiento para el año 1997, es de 64.9 años. La brecha entre la población sin necesidades básicas insatisfechas y la población con al menos una necesidad básica insatisfecha es de 3.4 años en la esperanza de vida al nacimiento.
La sobre-mortalidad de los pobres en toda la población llega al 5.3%, con variaciones en los distintos grupos de edad, así el grupo de niños menores de 5 años muestra una diferencia de 42%, los niños en edad escolar 55%, disminuyendo para la fuerza de trabajo e invirtiéndose el sentido en la población adulta.
La tasa de mortalidad infantil para 1997, sería de 44 por mil nacidos vivos, al nivel nacional las disparidades debido a la condición de pobreza se expresan en tasas de mortalidad infantil de 29.9 por mil y 52.4 por mil, para pobladores no pobres y pobres, respectivamente.
La sierra sur, donde se ubican departamentos con población mayoritariamente rural en los que la mitad de los pobladores son pobres, la tasa de mortalidad infantil alcanza el nivel más alto 75.6 por mil. Lima Metropolitana ostenta la tasa de mortalidad infantil más baja entre las regiones.
La Costa tiene una tasa de mortalidad infantil de 41.1 por mil, con la gradiente por estrato de pobreza en ascenso: 36.4 por mil y 46.1 por mil.
La Sierra con la tasa promedio de mortalidad infantil más elevada (60.6 por mil), entre las regiones naturales, es la región con las condiciones de vida más desfavorables para la niñez, con gran proporción de pobladores que dependen de la agricultura. La tasa de mortalidad infantil para el estrato pobre es 65.8 por mil, 20 puntos más alta que la del estrato no pobre.
La selva, igual que la sierra con elevadas tasas de mortalidad infantil, tiene condiciones de vida diferentes, pero igualmente desfavorables. La tasa promedio para la selva es de 46.9 por mil, el estrato no pobre con una tasa relativamente baja 38 por mil y con mayor nivel de mortalidad infantil los estratos pobres (48.6 por mil) y pobres extremos (64.4 por mil).
En el paso de madres sin nivel de educación a madres con nivel superior, la proporción de hogares sin necesidades básicas insatisfechas crece 3.5 veces, cambia de 25% a 88%, en este estrato la tasa de mortalidad infantil que en las madres sin nivel de educación es 65.9 por mil nacidos vivos, disminuye para las madres con nivel superior a 22.1 por mil
En los hogares no pobres la tasa de mortalidad infantil de las madres que no saben leer y escribir es casi el doble que la de aquellas que sí tienen esta habilidad, en tanto que en los hogares pobres, la sobre mortalidad infantil entre estos dos grupos de madres se eleva a 3.5 veces, lo que señala que al mismo nivel de pobreza la condición de las madres de saber leer o escribir
En los hogares donde las madres saben leer y escribir, la brecha debido a la pobreza señala una mayor mortalidad infantil en los pobres respecto a los no pobres del 27.3 por ciento. En los hogares donde las madres no saben leer y escribir la relación de tasas de se eleva a casi cuatro veces, es decir una brecha del 120.8%.
Los hogares con madres donde no ocurrió el evento indeseable de la enfermedad o el accidente, tienen una tasa de mortalidad infantil de 32.3 por mil nacidos vivos, tasa que casi se duplica para los otros hogares, es decir para los que fueron afectados por la enfermedad o accidente de sus madres, que llega al 55.1 por mil.
Dentro de los hogares sin presencia de enfermedad o accidente la tasa de mortalidad de menor nivel, 26.2 por mil para los no pobres, pasa 36.3 por mil para los hogares pobres y 47.4 para los hogares en extrema pobreza.
En los hogares con madres que han sufrido enfermedad o accidente se da igualmente esa relación trágica entre estado de pobreza y mortalidad infantil, en el grupo de no pobres la tasa es 33.9 por mil, llegando cerca al doble para los hogares pobres, 66.5 por mil nacidos vivos.
El hacinamiento en los hogares ofrece un riesgo de 2.63 veces mayor que los hogares no hacinados con respecto a la Mortalidad Infantil.
Las personas sin nivel de educación ofrecen un riesgo de 2.13 veces mayor que otros niveles educativos respecto a la mortalidad en la niñez, en tanto que las personas con nivel de educación primaria ese riesgo de 1.12 veces mayor que otros niveles educativos superiores.
En los hogares sin servicios higiénicos conectados a red pública, el riesgo de muerte infantil es de 1.92 veces mayor con respecto a los hogares que tienen si tienen acceso a la Red Pública.
Las variables que exponen al riesgo de muerte infantil en los hogares son: Hacinamiento, madres sin nivel de educación o primaria, y viviendas sin servicio higiénico conectado a red pública.
Las variables que favorecen la supervivencia de los niños en los hogares serían: Parto atendido por profesional u otro técnico, residencia urbana, estado civil casado, nivel de educación secundaria y servicio de agua conectado al domicilio.
Se recomienda tener en cuenta la modalidad de captar información sobre la mortalidad general para los próximos eventos estadísticos, sobre todo para el censo de población del 2000
Sería necesario introducir la historia de embarazos par obtener información sobre nacimientos y muertes recientes de niños menores 5 años.
Los aspectos demográficos deberían estar en un solo capítulo.
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