X. DISCUSION
Los resultados más importantes de esta investigación han permitido sustentar las recomendaciones de los instrumentos de política educativa y obtener conclusiones que esclarecen el estrecho vínculo de interdependencia entre el bajo nivel educativo de padres e hijos y la pobreza. Muchos de los hallazgos refuerzan el conocimiento de la trascendencia de los factores contextuales en la educación y, fundamentalmente, proporciona evidencia de la asociación entre bajo nivel educativo y pobreza.
No obstante, el uso práctico del presente trabajo dependerá de las decisiones y del interés de los administradores del Sector Educación, para aplicar los indicadores de evaluación y establecer programas que respondan a las necesidades de educación o talleres de difusión sobre el fenómeno del atraso escolar asociado a la pobreza, ambos orientados a la población adulta. Aún cuando aquí no se examinan las causas del atraso escolar este es un fenómeno social que explica el bajo nivel educativo de las personas. Por ello, se estima que será trascendente difundir la importancia de la educación como medio para superar la pobreza y persuadir a los padres de las ventajas que conlleva evitar el atraso escolar y/o el rezago a que son condenados los hijos no matriculados.
La validación de la hipótesis del círculo vicioso de la pobreza haciendo uso de la variable logro educativo podría ser discutible por el hecho de considerarse que dicha variable no refleja un resultado pleno del nivel o grado de educación alcanzado. Esto es, construida en función del año aprobado con relación a la edad normativa, muestra el grado alcanzado y omite el resultado de la enseñanza-aprendizaje. En todo caso, debe quedar claro que entre la variable utilizada en esta investigación, logro educativo de los hijos, y la variable logro de aprendizaje, existen diferencias importantes. Tengamos presente que la culminación de la secundaria dice sobre el mérito de haber alcanzado dicho nivel educativo pero, no habilita, en todos los casos, a dichos estudiantes para continuar con estudios superiores ni garantiza la obtención de un empleo en el mercado laboral.
No obstante, la variable logro educativo de los hijos satisface la necesidad de contar con una adecuada alternativa de indicador de resultado educativo y que además muestra un resultado relacionado con la influencia de variables contextuales, como es el caso de la variable años de educación de los padres, entre otras. La variable logro educativo aquí utilizada es un indicador de resultado porque señala a los estudiantes o jóvenes que, a una determinada edad, tienen un mérito alcanzado; esto es, haber aprobado, a una determinada edad cronológica, en o fuera de la edad normativa. En particular, dicha variable tiene la virtud de expresar un resultado desde la perspectiva de la demanda de educación, considerando que permite medir el interés de los padres por educar a sus respectivos hijos en la correspondiente edad normativa o el esfuerzo de los hijos por alcanzar el mérito de aprobar cada grado educativo.
La variable logro educativo no provee referencia alguna sobre la oferta del sistema educativo como tampoco es un indicador directo de la calidad del sistema de enseñanza. Solo de manera indirecta podría informar cierta apreciación sobre la enseñanza o asumirse que el mayor atraso escolar sería un efecto del escaso atractivo para retener a los estudiantes o del poco valor utilitario que le conceden los padres.
Desde la perspectiva de la oferta del servicio educativo, los resultados obtenidos permiten estimar que la evidencia de la interrelación entre pobreza y baja educación contribuirá a reforzar la vocación de los docentes y elevar el compromiso y capacidad de entrega inherente a su ejercicio profesional, sabiendo que es un agente importante en la transformación de una sociedad con alto componente de estudiantes pobres, cuyos padres, en su mayor parte, tienen secundaria incompleta o menor grado de educación. Sin duda, esa mayor capacidad de entrega profesional de los docentes se hará efectiva en la medida que se implementen mejores programas educativos y se eleve el nivel de formación y capacitación de los docentes.
La idea-fuerza de que un elevado nivel educativo es condición necesaria para alcanzar el desarrollo, no permite deducir que existe una relación lineal entre mayor educación y no pobre, porque mientras el estado de pobreza temporal de una persona educada podría ser cambiado en el corto plazo, la salida del estado de pobreza estructural de las comunidades requiere de la acción educativa prolongada y del desarrollo integral, en el largo plazo.
Un elemento trascendente para decidir el curso de la presente investigación fue determinar la población examinada. Se podría haber elegido a la población comprendida entre los 6 y 19 años de edad, pero el periodo tan corto de 6 a 11 años de estudios aprobados debilitaba el concepto de resultado que exigía la idea preestablecida sobre la variable dependiente. Es decir, la variable dependiente elegida no podría ser un simple indicador de año aprobado en o fuera de la edad normativa sino que además debía mostrar que una parte de la población examinada ha superado determinada prueba de continuidad en los estudios, es decir, cinco o seis años de primaria. De lo contrario no se podría hablar de resultado o logro educativo.
Es necesario agregar que la inclusión de los hijos sin educación, en el conjunto de la población examinada, es discutible porque ellos, propiamente dicho, no serían miembros del grupo de personas que han participado del sistema educativo. Sin embargo, se optó por incluirlos, considerando que este segmento no podía dejarse fuera del estudio a fin de no perder la perspectiva de la medición de todos aquellos que forman parte de una misma realidad frente al reto de contar con ciudadanos educados. No incluirlos habría significado una pequeña reducción de la tasa de hijos fuera de la edad normativa.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Luego de considerar los diversos resultados, particularmente los derivados del examen de la evidencia empírica, y de reflexionar sobre los mismos, se obtuvieron las siguientes conclusiones y recomendaciones.
Sin lugar a dudas, se puede sostener que existe una fuerte interdependencia entre el bajo nivel educativo y la pobreza. Esto es, la mayor educación de los padres y los más altos niveles de ingreso del hogar explican las tasas más elevadas de hijos en edad normativa; los hogares de los diferentes estratos de pobreza y áreas de residencia, son aportantes, en distintas proporciones, de los futuros pobres del país; y las altas tasas de hijos con atraso mayor a un año están asociados al bajo nivel educativo de los padres, a la residencia rural y al estado de pobreza.
La hipótesis de la circularidad de la pobreza que afirma la asociación entre escasa educación y pobreza, como un proceso secular que se transmite de padres a hijos fue probada mediante el análisis de regresión y confirmada con el análisis de frecuencias del cruce de variables. Las regresiones mostraron la existencia de una relación directa entre las variables independientes años de educación del padre, años de educación de la madre e ingreso del hogar y la variable dependiente logro educativo. Por su lado, el análisis de frecuencias cruzadas reveló que las familias de hogares con menores ingresos, cuyos jefes tienen bajo nivel educativo, alcanzan las más bajas tasas de hijos en edad normativa y las más altas proporciones de hijos con atraso escolar mayor a un año.
El examen de las variables independientes, explicativas del logro educativo de los hijos, ha permitido encontrar algunas variables fácilmente observables tales como años de estudio del jefe (a) de hogar, años de estudio del cónyuge y material del piso de la vivienda. Esto no ocurre con otras variables igualmente importantes como el ingreso del padre o ingreso del hogar, las cuales requieren de un complejo proceso de recolección de datos y de construcción de las mismas.
El segmento examinado, hijos del jefe de hogar, es aproximadamente el 15 % de la población peruana en 1998 y se distribuye, según el logro educativo determinado en función del año aprobado, respecto de su correspondiente edad normativa, en 0,6 % sin educación, 41,1 % con atraso mayor a un año, 21,4 % con atraso de un año y 36,8 % en edad normativa.
De la población examinada que debieron matricularse en primaria o secundaria, aproximadamente uno de cada cuatro no lo hizo en 1998. Entre los matriculados (as) en la edad normativa fueron el 46 % en el segmento de las mujeres y 40 % en el segmento de los varones y, en el promedio de hijos en edad normativa, las mujeres alcanzaron una mayor proporción que los varones, 40 % y 34 %, respectivamente.
La mayor educación del padre determina tasas de hijos en edad normativa más elevadas. Así, dicha tasa es apenas el 6 % en padres sin educación y el 65 % en padres con educación superior; en tanto, en los padres con secundaria completa es casi el doble (46 %) que en los padres con primaria (24 %).
El mayor aporte relativo de hijos con atraso escolar superior a un año o hijos sin educación esta muy asociado a los hogares del área rural; sin embargo, tanto en el área urbana como en la rural, los padres con primaria o sin educación son los principales aportantes de hijos con atraso escolar mayor a un año.
El fenómeno del atraso escolar no es exclusivo de un determinado tipo de hogar, porque este lo encontramos en casi todos los segmentos, sean hogares con ingresos elevados o con jefes (as) con secundaria completa o superior. Por ello, los hogares cuyos jefes cuentan con educación superior también contribuyen con hijos con atraso escolar mayor a un año (12 % en el área urbana y 18 % en el área rural).
El examen del estado civil de los padres muestra una mayor tasa de hijos en edad normativa para el caso de los jefes (as) de hogar casados con relación a las demás categorías de estado civil de los mismos (el 40 % de hijos de jefes o jefas casados versus el 29 % de hijos de padres o madres convivientes), con excepción del caso de los padres solteros.
Las categorías ocupacionales del jefe (a) más predominantes son trabajo independiente (50 %), obrero (21 %) y empleado (15 %). Los padres comprendidos en las dos primeras categoría son los que requieren mayor apoyo educativo y son los que tienen las más bajas tasas de hijos en edad normativa, 29 % y 36 %, respectivamente. En cambio, la mayor participación de hijos en edad normativa, corresponde a los padres ocupados como empleados (60%).
Existe una relación directa entre el ingreso del hogar y la tasa de hijos en edad normativa; así, mientras en el primer quintil, el ingreso más bajo, dicha tasa es el 28 %, en el quinto quintil, el ingreso más elevado, el 51% de los hijos está en edad normativa.
El número de miembros del hogar y el número de hijos del jefe de hogar, son variables que están asociados en una relación inversa con la tasa de hijos en edad normativa; es decir, los hogares con mayor número de miembros o de hijos son los que alcanzan las menores de tales tasas. Así, están en edad normativa el 44 % de hijos de los hogares con 2 y 3 miembros versus el 27 % en los hogares con mas de 6 miembros; el 25 % en los hogares con 5 y más hijos y el 48 % en los hogares con 2 hijos.
El mayor esfuerzo de gasto del hogar en útiles escolares, está asociado a mayores tasas de hijos en edad normativa y a menores tasas de hijos con atraso escolar mayor a un año. Con relación al gasto escolar (uniforme, útiles, APAFA y otros, durante los últimos tres meses), los hogares que gastan US$ 50 o menos, tienen uno de cada tres hijos en edad normativa y los hogares que gastan US$ 50.1 o más, tienen uno de cada 2 hijos en edad normativa.
Los centros educativos a los que concurre cerca del 90 % de la población examinada son de gestión estatal. Por distintas razones, las mismas que no son de exclusiva competencia de la gestión estatal, asisten en edad normativa el 35 % en los centros de gestión Estatal y el 67 % en los centros de gestión no Estatal.
Aún cuando el Estado mantiene una decidida política de inversión en escuelas, esta no ha logrado atender la integridad de dichas necesidades. En ese sentido, la demanda de inversión social del Estado en infraestructura para la educación puede ser mejor entendida al considerar que de los centros educativos existentes, el 71 % cuenta con los servicios de agua, desagüe y electricidad y el 12 % no tiene ninguno de tales servicios básicos.
Existe una relación directa entre el cuidado de la salud de la madre y el logro educativo, cuidado, en este caso relativo a los exámenes de mamas y de papanicolaou. Así, se observa que las madres que accedieron a ambos exámenes tienen mayores tasas de hijos en edad normativa (43 %) en comparación con aquellas que no lo hicieron (34 %). No obstante, se estima que aún son pocas las madres que aceptan tales exámenes (10 %).
La disponibilidad de medios de comunicación contribuye a elevar el logro educativo, de modo tal que, mientras los hogares con ningún aparato o con solo radio alcanzaron tasas de 64 % o más de hijos con atraso mayor a un año, los que tienen TV y teléfono o celular alcanzaron las mayores proporciones de hijos en edad normativa (40 % y 60 %, respectivamente).
Los análisis estadísticos confirman escasa capacidad de las variables independientes para discriminar entre hogares con hijos en edad normativa y hogares cuyos hijos tienen atraso de un año. En cambio, es observable la existencia de una proporción equivalente de hijos con atraso de 1 año en casi todas las edades de la población examinada (alrededor del 20 % para los comprendidos entre 12 y 17 años de edad), que podría indicar una regularidad específica para la realidad peruana y que, en parte, se explica por la responsabilidad de las familias en el inicio tardío de los niños que ingresan al primer grado de primaria (53 %).
El contexto rural y el estado de pobreza establecen las diferencias mas generalizadas en el logro educativo, de manera tal que la población rural y pobre es la que tiene menor probabilidad de estudiar dentro de la edad normativa. Así, mientras uno de cada dos hijos del área urbana estudia en la edad normativa, eso mismo ocurre con menos de uno de cada cuatro en el área rural (23 % en los pobres y 14% en los pobres extremos). Esta constatación de la relación entre pobreza y bajo logro educativo permite afirmar que los hogares en actual situación de pobreza son las principales fuentes en la generación futura de pobres.
Un aspecto importante, que no debe pasar desapercibido, es que en los hogares actualmente no pobres se estaría generando parte de la futura población pobre, dado que ellos albergan a una parte de los hijos con atraso escolar mayor a un año (24 % en hogares urbanos y 43 % en hogares rurales).
El gasto social destinado a programas de educación debe considerar que aún cuando los no pobres tienen una menor proporción de hijos con atraso mayor a un año que en los hogares pobres (27,7 % y 53,2 %, respectivamente), los volúmenes de ambos componentes son equivalentes.
En cada estrato de pobreza según el indicador NBI, con independencia del ingreso del hogar, las mayores proporciones de hijos en edad normativa corresponden a aquellos hogares en los que el jefe (jefa) cuenta con secundaria completa o educación superior; esto es, más del 52 % en los hogares no pobres, más del 46 % en los hogares pobres y algo más del 34 % en los pobres extremos.
En los hogares no pobres, con jefes (as) con secundaria incompleta o menor educación y con ingresos menores o iguales al quintil II tienen tasas de hijos con atraso mayor a un año (46 %) más elevadas que los hogares ubicados en el quintil III o superiores (34 %).
En los hogares pobres, lo relevante es que las diferencias en los ingresos del hogar no marcan distinciones considerables en los resultados educativos de aquellos hogares con jefes que tienen secundaria incompleta o menos educación, dado que en los dos grupos de ingreso, II quintil o menos y III quintil o más, las tasas de hijos con atraso mayor a un año es 59 %. En tal sentido, para determinadas acciones de política educativa dirigida a los pobres (o pobres extremos) no tendría sentido distinguir en función del nivel del ingreso del hogar.
Asumiendo la importancia de contar con variables observables para el establecimiento de políticas educativas, se recomienda no hacer diferenciaciones en función del nivel de ingreso de los hogares, y utilizar, en la segmentación de la población, solo dos indicadores, años de estudio del padre (madre) y el estrato de pobreza. Este último, sería operacionalizado usando el indicador material del piso de la vivienda con dos categorías, no pobres para los que tienen piso de cemento, parquet o madera y pobres para los que tienen piso de tierra.
Los hogares pobres (65 %) y de extrema pobreza (72 %) se concentran principalmente en el rango de US$ 1 a US$ 50 de gasto escolar en los últimos tres meses (uniforme, útiles escolares y otros). Este hallazgo, corroborado por las pruebas del análisis discriminante, indica que no habría alguna razón importante para establecer distinciones entre pobres y pobres extremos, si de lo que se trata es ofrecer algún apoyo en educación. Asimismo, este escaso nivel de gasto y las reducidas tasas de hijos en edad normativa (27 % y 18 %, respectivamente) permiten presumir que en ambos estratos serían pocos los que cuenten con un definido potencial para salir de la pobreza, confiando en los frutos de la educación.
De todas las variables independientes consideradas en el examen para la elección de variables instrumento de política educativa, las que mostraron una importante cualidad diferenciadora de los grupos de logro educativo fueron tres, material del piso, años de estudio aprobados por el jefe y gasto escolar (uniforme y otros durante los tres últimos meses).
La tenue capacidad discriminatoria de las variables independientes sobre el logro educativo de la población pobre, permite proponer como única variable instrumento años de educación del padre, privilegiando las acciones destinadas a hogares cuyos jefes tienen secundaria incompleta o menor educación. Además, el asunto de fondo con dicha población es la continuidad en el sistema educativo del 50 % de sus hijos con atraso mayor a un año. De cualquier modo, habría que trazar una política educativa que preste atención a las diferentes causas del atraso escolar.
En el segmento de los hogares no pobres es distinguible el grupo con piso de tierra y con jefes (as) de hogar con menos de 11 años de estudio (4 % del total de hijos), por tener participaciones elevadas de hijos con atraso mayor a un año (41 %). Este grupo podría ser beneficiario de alguno o de los mismos instrumentos planteados a favor de los pobres.
En conjunto, luego del tamiz que la sociedad somete a la población, en este caso en función de los atributos educativos, se esperaría que la futura población no pobre pudiera estar integrada con los siguientes componentes de los actuales estratos de pobreza: 35,9 % de no pobres, 14,3 % de pobres y 6 % de pobreza extrema. En total, ellos reproducirían una estructura de 56 % de no pobres y de 44% de pobres y pobres extremos.
El conjunto de hijos de hogares en situación de pobreza (pobres y pobres extremos) presenta necesidades de educación que son deducibles de las siguientes principales características: aproximadamente el 80 % posee padres con secundaria incompleta o menos educación, el 60 % realiza un gasto escolar menor a US$ 50 (uniforme, útiles escolares y otros, en los últimos tres meses) y el 68 % dispone de radio o TV. Además el 80 % de los pobres no supera, en promedio, el 45 % de hijos en edad normativa (incluido los atrasados 1 año).
De los indicadores sugeridos, se establece que entre los no matriculados en la población examinada (24 % urbanos y 28 % rurales) en 1998 había un importante segmento de hijos en edad normativa (incluido atrasados un año), 48 % en los urbanos y 19 % en los rurales. Estas cifras podrían utilizarse para aplicar algún programa de seguimiento y monitoreo con el propósito de reincorporar al sistema educativo, al menos esta parte de la población no matriculada.
Las razones ofrecidas como sustento del abandono escolar permiten una segunda lectura. Así, los que dijeron que trabajan y tienen problemas económicos, en definitiva indicarían que el 53 % tiene la necesidad económica de complementar el ingreso familiar. Del mismo modo, el 21 % de las respuestas estaría aludiendo la falta de calidad educativa, sumando las razones no me interesa o no me gusta el estudio, sacaba bajas notas y se prepara para estudios superiores.
Son muchas las vertientes que alimentan el proceso educativo de una sociedad y se advierte que la efectividad de los instrumentos de política educativa, a favor del mejoramiento del resultado educativo, dependerá en mucho del acompañamiento de otras muy diversas acciones, provenientes del modelo o estilo de desarrollo nacional y de la construcción de la moral colectiva.
A las autoridades del Sector Educación se les recomienda considerar el uso de los indicadores y la aplicación de los instrumentos de política educativa, sugeridos en el presente documento, teniendo en consideración que algunos de ellos requieren de algunas especificaciones previas.
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