Lo que sí queda claro, en todos los grupos de edad quinquenal de los padres, es que el significativo peso de los padres con educación primaria (49 % de los hijos; ver cuadro Nº VII.6) arrastra hacia abajo el componente de hijos aprobados en edad normativa. Asimismo, es muy objetivo el efecto de la educación de los padres en el resultado educativo de los hijos, como es el caso de los padres con primaria (en los diferentes grupos quinquenales de edad), quienes alcanzaron el 14 % de hijos en edad normativa y 28 % de hijos con atraso de un año; proporciones que son las más bajas en todos los casos de padres con algún año de educación. Por otro lado, con independencia de la edad de los padres los hijos de padres con primaria o que no tienen estudio, son los que alcanzan las mayores tasas de atraso mayor a un año. Ver anexo Nº4.

No se puede soslayar la mayor influencia positiva que se observa sobre el logro educativo en edad normativa, en el caso de los hijos de las jefas de hogar con relación a los jefes de hogar, en el segmento de los padres (madres) con educación primaria (31 % versus 20 %) y en el segmento de las y los que tienen educación superior (71 % versus 66 %). La mayor influencia positiva sobre el logro de hijos en edad normativa, se presenta en el caso de los jefes de hogar con relación a las jefas de hogar, solo en el segmento de los que cuentan con educación secundaria (66 % versus 59 %). Ver anexo Nº 5.

El examen del estado civil de los padres muestra un mayor logro de hijos en edad normativa para el caso de los jefes (as) de hogar casados con relación a las demás categorías de estado civil de los mismos (el 40 % de hijos de padres o madres casados versus el 29 % de hijos de padres o madres convivientes), con excepción del caso de los padres solteros. Los hijos de estos últimos, aunque pocos (casi 1 %), son los que alcanzan las mayores participaciones en de logro educativo en la categoría de edad normativa (46 %). Estas evidencias de logro educativo más elevados en el caso de los padres casados estarían aludiendo también a otras cualidades de la familia que van más allá del solo asunto del estado civil, cual es, la mayor probabilidad de estabilidad económica y el referente social de una familia integrada. Ver cuadro Nº VII.10.

La condición de ocupación del padre (madre), ocupado y desocupado, muestra diferencias en su respectiva influencia sobre la educación de los hijos, tanto por el vínculo de esta variable con el ingreso y por lo temporal del efecto de dicho indicador social, en el caso de los desocupados. Es decir, la condición de desocupado no es un estado permanente en el tiempo, considerando que la mayoría de las personas deben trabajar para vivir y para satisfacer sus necesidades de ingreso solo pueden aceptar la desocupación de manera temporal. Así, la condición de ocupación del jefe (a) refleja un pequeño diferencial a favor del componente de hijos en edad normativa para los ocupados (37 %) respecto de los demás componentes: desocupados abiertos, desocupados ocultos y no miembros de la PEA. Ver cuadro Nº VII.11.

La distribución de las categorías ocupacionales del jefe (a) si nos permite apreciar el efecto diferenciador sobre el logro educativo de los hijos, considerando que entre ellos, los de mayor participación, los trabajadores independientes (50 %) y los obreros (21 %) tienen los más bajos logros educativos en sus hijos; tanto así que en dichas ocupaciones, los hijos aprobados en edad normativa participan con el 29 % y el 36 %, respectivamente. En cambio, el mayor logro de hijos en edad normativa, se dio con los padres ubicados en la categoría empleados (60%). Este último resultado, relativo a la categoría ocupacional empleados, se explicaría por estar asociado a la mayor estabilidad laboral en sus respectivas actividades y, en particular, al mayor nivel educativo de los jefes de hogar que integran dicha categoría. Ver cuadro Nº VII.12

La distribución del logro educativo de los hijos según la categoría ocupacional del padre y el área de residencia del hogar, permite señalar que en las categorías de dicho logro, las ocupaciones de mayor concentración son patrón, trabajador independiente y empleado en el caso de los residentes de área urbana; no así en los residentes de área rural, entre los cuales predomina ostensiblemente la categoría ocupacional independiente. Esto se explicaría por la naturaleza de las actividades laborales mas predominantemente agropecuarias e informales de la población rural. Entre tales categorías ocupacionales, los padres que laboran como empleados son los que alcanzan la mayor tasa de hijos en edad normativa (60 %). Ver anexo Nº 6.

Entre otros elementos explicativos de que los padres agrupados en las categorías ocupacionales trabajador independiente y obrero, tengan los mayores componentes de hijos con atraso mayor a un año, 49 % y 43 %, respectivamente, es probable argumentar que ello se deba, en parte, a la mayor incertidumbre del mercado laboral que predomina en tales actividades, lo cual les impide la permanencia en la PEA ocupada y, al significativo peso, entre sus miembros integrantes, de muchos vendedores informales y campesinos sin tierra, con trabajo temporal y en ambos casos en situación de pobreza o pobreza extrema.

El ingreso de los hogares también es una de las variables que tiene mucha fuerza en la determinación del logro educativo de los hijos. Así, a medida que las familias avanzan de un quintil de ingresos del hogar () inferior a otro superior, se observa que la población de hijos en edad normativa incrementa su participación (28 % en el primer quintil y 51% en el quinto quintil). Además, se observa que los hogares con ingresos iguales o superiores al tercer quintil, son los que tienen las tasas de hijos en edad normativa por encima del promedio nacional. Ver cuadro Nº VII.13.

Observando la asociación entre las variables quintil de ingresos del hogar con el logro educativo, en el gráfico Nº VII.7, no se percibe la influencia positiva mucho más marcada que ocurre con la variable años de estudio del jefe de hogar. Es decir, lo que vemos en el gráfico Nº 7 son diferencias muy pequeñas en las proporciones de hijos en edad normativa entre el primer y segundo quintil y, en general, el paso de un quintil inferior a otro inmediato superior no determina cambios significativos en el logro educativo de los hijos.

Desagregando la variable ingreso del hogar según el área de residencia y comparando entre los segmentos de hijos con atraso mayor a un año (incluye sin educación) y los hijos en edad normativa (incluye atraso de 1 año), se advierte que la diferencia entre ellos es notoria por la mayor concentración de los primeros en los quintiles I y II, que corresponden a los hogares de menor ingreso, tanto en el área urbana como en la rural. Asimismo, los hijos con las más altas tasas de atraso mayor a un año corresponden a los quintiles I y II de los hogares del área rural, 67 % y 69 % respectivamente. Lo trascendente de este examen del ingreso, es constatar que los ingresos bajos (quintiles I y II) siendo una restricción para la educación, no impide que más del 31 % de los hijos del área rural, y por encima del 56 % del área urbana tengan atraso de un año o estudien en edad normativa. Ver cuadro Nº VII.14.

La distribución del logro educativo en función del ingreso bruto mensual de los padres (jefe o jefas) muestra ser similar a la observada con los ingresos del hogar, en ambos casos agrupados en quintiles. Asimismo, se aprecia que las tasas de hijos aprobados en edad normativa se elevan a medida que se pasa de un quintil inferior de ingresos del padre a otro superior y, se observa una relación inversa entre ingreso del jefe y la categoría atraso mayor de un año. Ver cuadro Nº VII.15.

El número de miembros del hogar y el número de hijos del jefe de hogar, están asociados en una relación inversa con el logro educativo en la categoría edad normativa; es decir, los hogares con mayor número de miembros o de hijos son los que alcanzan menores participaciones de hijos en edad normativa. Así, están en la edad normativa el 44 % de los hogares con 2 y 3 miembros versus el 27 % en los hogares con mas de 6 miembros. Ver anexo Nº 7.

De manera similar, en el caso de los hogares con más hijos, la frecuencia de logro educativo en edad normativa es menor que en los hogares con pocos hijos (el 25 % en los hogares con 5 y más hijos versus 48 % en hogares con 2 hijos). Asimismo, los hogares con cuatro o más hijos son aquellos que cuentan con las mayores proporciones de hijos con atraso escolar superior a un año (44 % con cuatro hijos y 54 % con 5 y más hijos). Ver cuadro Nº VII.16.

El gasto del hogar en útiles escolares indica que suman 14 % los estudiantes cuyos hogares no realizaron ningún desembolso en dichos materiales y, que a pesar de esto, lograron importantes participaciones de hijos con un año de atraso (34 %) y en edad normativa (40 %). El grupo mayoritario está conformado por aquellos que gastaron entre 10.1 y 50 dólares (56 %). Aquí, se observa al menos dos comportamientos positivos de las familias, respecto a la educación de los hijos. Primero, que a mayor esfuerzo de gasto escolar en útiles escolares, las familias alcanzan mayores tasas de hijos en edad normativa. Segundo, que en esas mismas familias, el incremento en ese tipo de gasto escolar les significa reducir ampliamente el componente de hijos con atraso escolar mayor a un año (8 % de atraso mayor a un año en las familias que gastan mas de US$ 50). Ver cuadro Nº VII.17.

La participación de los hogares en los gastos en pensión escolar es muy pequeña (1 %). Sin embargo, entre las familias con capacidad de gasto hay quienes superan los mil dólares de gasto mensual, destinados a cubrir la pensión, la movilidad y otros gastos escolares. En estas ultimas familias, los hijos alcanzan elevadas proporciones de aprobados en edad normativa (oscilan entre 55 % y 97 %). Ver anexo Nº 8.

Aún cuando las diferencias en los montos de gasto destinado a la matrícula escolar son altamente pronunciadas de un hogar a otro, se percibe que la mayoría de las familias (65 %) realiza este tipo de pago a los centros educativos. Esta comprobación esta revelando que aún cuando se haya establecido que la enseñanza básica es gratuita en las escuelas de gestión estatal, se crean algunas formas de contribución en términos de matrícula al inicio de cada periodo anual de la enseñanza. Así, en el siguiente cuadro Nº VII.18, se observa que del total de los estudiantes de 12 a 19 años de edad de centros educativos de gestión estatal, el 63 % ha realizado algún pago por concepto de matrícula.

Complementariamente, se puede afirmar que de la población examinada (75 % responde esta pregunta), el 35 % no realizó ningún pago de matrícula y que dicho comportamiento no impidió que una parte de los mismos aprobaran con un año de atraso o en edad normativa. El gasto más elevado en matrícula de la mayoría de los estudiantes de 12 a 19 años, integrado por pagantes y no pagantes (74 %) no supera los US$ 10, y los hogares que pagan matrícula por un monto superior a los US$ 50 dólares sólo constituyen el 6 %. Ver cuadro Nº VII.19. En la población del área rural se presenta una mayor concentración de los hogares que no realizaron ningún gasto de matrícula (42 %), que en el área urbana (31 %). Ver anexos Nº 9.

El gasto acumulado del hogar en uniforme, calzado, útiles, matrícula, APAFA y otros, efectuados en los últimos tres meses, que denominaremos gasto escolar, permite observar que las familias hacen un esfuerzo de gasto privado en la educación de sus hijos. Cabe advertir que esta pregunta no la respondieron todos los hogares sino aproximadamente el 75 % que son matriculados y que de ellos el 93 % gasta US$ 10 o más en dichos conceptos. Asimismo, se aprecia que los hogares que más gastan en dichos requerimientos escolares son los que mayor logro educativo alcanza en sus hijos.

En el conjunto de hogares, este tipo de gasto escolar es realizado por casi todas las familias y el 45 % gasta entre US$ 10 y 50 US$ dólares. Entre las variables logro educativo y gasto escolar de los hogares también se presenta una relación directa; es decir, el mayor gasto escolar de las familias en tales enseres retribuye obteniendo mayor tasa de hijos en edad normativa (46 % en los hogares que gastan entre US$ 10 y 50 US$ dólares y 72 % en los hogares que gastan más de US$ 50). Además, se percibe que en los hogares que gastan entre US$ 1 y US$ 10, la proporción de atraso escolar mayor a un año es uno de cada dos adolescentes de 12 a 19 años de edad. Ver cuadro Nº VII.20.

Tratando de encontrar separaciones pronunciadas entre grupos de logro educativo mediante la variable gasto escolar, durante los últimos tres meses, es posible hacer un corte entre los hogares que gastan US$ 50 o menos y los hogares que gastan más de US$ 50. Haciendo dicha separación se advierte que en el segundo de los grupos mencionados, el segmento de hogares que gasta entre US$ 50.1 y US$ 100.0 tienen uno de cada 2 hijos en edad normativa y los del segmento inmediato inferior, esto es, los que gastan entre US $10.1 y US$ 50.0, tienen uno de cada tres hijos en edad normativa. Ver gráfico Nº VII.8