4.2 PRODUCTOS QUIMICOS TOXICOS

Las estadísticas sobre utilización de agentes bioquímicos se refiere tanto al empleo de fertilizantes artificiales para enriquecer los suelos como al uso de plaguicidas para proteger de enfermedades a animales y plantas. Otros productos químicos aceleran el crecimiento de la biota y preservan y mejoran la calidad y apariencia de los productos biológicos. La difusión de agentes bioquímicos genera efectos ambientales a través de los sistemas cíclicos y la acumulación de contaminantes en el agua, la tierra y en las especies. El nitrógeno y el fósforo de los fertilizantes químicos aumentan en las corrientes de agua y en el agua potable. Los plaguicidas, en cambio, son de mayor complejidad química, pueden clasificarse según, su condición o naturaleza, las plagas a las que atacan, persistencia en el ambiente, su toxicidad e inclusive por su presentación comercial (formas de empaque o de uso). Sin embargo, el parámetro más aconsejable es el químico, ya que, además de establecer una correlación entre estructura y funciones permite conocer su toxicidad y degradaciones. De esta manera, los plaguicidas se clasifican en insecticidas, herbicidas, fungicidas y otros, como fumigantes, nemanticidas y rodenticidas.

Los plaguicidas son utilizados principalmente para combatir a las plagas que atacan los cultivos agrícolas y controlar a los vectores de enfermedades transmisibles como la malaria, fiebre amarilla, enfermedad de chagas, dengue y otras, a pesar de que los plaguicidas son cada vez más costosos y su efectividad tiende a menguarse dada la resistencia que adquieren las plagas.

Insecticidas, a raíz del éxito alcanzado por el DDT después de la Segunda Guerra Mundial, estos plaguicidas sintéticos tienen amplia aplicación en la actualidad. Se subdividen en inorgánicos, botánicos y sintéticos.

Entre los inorgánicos están el plomo, el arsénico y el cobre, aunque actualmente casi no se utilizan, los botánicos, como el piretro, obtenidos a partir de plantas y en combinación con otros ingredientes, son productos de baja persistencia y elevado costo, por lo que se aplican muy poco, y los sintéticos organoclorados, organofosforados, carbámicos, piretroides, organometálicos, feromonas y reguladores del crecimiento, que son de más amplio uso y que mayor alteración han provocado en las prácticas agrícolas y en los sistemas de tratamiento a la salud pública.

Entre estos últimos sobresalen los insecticidas organoclorados, provenientes de hidrocarburos clorados, como el HCH, DDT, aldrín, dieldrín y endrín, que actúan como venenos estomacales y de contacto y, en consecuencia, representan un grave riesgo para las personas expuestas y para los ecosistemas. Los organofosforados, ésteres de ácido fosfórico, son compuestos formados por un alcohol y un ácido por la eliminación del agua, al inhibir la actividad de algunas enzimas provocan que ciertos impulsos de éstas no se transmitan normalmente.

Herbicidas, son sustancias utilizadas para destruir o controlar el crecimiento de malezas o hierbas indeseables y se clasifican en orgánicos e inorgánicos.

Los trazínicos, cuyos compuestos más comunes son la simazina y atrazina, actúan como inhibidores de la fotosíntesis y depresores de los procesos de germinación. En el ambiente, son moderadamente persistentes y algunos de ellos pueden llegar a contaminar los mantos freáticos, por contacto con la piel o por ingestión pueden provocar en el hombre graves intoxicaciones. Los bipiridílicos, compuestos como los dibromuros y dicloruros, intoxican los tejidos en la maleza, se degradan rápidamente en la naturaleza y de absorberse por la vía cutánea o respiratoria pueden provocar intoxicación aguda y efectos posteriores, por lo que en varios países han restringido su aplicación sobre todo en el caso de la paraquat.

Fungicidas, fueron ideados para evitar los daños que provocan los hongos a diversos cultivos, vegetales, plantas y maderas. Existen tres tipos, inorgánicos, organometálicos y orgánicos. Por su importancia lograda durante los últimos años tienden a desplazar a los insecticidas.

Entre los principales fungicidas inorgánicos, aplicados contra los hongos que atacan cultivos, se encuentran el azufre y el cobre. El primero se obtiene de depósitos naturales y actúa bloqueando algunas enzimas que intervienen en el mecanismo respiratorio del organismo intruso, es persistente y representa una fuente de alta toxicidad para los mamíferos. El cobre, extraído de derivados cúpricos, y usado como el primer fungicida protector de semillas, es moderadamente soluble al agua y perturba el crecimiento de los hongos. Por tener funciones esenciales para el organismo humano, si se ingiere en altas concentraciones puede provocar la muerte.

Los fungicidas organometálicos aprovechan la toxicidad de los hongos debida a los metales, por lo que alteran la estabilidad celular de esos organismos. En este grupo están los organoestáticos, de reciente creación, que a través del estado inhiben algunas funciones en la mitocondria, y los organomercuriales (utilizados desde hace muchos años) que tratan principalmente de evitar enfermedades fúngicas antes de la germinación y durante el crecimiento de las plantas los fungicidas orgánicos, divididos en diotiocarbamatos, derivados fenólicos y ftalmídicos, sulfonamidas, bencimidazoles, tiofanatos, oxatiinas y pirimidinas, son importantes por su notable aplicación en la agricultura y en la industria. Sus efectos en el ambiente suelen ser transitorios y reversibles por lo que hasta ahora ninguno de ellos ha sido prohibido.

Otros plaguicidas, fumigantes, nemanticidas y rodenticidas. Los dos primeros se utilizan para controlar las plagas que perjudican a los granos almacenados y los cultivos de cítricos. Se caracterizan por una elevada capacidad de dispersión, así como por ser de baja reactividad química y no explosiva. Suelen tener baja persistencia en el ambiente, aunque tienen un extraordinario poder de penetración en los humanos a través de la piel, por lo que representan un riesgo elevado para las personas que los manejan.

Para controlar a los roedores se han usado muchas sustancias, entre ellas el arsénico. Actualmente, los rodenticidas pueden dividirse en naturales, que provienen de plantas o sustancias inorgánicas, y sintéticos, que producen venenos agudos y crónicos, fumigantes y anticoagulantes.

El efecto de estos últimos es muy grave tanto en el hombre como en la naturaleza. Por ejemplo, en las zonas rurales pueden causar daño indeseado a otras especies y en los individuos un daño agudo o crónico, por ello, la Organización Mundial de la Salud ha prohibido el uso de los rodenticidas, como los compuestos de talio, la estricnina y el fluoroacetato de sodio, los efectos tóxicos ocasionados por los plaguicidas dependen básicamente del tipo de substancia, de la vía de penetración al organismo (oral, dérmica o inhalatoria), de la intensidad de la dosis y de la duración de la exposición.

En el caso de los plaguicidas organoclorados, los efectos tóxicos agudos (que se producen en periodos de tiempo cortos) debidos a la exposición de bajas dosis son, nerviosismo, hiperexcitabilidad, parpadeo excesivo y debilidad muscular, cuando las dosis son intensas producen parálisis, convulsiones de tipo clónico y muerte.

En general, los plaguicidas organoclorados interfieren con la transmisión axónica de los impulsos nerviosos, por lo que alteran, principalmente, la función del sistema nervioso a nivel cerebral. Producen cambios de comportamiento, disturbios sensoriales y del equilibrio, actividad involuntaria muscular y depresión de los centros vitales, particularmente del centro respiratorio, cuando la exposición a plaguicidas organoclorados es en baja dosis y por periodos prolongados, producen efectos de naturaleza citotóxica (como mutagénesis y carcinogénesis), endocrinológica, inmunológica y sobre el metabolismo de las vitaminas.

Los plaguicidas organofosforados son tóxicos la mayoría de las intoxicaciones que ocurren entre los trabajadores del campo son debidas a la exposición a plaguicidas organofosforados, ya que estos productos tienen una gran demanda en el combate contra las plagas agrícolas.

El nitrógeno es uno de los nutrientes principales de las plantas. Sin embargo, el uso intensivo de los fertilizantes nitrogenados puede originar efectos colaterales indeseables al medio ambiente. Es una fuente principal de difusión en la contaminación de sistemas de agua, junto con los fosfatos y los nitratos, juega un papel importante en la eutroficación de los ríos, lagos costas. La contaminación con nitrato de las aguas subterráneas es causante de serios problemas, los nitratos pueden también causar efectos negativos a la salud humana.

Las vías de acceso de los plaguicidas son, inhalatoria, dérmica, gástrica y placentaria, cuyas repercusiones varían de acuerdo con el individuo y las circunstancias de exposición. Algunos síntomas, resultado de pequeñas alteraciones continuas, son náuseas. insomnio, baja en la capacidad retentiva, disminución del campo visual, accesos de depresión o de violencia, aumento en la irritabilidad, baja momentánea o permanente de la resistencia inmunológica, entre otros.