Las relaciones de parentesco
constituyen la base de la organización social y política
de las comunidades indígenas de la Amazonía. Impuestas
por el nacimiento, las relaciones de parentesco son de por vida,
estatutarias e intangibles y es a partir de ellas que se define
la posición del individuo en las relaciones de producción
y reproducción en los diferentes momentos de su existencia.
(Meillassoux, 1979). De esta manera, en la formación de
familias extensas conformadas como unidades económicas
de producción, consumo y distribución, el sistema
de reciprocidad se define en función de los derechos y
las responsabilidades que determinan las normas de parentesco.
Asimismo, el prestigio y la reputación del jefe del grupo familiar se define en función de su capacidad para dirigir un grupo importante de personas que dependen de él. Entre los Chayahuita, por ejemplo, el mantener varias mujeres (poligamia) y conducir un grupo de hombres (generalmente sus yernos) permite asegurar la autoridad y estabilidad familiar. |
El sobrepoblamiento que podría derivarse de esta forma de organización, se evita por la salida del grupo de los nuevos chamanes (jefes de grupo), preparados y formados por el chamán del grupo del cual surgen.
Una persona que se ha formado como chamán competirá en determinado momento con su maestro o con otros que poseen la misma instrucción y tratará de aumentar su prestigio mediante la poligamia, o formando jóvenes, quienes durante su aprendizaje estarán a sus órdenes, lo que permitirá consolidar su reputación frente a los otros (CAAAP, 1992). La poligamia se constituye en uno de los mecanismos para mantener el prestigio del jefe del grupo familiar, lo cual influye directamente en las características del estado civil o conyugal de las poblaciones indígenas, que presentan marcadas diferencias por sexo y por edad. | La poligamia se constituye en uno de los mecanismos para mantener el prestigio del jefe del grupo familiar, lo cual influye directamente en las características del estado civil o conyugal de las poblaciones indígenas. |
La tendencia general por edad para los
grupos más jóvenes es el estado núbil, aunque
por los condicionamientos mencionados, son las mujeres quienes
a edades más tempranas inician una vida de pareja.
Asimismo las reglas de residencia se establecen bajo criterios de matrilocalidad, o más precisamente de uxorilocalidad (residencia de la familia de la esposa), asegurando al mismo tiempo, la mano de obra para el trabajo productivo del grupo familiar. En este tipo de sistemas ginecoestáticos la reproducción del grupo descansa únicamente sobre las capacidades genésicas de las mujeres nacidas en el grupo (Meillassoux, 1979), lo que explicaría adicionalmente las altas tasas de fecundidad imperantes en estas comunidades. |
En situación de convivencia o
unión de hecho encontramos al 15% de las mujeres y al 4%
de los hombres de 15 a 19 años. En cambio los matrimonios
para este mismo grupo de edad sólo constituye el 5%, en
el caso de las mujeres, y el 1% para los hombres.
En grupos de edad menores (12-14) las uniones de hecho no exceden al 1% en el caso de los varones y al 2% en el de las mujeres. Similares proporciones se observa para el caso de matrimonios. Analizando por pueblos étnicos la situación de unión conyugal es más alta entre las jóvenes Aguaruna de 15 a 19 años (19%), las Shipibo-Conibo (18%) y las Campa Pajonalino (17%). Similar condición presentan los hombres de los pueblos Campa Nomatsigüenga (7%) y Campa del Gran Pajonal (11%). | Analizando por pueblos étnicos la situación de convivencia es más alta entre las jóvenes Aguaruna de 15 a 19 años (19%), las Shipibo-Conibo (18%) y las Campa Pajonalino (17%). |