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2.2 El Índice de Desarrollo Humano Relativo al Género
El Índice de Desarrollo Humano Relativo al Género (IDG) mide el grado de disparidad en el adelanto medio del desarrollo humano ajustado a la condición de género. Al calcularse el IDG, se consideran los adelantos generales logrados tanto por los hombres como por las mujeres, en las tres variables del índice de desarrollo humano:
Este índice varía entre 0 y 1. Un valor de 1 refleja un adelanto máximo en la capacidad básica, con perfecta igualdad entre los sexos. Resultados del Índice de Desarrollo Humano Relativo al Género Se aprecia en el país una tendencia creciente hacia una mayor equidad entre hombres y mujeres, especialmente en materia de educación y salud. Este grado de adelanto en la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres se ha incrementado en 8,6% entre 1995 y 1997, mientras que el grado de adelanto entre 1991 y 1993 fue de sólo 2,3%.
La disminución de las brechas en la situación de hombres y mujeres, refleja que el desarrollo humano de la mujer peruana ha avanzado más rápidamente que el del hombre y las diferencias en la condición de los sexos se han ido reduciendo. Sin embargo, los avances en la situación de la mujer no alcanzan de manera equitativa a todas las mujeres peruanas. Las disparidades existentes entre el área urbana y la rural afectan con mayor intensidad a las mujeres. Como se señaló en párrafos anteriores el Índice de Desarrollo Humano Relativo al Género se mide en función de la igualdad entre los sexos en materia de esperanza de vida, nivel educacional e ingreso. En lo que respecta a la esperanza de vida, se tiene en cuenta la ventaja biológica de las mujeres, que viven en promedio más tiempo que los hombres. Entre los quinquenios de 1950-55 y 1995-2000, la esperanza de vida al nacer de la mujer peruana pasó de 45 a 71 años, aumentando en 26 años. Los hombres, por su parte, pasaron de tener una esperanza de vida de 43 a 66 años, siendo su incremento de 23 años. La ganancia comparativa de las mujeres en el último medio siglo ha sido de 3 años, aumentando en total 5 años de vida adicional frente a sus pares los hombres.
(En años)
En materia de alfabetización de adultos, entre 1961 y 1998, las discrepancias entre mujeres y hombres se redujeron sustancialmente. La tasa alfabetización femenina aumentó aceleradamente desde 48,4% en 1961 hasta 88,6% en 1998, significando un incremento de 40,2 puntos porcentuales. Mientras que la tasa de alfabetización de los hombres pasó desde un nivel de 74,4% en 1961 a 96,1% en 1998, con un aumento de 21,7 puntos porcentuales.
Si bien, las discrepancias se van reduciendo, todavía persiste la desigualdad entre hombres y mujeres en el acceso a la educación. Entre el millón 784 mil analfabetos que determinó el Censo de Población y Vivienda de 1993, el 72,7% eran mujeres. Otro indicador del nivel educativo logrado por hombres y mujeres y que se utiliza para medir el Índice de Desarrollo Humano Relativo al Género, es el promedio de años de estudio de la población de 25 y más años de edad. Este indicador fue seleccionado en la medida que expresa un logro, un resultado. A partir de los 25 años de edad en promedio la mayoría de las personas ha culminado sus estudios formales, sean primarios, secundarios o superiores, y participa en mayor proporción en la producción.
1961-98 (%)
Entre 1991 y 1997, el logro educativo de las mujeres mayores de 24 años ha sido menos significativo que el de los hombres. El promedio de años de estudio de las mujeres se incrementó en 1 grado en un período de seis años calendario, en el mismo período los hombres lograron aumentar 1,5 grados de estudio. En lo que respecta a la contribución de la mujer al ingreso del hogar, se observa que las disparidades tienden a reducirse. En 1997, alrededor de la tercera parte de los ingresos del hogar proveniente del trabajo remunerado fue generado por las mujeres. También se incrementó la participación femenina en la población económicamente activa. Esta mayor contribución de la mujer en la generación de ingresos, se da a pesar de que gran parte del trabajo de la mujer no es reconocido ni valorado, esto debido a que el concepto de valor es sinónimo de valor de mercado. Además, existen muchas actividades que realiza la mujer, especialmente las realizadas en el hogar y en la comunidad a las cuales no se asigna valor alguno.
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