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3.14 Salud reproductiva de mujeres y hombres Inicio de la actividad sexual
El comportamiento cotidiano de hombres y mujeres dependen de su entorno familiar y social en el que se desenvuelven, el cual no es fácil de analizar por la diversidad de influencias a las que ésta expuesto todo ser humano. A pesar de ello, es factible aproximarse a algunos eventos ligados con la sexualidad y la reproducción. La información obtenida mediante la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES), muestra que los hombres declaran haberse iniciado en mayor proporción más tempranamente en las relaciones sexuales que las mujeres, y ello desde antes de los 15 años. El inicio de la actividad sexual, se hace más frecuente antes de cumplir los 18 años, edad en la que ya el 66,4% de los hombres y el 39,0% de las mujeres habían experimentado su primera relación sexual. Mientras 7 de cada 10 mujeres reconocen haber tenido su primera relación sexual antes de los 22 años, ello ocurre en más de 9 de cada 10 varones de esa misma edad. La edad mediana de inicio de las relaciones sexuales le brinda a los hombres una ventaja de dos años, ya que su inicio sería a los 16,8 años, mientras que para las mujeres sería a los 18,9 años. Sin embargo, ésta respuesta puede estar influida por los patrones educativos que se trasmiten a cada uno de los sexos, tendiendo los hombres a exagerar su respuesta afirmativa y las mujeres, por lo contrario, tienden a ocultarla. HOMBRES, 1996 (% respecto del total de cada edad y sexo)
Asimismo, la "visión" acerca de las relaciones sexuales entre mujeres y hombres es diferente. Mientras que para un sector de la población femenina las relaciones sexuales representan la posibilidad del embarazo, valoran más la maternidad como un objetivo de vida de primer orden o quizá como el único; en contrapartida para las mujeres de mayor escolaridad probablemente la maternidad sea un objetivo muy importante, pero no el único ni el más importante en su vida. En el caso del varón, es otra la percepción de las relaciones sexuales, pues "creen" que por su naturaleza y temperamento le son "más necesarias" practicarlas más tempranamente y con mayor frecuencia. Conocimiento de métodos anticonceptivosLa mayoría de mujeres y hombres entrevistados en edad fértil expresan conocer la casi totalidad de métodos anticonceptivos que existen en el mercado. Sin embargo, el conocimiento tanto en hombres y mujeres, aparenta estar ligado con el tipo de información que se privilegia para cada una de las poblaciones o de acuerdo a sus necesidades: mientras que la píldora y el dispositivo intrauterino son conocidos en mayor medida por las mujeres, el condón muestra preeminencia para la población masculina. En el caso de los hombres jóvenes, el uso del condón se percibe no sólo como un método utilizado en relaciones ocasionales, sino también como una muestra de la experiencia sexual adquirida con el tiempo. Por otra parte, la sociedad peruana es mucho más permisiva con los hombres que con las mujeres, lo cual podría estar influyendo en el tipo de respuestas que den a un tema que tiene connotaciones morales, como es la práctica de la sexualidad y la anticoncepción. ALGUN METODO ANTICONCEPTIVO, 1996
Las políticas de población referidas al área de la fecundidad han generado siempre controversias, al presentar una carga valorativa de carácter político, ideológico, ético y religioso. La reproducción humana "... es tal vez el tema en que de manera más compleja se entrecruzan aspectos de la máxima intimidad y privacidad del ser humano con las perspectivas globales de la sociedad" (CEPAL. "La salud y las mujeres en América Latina y El Caribe: Viejos problemas y nuevos enfoques"). El crecimiento poblacional estuvo siempre en el centro del debate. Por una parte se centró en la necesidad de limitar su incremento, pues se estimaba que el ritmo de crecimiento de la población, sobre todo la del Tercer Mundo, presentaba una tendencia que en pocos años harían escasos los recursos y medios de subsistencia. Por ello se generalizó la creencia acerca de la incompatibilidad entre el excesivo crecimiento poblacional y el crecimiento económico. La fuerza con la que se acogieron estas ideas contribuyeron a centrar la atención en la fecundidad de las mujeres. Por lo tanto empezaron a florecer los programas de planificación familiar. En las diferentes conferencias llevadas a cabo (Conferencia Mundial de Población de las Naciones Unidas - Bucarest, 1974; Conferencia Internacional de Población de Población, México 1984; Reunión de Expertos Gubernamentales sobre Población y Desarrollo, Santa Lucía 1992; Conferencia Regional Latinoamericana y del Caribe sobre Población y Desarrollo, México 1993, Conferencia Mundial de Población y Desarrollo del Cairo 1994 y la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing, 1995, etc.), se coincidió en rechazar la regulación de la fecundidad como medio para alcanzar objetivos demográficos, en cambio, se respaldó criterios con base humanística referidos a los derechos humanos, los beneficios para la salud, y la ampliación de opciones para la mujer en la familia y la sociedad. En el país las actividades de planificación familiar se desarrollan por parte del Estado y por entidades privadas sin fines de lucro, varios de estos programas están insertadas en programas de salud materno infantil. Acceso a métodos de planificación familiarEl acceso a tecnologías anticonceptivas constituye un pilar básico del derecho a la maternidad voluntaria. De acuerdo a la información recopilada en la ENDES 1996, de las mujeres sexualmente activas, el 39,7% usa algún método moderno de planificación familiar (13,1% DIU, 9,3% esterilización femenina, 8,9% inyección, 7,2% píldora) y el 21,5% usa los denominados métodos tradicionales o folckóricos. Sólo del 9,7% de las mujeres sexualmente activas sus parejas usan métodos anticonceptivos. ACTIVOS QUE USAN ALGUN METODO ANTICONCEPTIVO, 1996
En cambio, sólo el 13,5% de los hombres sexualmente activos usan métodos anticonceptivos modernos estrictamente masculinos, (12,8% condón y el 0,7% esterilización masculina) y del 35,4% de ellos la responsabilidad de controlar su fecundidad recae en sus parejas. Alrededor de la cuarta parte (22,4%) de los hombres sexualmente activos usan los métodos tradicionales, en especial la abstinencia periódica (19,7%). Las usuarias de métodos modernos y tradicionales totalizan el 61,5% y los usuarios de los mismos el 35,9%. La utilización de los distintos métodos ponen de manifiesto que la desigualdad más profunda se da en cuanto al uso de anticonceptivos entre mujeres y hombres, ya que es la mujer quien generalmente asume la responsabilidad y riesgos que conlleva el uso de los anticonceptivos. La baja tasa de uso de los métodos modernos por parte de los hombres se registran pese a que la esterilización masculina es un procedimiento más sencillo y, comparativamente, mucho menos riesgoso que la esterilización femenina, y que el condón ofrece además protección contra las enfermedades de transmisión sexual, incluido el SIDA. Acerca de los factores condicionantes de estas diferencias, probablemente no se puedan atribuir a consideraciones económicas o de beneficio para la salud, sino más bien a comportamientos y valores ligados a definiciones culturales de género que privilegian las preferencias del varón. ![]() La manera como perciben tanto la mujer como el hombre las relaciones sexuales incide en la práctica anticonceptiva. Ya que el embarazo se produce en el cuerpo de la mujer, la sociedad guiada por patrones de género masculino generalmente a pautado que la responsabilidad de controlar la posibilidad del embarazo es de la mujer, desligándolo del hecho al varón, ya que el embarazo se produce por acción de relaciones sexuales donde participan ambos géneros. La reproducción y la sexualidad de las mujeres están afectadas por dos elementos culturales: la cantidad de hijos a procrear y la valoración de la relación sexual. Estos dos aspectos juegan un papel importante para definir el status de la mujer. En el caso de las decisiones sobre reproducción, es importante destacar el valor de la maternidad, que viene a ser un aspecto tan propio de la mujer. Sin embargo, el dar por supuesto que toda mujer desea y debe ser madre genera de que la mujer rara vez cuestione acerca si desea o no serlo, y en que momento de su vida le gustaría ejercer la maternidad. En el ejercicio de su sexualidad confluyen aspectos relacionados con la salud reproductiva y con el status de la mujer. La Organización Mundial de la Salud, concibe la salud reproductiva como la potencialidad para la reproducción en las mejores condiciones posibles, tanto para la madre como para el hijo y la capacidad de gozar de una vida sexual sana y sin riesgos. En cuanto a la sexualidad implica que la capacidad de gozar la vida sexual requiere que la mujer viva esta experiencia como algo placentero. En la ENDES 1996, al indagarse la intención reproductiva de las mujeres que tuvieron hijos o que se encontraban embarazadas, se encontró que más de la tercera parte de los nacimientos como de los embarazos fueron no deseados por la madre y alrededor de la cuarta parte no estaban planificados. Estas cifras indican que la responsabilidad de controlar la fecundidad no es una acción concertada entre las parejas, sino recae en la mujer. Implica de que la mujer no accede en plenitud al derecho de decidir sobre la reproducción y su sexualidad. ![]()
El nivel de conocimiento sobre aspectos de la reproducción define también una valoración de las relaciones sexuales: mientras más preciso es el conocimiento, la mujer se involucra más en las decisiones, es decir cuando se sabe que puede controlar la posibilidad de un embarazo, se incrementa la posibilidad de decidir cuándo tener relaciones sexuales, se podría afirmar que un mayor nivel de conocimiento trae consigo mayor responsabilidad y al incrementarse la responsabilidad, aumenta la capacidad de decisión.
FAMILIAR CON LA PAREJA, 1996
Asumir la planificación familiar como un aspecto que compromete a la pareja, fue indagado en la ENDES 1996, en dicha encuesta se encontró que sólo el 27,1% de las parejas discuten muy a menudo temas relacionados con la regulación de la fecundidad, la mayoría de las parejas ha discutido una o dos veces y sólo el 13,9% no ha hablado nunca el tema con su pareja. Evolución en el uso de métodos anticonceptivos Hasta la realización de la ENDES 1996, las diferentes encuestas demográficas ejecutadas en el país investigaban aspectos de la salud reproductiva sólo referida a las mujeres. Recién en 1996 se incluye una muestra dirigida también a los hombres. Al contarse con información de encuestas demográficas en diversos años, se puede analizar la evolución de las mujeres unidas usuarias de métodos anticonceptivos. La cobertura de los servicios anticonceptivos ha mejorado sustantivamente en los últimos años como resultado del aumento y el fortalecimiento de actividades complementarias apoyadas por organismos públicos y privados, entre los que se destaca el aporte de las organizaciones no gubernamentales y de grupos que trabajan en programas alternativos de salud para las mujeres. Del análisis de las cifras proporcionadas por diversas encuestas demográficas especializadas sobre el uso de anticonceptivos, se configura una imagen de creciente acceso a distintas tecnologías anticonceptivas. Así, en 1996 un 64,0% de las mujeres utilizaban dichos métodos, proporción que habría ascendido en 39,1% desde 1986, cuando el 46,0% de las mujeres unidas en edad fértil las usaba. Si bien la proporción de mujeres usuarias viene incrementándose, todavía un 36,0% de mujeres en edad fértil y que se encuentran unidas no usan ningún tipo de anticonceptivo, proporción que ha descendido en 33,3% respecto al año 1986. SEGUN METODO, 1977-96
La proporción de mujeres unidas que regulan su fecundidad ha ido incrementándose conforme cambiaba el tipo de método modernos empleado: en 1986 el usado más frecuentemente era la píldora y los dispositivos intrauterinos (DIU), mientras en 1996, destaca el incremento del DIU y la esterilización femenina que aumentó del 6,0% en 1986 al 10% en 1996. ![]()
Cabe resaltar, el incrementó paulatino de mujeres usuarias de métodos modernos que aumentó en 78,3% entre los años 1986 y 1996. En cambio, la proporción de mujeres que usan métodos tradicionales o folcklóricos se ha mantenido estable en dicho período. Entre 1991 y 1996 las mujeres del área rural que usan métodos anticonceptivos se ha incrementado en 24,6%, al pasar de 41,1% en 1991-92 a 51,2% en 1996, mientras en el área urbana el aumento fue de sólo 6,2%. Si bien, la proporción de mujeres que usan métodos anticonceptivos del área rural viene incrementándose con mayor rapidez que las del área urbana, todavía el uso de los métodos anticonceptivos es menos frecuente entre las mujeres del área rural que entre las mujeres del área urbana.
SEGUN PRINCIPALES CARACTERISTICAS, 1991/92-96
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