Al analizar según sexo, se observa una mayor proporción de mujeres (65,0%) que de hombres (51,7%) ocupada en trabajos de baja productividad. Las mujeres, por su doble rol de responsables de las tareas del hogar y de labores productivas, como por enfrentar mayores restricciones para incorporarse a actividades en el sector formal, se insertan en trabajos de baja productividad.

La inserción de las mujeres en el mercado laboral se realiza con características de segregación y desigualdad. Los hombres generalmente obtienen mayores ingresos y tienden a desempeñar los puestos de mayor jerarquía. La existencia de la segmentación ocupacional según género en el mercado de trabajo se expresa en la concentración de las mujeres en un conjunto de ocupaciones que se definen como típicamente femeninas en términos culturales. A ello se agrega la concentración femenina en puestos de menor jerarquía, lo que significa que son puestos de trabajo con menor remuneración y mayor inestabilidad.

Así, el 21,0% de las mujeres trabajan en el comercio al por menor, frente a sólo 7,5% de los hombres. En cambio, los hombres trabajan como conductores de vehículos, albañiles, estibadores, peones agrícolas, agricultores, entre otros.

Otro aspecto saltante de la inserción femenina es su alta participación en empleos domésticos. Las mujeres prácticamente son las únicas que trabajan como empleadas domésticas (14,3%), en tanto los hombres sólo participan con el 1,1%. El 14,3% de las mujeres que manifestó estar ocupados, trabaja como ambulante, mientras que sólo el 5,6% de los hombres se desempeña en esta ocupación.