Resumen Ejecutivo
GENERO: EQUIDAD Y DISPARIDADES
"Una revisión en la antesala del nuevo milenio"
L
os asuntos de interés para las mujeres generalmente han quedado sumidos en un paradigma de desarrollo que centra su atención en la modernización y la industrialización, y cuyo eje central es el crecimiento económico. El supuesto expreso es que la provisión de cantidades cada vez mayores de bienes y servicios es la mejor manera de elevar el nivel de vida de las personas, y que el crecimiento conduce de por sí a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
Sin embargo, diversas experiencias indican que no basta que la economía se encuentre en crecimiento para que al mismo ritmo mejore la calidad de vida de mujeres y hombres, disminuyan las inequidades de género, las brechas entre ricos y pobres se cierren, o que las disparidades urbano - rurales o de la capital con el interior del país se superen. La calidad de vida de la población puede ser mala incluso en medio de la abundancia 1/.
No existe actualmente ninguna sociedad donde las mujeres dispongan de las mismas oportunidades que los hombres. Esta desigual condición causa considerables discrepancias entre la gran contribución de las mujeres al desarrollo humano y su pequeña participación en los beneficios.
Sin embargo, en las últimas décadas las mujeres peruanas han logrado notables adelantos en lo concerniente al fomento de la capacidad humana y han avanzado una distancia considerable hacia la igualdad entre los sexos en materia de educación y salud.
Utilizando la perspectiva del desarrollo humano y su medición, el presente estudio analiza la situación de hombres y mujeres en la década del noventa en distintos campos de la actividad humana.
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1/ PNUD.- Informe sobre desarrollo humano 1996.
A. AVANCES HACIA LA IGUALDAD ENTRE LOS GÉNEROS
En el marco del enfoque del desarrollo humano, propuesto por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se han formulado diversos índices con la finalidad de reflejar los avances y las disparidades de mujeres y hombres en el acceso a los beneficios del desarrollo.
Indice de Desarrollo Relativo al Género
- El Indice de Desarrollo Relativo al Género (IDG) - que mide el adelanto logrado tanto por las mujeres como por los hombres en tres dimensiones: la salud, los conocimientos y nivel de vida digno- se ha incrementado en 20,5%, entre los años 1991 y 1997, observándose una tendencia creciente hacia una mayor equidad entre los géneros. Es decir, las diferencias de género en cuanto a educación y salud se han estrechado rápidamente.
Este adelanto hace que las brechas en la situación de mujeres y hombres disminuyan, lo que refleja que el desarrollo humano de la mujer peruana ha avanzado más rápidamente que el desarrollo humano del hombre.
Si bien se observa avances en la situación de mujeres y hombres en lo que respecta a desarrollo humano relativo al género, éstos no alcanzan de manera equitativa a todas las mujeres. Las disparidades existentes entre el área urbana y la rural afectan con mayor intensidad a las mujeres.
Las desigualdades se presentan de manera más pronunciada al interior de los departamentos. Así, en ninguno de ellos las mujeres disponen de las mismas oportunidades que los hombres. Esto resulta de analizar los valores del índice de desarrollo relativo al género. Un valor de 1 refleja una perfecta igualdad entre los sexos, valor que no se alcanza en ningún departamento.
El departamento de Lima y la Provincia Constitucional del Callao, se ubican en los primeros lugares de IDG, al haber logrado valores de IDG de 0,816 y 0,814 respectivamente. Cabe señalar que sólo en estos dos lugares se ha logrado un adelanto sustancial en lo tocante a la igualdad de la capacidad básica de los sexos.
El valor medio del país es de 0,640, lo cual pone de manifiesto que todavía es largo el camino que queda por recorrer para lograr una perfecta igualdad entre los géneros.
Los departamentos de Huánuco, Puno, Cajamarca, Apurímac, Ayacucho y Huancavelica, obtienen valores de IDG inferiores a 0,500, lo cual indica que las mujeres de estos departamentos sufren doble privación: desigualdades en la condición de los sexos y bajo grado de adelanto general.
Al finalizar la década de los noventa, a pesar de existir todavía pronunciadas disparidades en los departamentos en el logro del IDG, se ha avanzado hacia una mayor equidad entre los géneros. Este avance se observa al compararse los mejores valores del IDG de 1997 frente a los de 1991, aún cuando todavía queda mucho por hacer.
Indice de Potenciación de Género
- Si bien existen progresos en la participación de la mujer en el beneficio de los servicios sociales, tanto públicos como privados, persiste una pauta generalizada de desigualdad entre mujeres y hombres en cuanto a su participación política y económica. Así, lo demuestran los resultados del Indice de Potenciación de Género (IPG) - que mide el grado de participación de la mujer en la adopción de decisiones en las esferas profesional, económica y política.
- Este índice fue en 1997 de 0,466 2/. Este bajo valor del Índice de Potenciación de Género pone de manifiesto que para brindar amplias oportunidades económicas y políticas a la mujer se deberá recorrer un camino mucho más largo que el ya recorrido para crear su capacidad básica. Sin embargo, a pesar de que el IPG es bajo, respecto al valor de 1995 se ha incrementado en 1,4%.
- Al estimarse el IPG por departamentos, ninguno de ellos logra un índice alto. La Provincia Constitucional del Callao se ubica en el primer lugar con 0,695, seguido del departamento de Lima que obtiene 0,601. A cierta distancia se ubican luego Tacna y Madre de Dios. Esto significa que en estos departamentos se ha avanzado no sólo en lo referente a la capacidad básica de la mujer, si no que además se han abierto oportunidades para que las mujeres participen en las esferas económica y política.
- En los departamentos de Madre de Dios, Loreto, Tumbes y Ucayali se ha creado más oportunidades económicas y políticas para las mujeres que en Arequipa, La Libertad, Piura y Lambayeque. Es decir, crear oportunidades para las mujeres no depende necesariamente del nivel de ingreso ni del nivel de desarrollo alcanzado.
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2/ Para el cálculo del índice de Potenciación de Género se consideró información correspondientes al año 1997,
motivo por el cual no se tomó en cuenta información correspondiente a 1998, en particular de los resultados de la aplicación de la
denominada Ley de Cuotas, la misma que entró en vigencia recién a partir de los cómicos municipales de finales de dicho año.
B. LA SALUD DE MUJERES Y HOMBRES
Inversión en salud
- A finales de la década de los noventa, la salud de las mujeres y de los hombres ha mejorado notoriamente. El aumento de la esperanza de vida de mujeres y hombres, la disminución de las tasas de mortalidad general e infantil, de desnutrición infantil, el aumento de la cobertura de las inmunizaciones y el mayor acceso a los servicios básicos de la vivienda, hicieron que la situación de salud de mujeres y hombres mejorara.
- Durante la década de los noventa, la inversión del Estado en el sector salud se incrementó de manera importante. Así, entre los años de 1992 y 1997, el presupuesto destinado al sector aumentó en más de seis veces.
- Este mayor presupuesto se reflejó en el importante incremento de los recursos con que cuenta el sector salud para la atención de la comunidad, principalmente de los servicios que se encuentran más cerca de los usuarios, tales como los centros y puestos de salud.
- El acceso de la población al agua potable y la disponibilidad de servicios higiénicos por red de alcantarillado son las mejores estrategias para reducir las enfermedades parasitarias intestinales y limitar su expansión. En la presente década el aprovisionamiento de estos servicios se ha incrementado, así el 64,7% de los hogares peruanos tiene agua potable en sus viviendas y el 51,0% servicio de desagüe por red de alcantarillado.
Mortalidad
- Respecto a la mortalidad de mujeres y hombres, se observa que la tasa de mortalidad femenina es más baja que la masculina. Esto ocurre en todos los grupos de edad.
- La tasa de mortalidad infantil, indicador que resume el estado de salud de la población y el nivel de desarrollo del país, descendió de 110,3 defunciones por cada mil nacidos vivos en el quinquenio de 1970-1975 a 45 por mil en 1995-2000. Mayor descenso se produjo en la mortalidad de las niñas que pasó de 104,2 muertes por mil nacidos vivos a 39,6 por mil, esto es una reducción de 62,0%. En cambio, la tasa de mortalidad de los niños en el mismo período disminuyó en 56,8% al pasar de 116,1 a 50,1 defunciones por cada mil nacidos vivos.
- Al analizar las causas de muerte, éstas varían de acuerdo a la edad de las personas. Así, mientras niños y niñas menores de un año fallecen mayormente debido a enfermedades originadas en el período perinatal, las mujeres en edad fértil fallecen de tumores malignos, y los adultos mayores por enfermedades del aparato respiratorio y enfermedades relacionadas con el aparato circulatorio y del corazón.
Morbilidad
- La mayor longevidad femenina no necesariamente evidencia mejoras en la calidad de vida y el disfrute de mejores niveles de salud, pues se presenta en un entorno de mayor vulnerabilidad para las mujeres que para los hombres. Así, las enfermedades inciden en un 11,8% más en las mujeres que en los hombres.
- Las mujeres muestran mayor vulnerabilidad a las enfermedades de transmisión sexual y al VIH/SIDA. El SIDA, aunque afecta más frecuentemente a los hombres que a las mujeres, muestra una aceleración en su incidencia en las mujeres a tal de punto de superar el ritmo de transmisión observado en los hombres.
- La cobertura de los servicios de salud a la población que requiere atención alcanzó al 84,3% de mujeres y al 84,1% de hombres. En esta cobertura cumple un papel fundamental el Ministerio de Salud principalmente mediante sus puestos y centros de salud.
- Sin embargo, la extensión de la cobertura no ha logrado eliminar las desigualdades en el acceso a los servicios de salud entre los residentes de las áreas urbana y rural. El acceso a los servicios de salud entre mujeres y hombres es desigual en el área rural, donde las mujeres muestran desventajas respecto a los hombres.
- Otro factor que aumenta el riesgo de salud de las mujeres es la pobreza. Así, las mujeres en situación de pobreza extrema del área urbana como del área rural acceden en menor medida a los servicios de salud que los hombres en similar situación.
- Sólo el 22,2% de las mujeres en edad fértil se somete a exámenes para detectar tempranamente la incidencia del cáncer ginecológico. Ésta proporción desciende al 14,4% en las mujeres del área rural.
Salud reproductiva
- La gran mayoría tanto de hombres como de mujeres en edad fértil manifiesta conocer casi la totalidad de métodos anticonceptivos que existen en el mercado. Sin embargo, el conocimiento tanto en hombres como en mujeres, aparenta estar ligado con el tipo de información que se privilegia para cada una de las poblaciones o de acuerdo a sus necesidades. Así mientras la píldora y el dispositivo intrauterino son conocidos en mayor medida por las mujeres, el condón lo es por la población masculina.
- La manera como perciben tanto la mujer como el hombre las relaciones sexuales incide en la práctica anticonceptiva. La sociedad, guiada generalmente por patrones de género masculino, ha determinado que la responsabilidad de controlar el posible embarazo recaiga en la mujer. Así, del 61,2% de mujeres sexualmente activas que manifestaron controlar su fecundidad, en el 51,5% de ellas recayó dicha responsabilidad y sólo en el 9,7% restante en sus parejas.
- Los métodos modernos más usados por las mujeres son las inyecciones (13,1%), la esterilización femenina (9,3%), métodos vaginales (8,9%) y los dispositivos intrauterinos (7,2%). En cambio, los hombres mayoritariamente usan el condón.
- En la década de los noventa, las mujeres usuarias de métodos anticonceptivos modernos se han incrementado en 78,3%, mientras que el número de usuarias de métodos tradicionales se ha mantenido estable. Aún el 23,0% de las mujeres en unión conyugal usa métodos tradicionales.
C. EDUCACIÓN: LA MEJOR INVERSIÓN PARA ALCANZAR EL DESARROLLO Y LOGRAR LA EQUIDAD ENTRE LOS SEXOS
- Es indudable que un cambio esencial en las últimas décadas ha sido la expansión del sistema educativo, cuya cobertura alcanzó en promedio al 90% de los niños (as) de 6 a 11 años. Este adelanto es resultado de inversiones en servicios sociales, los cuales abrieron las oportunidades educacionales para ambos géneros. Por ello, en la actualidad las mujeres jóvenes ocupan una posición casi paritaria con los hombres en los niveles educacionales de inicial, primaria y secundaria.
- Por su parte, el proceso educativo, pese a su creciente magnitud, se ha caracterizado por las desigualdades en la participación. La principal disparidad se observó entre las áreas urbanas y rurales. Entre los grupos de edades las disparidades también son importantes, observándose en los grupos etáreos de mayor edad diferencias según género.
- La inversión pública en el sector educación en la década del noventa se caracteriza por la expansión del gasto público, que se incrementó en soles corrientes y constantes, como porcentaje del Producto Bruto Interno y como porcentaje del gasto total. Ello, en el marco de la mejora de la situación de la economía del país.
- El gasto público destinado al sector educación como porcentaje del producto bruto interno se ha incrementado de 2,4% en 1990 a 2,6% en 1997. El gasto total por su parte ha aumentado de 27,9% en 1990 a 29,0% en 1997.
- La inversión social en educación en nuevos soles corrientes asciende de 1 582 millones en 1993 a 5 424 millones de nuevos soles en 1998, observándose un incremento de 243,0%, es decir, 3 842 millones de nuevos soles más.
Analfabetismo
- En la década de los noventa, la incidencia del analfabetismo se redujo de manera significativa, de 15,3% en 1991 a 7,7% en 1998. Sin embargo, el descenso no ha sido equitativo entre hombres y mujeres, ya que la disminución más importante no se ha registrado entre mujeres, como era de esperarse, sino entre los hombres. Así, la tasa de analfabetismo de los hombres se redujo de 7,1% en 1993 a 3,9% en 1998, lo cual representa una contracción del 45,3%, mientras en el caso de las mujeres el analfabetismo disminuyó en 37,7%, al pasar de 18,3% en 1993 a 11,4% en 1998.
Acceso a la educación
- Las últimas décadas se han caracterizado por una acelerada expansión del sistema educativo, con fuerte crecimiento de la matrícula en educación inicial, primaria y secundaria. Así, las cifras indican que la atención en educación inicial o preescolar ha aumentado en el país. A pesar de que la cobertura aún no alcanza a toda la población menor de 5 años, existe paridad en el acceso de niños y niñas.
- Asimismo, la cobertura de la educación primaria es prácticamente total, habiéndose logrado una paridad en el acceso de mujeres y hombres. Así, en 1998, la tasa de asistencia para las mujeres fue de 95,5% y para los hombres de 95,8%.
- También en la educación secundaria la tasa de asistencia de las mujeres es similar a la de los hombres. Así, el 85,4% de las mujeres y el 87,8% de los hombres asiste a un centro educativo. Si bien existe casi paridad en el acceso a la educación secundaria, el problema radica en su obsolescencia curricular y en su aparente agotamiento como canal de movilidad social.
- En las últimas décadas, la participación de la población en la educación superior ha experimentado una rápida expansión y la incorporación de las mujeres a este nivel ha ido en aumento, hasta superar en educación superior no universitaria a la participación de los hombres, y mantener un nivel casi paritario en educación universitaria.
- En la década de los noventa, las mujeres peruanas vienen incursionando de manera importante en profesiones que antes eran casi exclusivas de los hombres. Así, el 25,1% de los estudiantes de ingeniería, el 40,9% de los estudiantes de administración y el 50,4% de los estudiantes de contabilidad, son mujeres.
Clima educativo del hogar
- Una de las oportunidades que determina el desarrollo personal y social de niños, niñas y adolescentes, es el ambiente familiar, denominado también "clima educativo del hogar", pues éste ejerce una influencia preponderante en el desarrollo de la personalidad y de las habilidades intelectuales y laborales de niños, niñas y adolescentes.
- De acuerdo a este indicador, el 51,2% de los hogares presenta un clima educativo muy bajo, es decir sus miembros de 15 y más años de edad registran seis o menos años de estudio y el 13,3% de los hogares registra clima educativo bajo al tener sus miembros un promedio de 6 a 10 años de estudio. En cambio, el 21,7% presenta un clima educativo medio y sólo en el 13,8% de los hogares existiría un ambiente familiar propicio para desarrollar de manera óptima las habilidades intelectuales y laborales de niños y jóvenes.
D. PARTICIPACION DE MUJERES Y HOMBRES EN LA FUERZA LABORAL
- Uno de los grandes cambios de las últimas décadas lo constituye la masiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Del total de la PEA urbana de 14 y más años de edad el 44,3% son mujeres y el 55,7% hombres. Sin embargo, esta creciente participación femenina en la actividad económica ocurre en un contexto de sucesivas crisis económicas, lo que se traduce en menores oportunidades de empleo. El resultado es un crecimiento de la fuerza de trabajo empleada en trabajos de baja productividad, de fácil acceso y que exigen escasos niveles de calificación.
- La tendencia al mayor incremento de la participación femenina se ha acentuado especialmente en el grupo de mujeres jóvenes y de edades intermedias, es decir, en el grupo etáreo de 14 a 24 y de 25 a 44 años de edad.
- Del total de personas consideradas aptas para desarrollar una actividad económica, el 64,5% participa en la actividad económica. Si bien es cierto que las mujeres vienen incorporándose crecientemente al mercado laboral, existen todavía diferencias significativas entre la participación masculina y femenina. Así, mientras 54 de cada 100 mujeres participan en la actividad económica, en los hombres esta proporción sube a 76 de cada 100.
- A pesar de que tradicionalmente el sector servicios ha estado mayormente conformado por mujeres, la participación de la PEA masculina en este sector ha crecido en mayor proporción que la PEA femenina. Así, entre los años 1972 y 1993 la PEA masculina en este sector creció en 43,0%, mientras que la PEA femenina lo hizo en 17,6%.
- Más mujeres que hombres participan en sectores de baja productividad. Del total de la PEA femenina ocupada del área urbana el 65,0% se encuentra insertada en trabajos de baja productividad. En el caso de la PEA masculina este porcentaje es de 51,7%.
- La inserción de las mujeres en el mercado laboral se realiza con características de segregación y desigualdad. Los hombres generalmente obtienen mayores ingresos y tienden a desempeñar los puestos de mayor jerarquía. Así, el 21,0% de las mujeres se encuentra ocupado en actividades de comercio al por menor frente al 7,5% de los hombres; el 14,3% trabaja como empleadas del hogar, mientras que en el caso de los hombres este porcentaje es de sólo el 1,1%. El 14,3% de la PEA femenina se encuentra ocupado en empleos informales, en tanto sólo el 5,6% de los hombres se encuentra en esta situación.
- El ingreso medio de la mujer representa alrededor de las tres cuartas partes (74,2%) del ingreso medio del hombre. Esta diferencia confirma la existencia de la discriminación salarial en contra de la mujer.
- La disparidad en los ingresos de mujeres y hombres se produce en casi la totalidad de actividades laborales y en los distintos niveles educativos, con la sola excepción de los trabajadores domésticos, mozos y guardianes, donde los ingresos son iguales para ambos géneros.
E. JEFATURA DE HOGAR FEMENINA Y POBREZA
- Alrededor de la cuarta parte (23,3%) de los hogares peruanos tiene como jefe a una mujer. Las mujeres que conducen el hogar constituyen un conjunto heterogéneo, ya que incluye a todos los grupos generacionales y estados conyugales.
- En medio de esta heterogeneidad, la mayoría se caracteriza por conducir su hogar sin la presencia del cónyuge. Así, del total de jefes de hogar mujeres el 95,0% es monoparental, es decir conducen el hogar solas, sin la presencia del hombre, y sólo el 5,0% son jefes en hogares biparentales. En cambio, la mayoría de jefes de hogar hombres (88,3%) conduce hogares biparentales y sólo el 11,7% monoparentales.
- Existe una relación positiva entre la jefatura de hogar femenina y la pobreza. Los datos indican que los hogares conducidos por mujeres sin cónyuge tienen un riesgo mayor de pobreza que los hogares encabezados por hombres solos. Así, mientras el 27,2% de los hogares encabezados por mujeres se encuentra en situación de pobreza, en el caso de los hogares conducidos por hombres este porcentaje es de sólo 13,5%.
- Uno de los factores que estaría influyendo para la mayor incidencia de la pobreza en los hogares jefaturados por mujeres solas, es la responsabilidad de sustentar más hijos. Así el 74,1% de estos hogares tiene hijos, mientras en el caso de los hombres el porcentaje es de 40,3%.
- Otro factor que influye en la mayor incidencia de los efectos negativos en los hogares con jefatura femenina es la menor capacidad que tienen las mujeres para generar ingresos. Así, el 38,2% de los hogares con jefe mujer pobre cuenta con un solo aportante de ingresos, a lo que se agrega la discriminación en función de género que sufren las mujeres en el mercado de trabajo.
F. INDICE DE POBREZA HUMANA
- El índice de pobreza humana, constituye una medición humana agregada de la prevalencia de la pobreza. Se basa en los siguientes indicadores: privación en cuanto a supervivencia, a conocimientos y a un nivel de vida digno. La diferencia con el índice de desarrollo humano radica en que el índice de pobreza humana mide el grado de privación, es decir, la proporción de población que queda excluida del progreso.
- En el país, el 15,0% de la población se encuentra afectada por las tres privaciones humanas: se encuentra vulnerable a la muerte temprana, es decir, tiene una esperanza de vida al nacer de 40 años; queda excluido de los conocimientos, y está privado de un nivel de vida digno.
- En el país se ha logrado mejores resultados en la reducción de la pobreza humana que de la pobreza por ingresos. Así, mientras el 15,0% de la población se encuentra afectada por pobreza humana, el 43,5% se ve afectado por pobreza de ingresos.
G. PARTICIPACION EN POLITICA DE MUJERES Y HOMBRES
- Al iniciarse el nuevo milenio, la situación de mujeres y hombres en el camino hacia la igualdad de oportunidades presenta grandes avances. En el plano político se van consolidando mayores espacios de participación de las mujeres. En tanto ciudadanas, la democracia les garantiza, igual que a los hombres, sus derechos jurídicos y legales.
- Uno de los logros más importantes de la década de los noventa ha sido la denominada "Ley de Cuotas", mediante la cual se consagra el derecho de las mujeres a acceder por lo menos al 25% de las listas electorales de las agrupaciones políticas. El primer logro se obtuvo en los comicios municipales de 1998, con el incremento de su participación, principalmente como regidoras. Así, el 21,0% de las regidurías son ocupadas por las mujeres. En los comicios municipales de 1996 este porcentaje era sólo de 8,5%.
- Asimismo, la participación de la mujer como congresista ha aumentado. En 1990-1993, el 6,3% de los escaños fue ocupado por mujeres. En 1995-2000 esta cifra se incrementó a 10,8%. La representación femenina en el Congreso tiende a aumentar con la vigencia de la "Ley de Cuotas".
- Tuvieron que transcurrir 32 años desde que se consagrara el voto femenino y que fueran elegidas las primeras parlamentarias y 7 desde que se proclamara el derecho al voto de los analfabetos, para que una mujer accediera al cargo de Ministra de Estado. En 1985, las mujeres ocuparon por primera vez en la historia las carteras de Educación y Salud. Entre julio de 1995 y marzo de 1999, fueron cinco las ministras, es decir, el 7,5% del total de ministros.
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