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ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ 1.2 POBLACION, POBREZA Y TRANSFORMACION PRODUCTIVA: ³ ³ UNA VISION GLOBAL ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ Reynaldo F. Bajraj Centro Latinoamericano de Demograf¡a (CELADE) Santiago, Chile 1. El tema que se tratar en la presente sesi¢n es el de las relaciones entre poblaci¢n y pobreza en el marco de la transformaci¢n productiva con equidad. Para analizar esas relaciones se comenzar , por consiguiente, por explicitar el marco aludido, el de la transformaci¢n productiva con equidad. Como es bien sabido, en la regi¢n latinoamericana y del Caribe existen hoy en d¡a una serie de pautas comunes en las pol¡ticas de desarrollo de los diversos pa¡ses. Apertura de las econom¡as, desregulaci¢n, liberaci¢n de las energ¡as productivas y creativas de la gente, rediscusi¢n del papel y ama¤o del Estado, etc. Tambi‚n es com£n la preocupaci¢n por los aspectos sociales involucrados en tales pol¡ticas, ya que es frecuente que se agudicen problemas preexistentes de falta de equidad, medidos muy a menudo como porcentaje de gente bajo las l¡neas de pobreza. Los discursos sobre estos temas econ¢micos y sociales son varios: ajuste estructural, ajuste con rostro humano, desarrollo humano, transformaci¢n productiva con equidad. En todos ellos, sin embargo, son m s las similitudes que las diferencias (aunque ‚stas importan), por lo que los presentes comentarios se basar n en uno de esos discursos, en el discurso de la "transformaci¢n productiva con equidad". El planteo central es conocido y s¢lo se expondr aqu¡ de modo esquem tico. El objeto del desarrollo es aumentar el nivel de bienestar de la poblaci¢n. Ese bienestar depende de muchas cosas: de la vigencia de los derechos humanos, del car cter democr tico de los reg¡menes pol¡ticos, y, claramente, del crecimiento de la disponibilidad de bienes y servicios materiales y de su accesibilidad para todos los sectores de la poblaci¢n. Esa mayor disponibilidad de bienes s¢lo puede provenir del aumento de su producci¢n, del crecimiento econ¢mico. Y en el mundo econ¢micamente interconectado de hoy en d¡a, no se puede crecer si no se es competitivo, internacionalmente competitivo. La b£squeda de la competitividad es inherente a los esfuerzos de desarrollo. 2. La regi¢n sabe esto desde siempre y ha tenido muchas experiencias la mayor¡a no muy buenas en sus intentos de ser competitiva. Hay experiencias -largu¡simas- de b£squeda de la competitividad mediante la explotaci¢n -y sobreexplotaci¢n- de recursos naturales. Esto ha conducido al deterioro de los recursos, a su agotamiento en muchos casos, o al menos al agotamiento de la estrategia. Otras veces, la b£squeda de la competitividad ha descansado en bajos niveles salariales. Pero esto es una especie de contradicci¢n en los t‚rminos. Si el objeto del desarrollo es aumentar la disponibilidad y accesibilidad de bienes para toda la poblaci¢n, el m‚todo no puede ser uno que, por definici¢n -salarios bajos- le restringe ese acceso a una parte importante de la poblaci¢n. No faltaron intentos de ser m s competitivos por la v¡a de la constante depreciaci¢n de la moneda nacional. Estos han sido los intentos de vida m s breve, pues a la corta el mayor precio de la divisa extranjera recae sobre los costos internos y se termina con una alta inflaci¢n y la misma posici¢n competitiva con la que se hab¡a empezado. Esto no quiere decir que no deba recurrirse a la pol¡tica cambiaria para provocar o acelerar ajustes, pero no es la base de la competitividad a largo plazo. 3. En cierto modo, estos m‚todos para buscar competitividad sobreexplotaci¢n de recursos naturales, salarios deprimidos, devaluaciones sucesivas- son sustitutos imperfectos, espurios, de la £nica fuente genuina de aumento de la competitividad, que es el aumento de la productividad de los factores mediante la introducci¢n de cambios tecnol¢gicos. Si se quiere, esto es casi cierto por definici¢n. Ser competitivo es ofrecer m s por menos. Y esto s¢lo se puede sostener si se produce m s con menos, si se puede combinar, utilizar mejor, m s econ¢micamente, la masa disponible de recursos naturales, de capital, y de recursos humanos. La tecnolog¡a prevaleciente es la que pone l¡mites a cu nto se puede producir con los recursos existentes, y superar esos l¡mites requiere introducir cambios o progresos tecnol¢gicos. Eso es lo que da m s productividad, y ‚sta se expresa en mayor competitividad en los mercados. 4. Ahora bien, actualmente el proceso de cambio tecnol¢gico tiene caracter¡sticas diferentes a las del pasado. Primero, el proceso de cambio es sist‚mico. Es menos el producto del genio individual del inventor y m s el resultado de la b£squeda deliberada en la que intervienen empresas productivas, instituciones especializadas en investigaci¢n y desarrollo tecnol¢gico, universidades, organismos financiadores de la actividad, etc. En segundo lugar, el avance tecnol¢gico tambi‚n es sist‚mico, en cuanto a que tiende a darse a lo largo de todo el sistema productivo y no en enclaves sectoriales. Se da, s¡, por oleadas: hoy en la inform tica, ma¤ana en la metalurgia , o en la biotecnolog¡a; pero esas oleadas se van superponiendo y van cubriendo todo el espectro productivo. Las econom¡as exitosas en la introducci¢n de cambio producido o adaptado de otras usan t‚cnicas ®de punta¯ en la mayor¡a de sus ramas de producci¢n, de comunicaciones, de transportes, de servicios financieros, etc. La tercera caracter¡stica y quiz la que en esta sesi¢n importa m s es que el adelanto tecnol¢gico ya no aparece exclusivamente como ®incorporado¯ o embodied en el equipo de capital. No est contenido en la maquinaria. No se puede ®comprar¯ el adelanto tecnol¢gico mediante la sola compra del equipo m s moderno. Es muy dif¡cil tener cambio t‚cnico sin una nueva inversi¢n, pero aun eso no basta. Es necesario tener m s que nunca recursos humanos capaces de comprender, de aprehender el cambio; recursos humanos que puedan apropiarse del cambio, adoptarlo y, si es necesario, adaptarlo. Son cambios organizacionales de la producci¢n, o de la comercializaci¢n, o del financiamiento, tanto como son cambios ingenieriles en el equipo. Y aqu¡ se habla de los recursos humanos a todo nivel: el gerente, el t‚cnico, el operador, el funcionario administrativo. Sin una calidad de recursos humanos compatible, no hay cambio tecnol¢gico que se implante eficazmente. 5. Los recursos humanos antes mencionados son la poblaci¢n. Y su papel en la incorporaci¢n del cambio hace que, en mercados laborales que reflejen la productividad, todos los que participan en el cambio tengan t¡tulo para tambi‚n participar en las ganancias de productividad que el cambio produce. El cambio as¡ entendido tiene un sesgo ®pro equidad¯. Por eso se ven patrones de equidad m s altos, en general, en las econom¡as m s exitosas en la introducci¢n de nueva tecnolog¡a, en las econom¡as m s competitivas, que en las econom¡as estancadas. Conviene remarcar que es dif¡cil concebir hoy en d¡a el desarrollo econ¢mico y social como enclaves de riqueza (enclaves productivos y enclaves sociales) dentro de un territorio econ¢mico de pobreza. Eso concuerda m s con el estancamiento que con el desarrollo. 6. El hecho es que en Am‚rica Latina hay m s de un 40% de pobres. En alg£n documento producido por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) el a¤o antepasado sobre reforma social, se se¤alaba que la lucha contra la pobreza es condici¢n para el desarrollo, y la eliminaci¢n de la pobreza, el resultado del desarrollo. Esto, que dicho linealmente tiene algo de paradoja (®para no tener pobreza hay que desarrollarse y para desarrollarse hay que disminuir la pobreza¯), significa en la pr ctica que los esfuerzos de desarrollo econ¢mico y la pol¡tica social deben ser simult neos e integrados, que no hay un tiempo para desarrollarse, primero, y luego un tiempo para erradicar la pobreza, ni tampoco el orden inverso. La raz¢n es la antedicha: si el progreso t‚cnico debe ser implantado, para tener ‚xito -no en enclaves sino a lo largo de todo el espectro productivo, en todos los sectores de producci¢n debe haber recursos humanos capaces de implantar el cambio. Y si eso no ocurre con m s del 40% de la poblaci¢n, entonces estamos lejos de poder decir que se tendr un proceso de desarrollo sostenido y exitoso. Esto significa, a su vez, que hay que privilegiar las medidas de pol¡tica econ¢mica que busquen mejorar la competitividad aumentando a la vez la equidad. Ejemplo: dar facilidades e incentivos para la modernizaci¢n tecnol¢gica de la peque¤a y mediana empresa. S¢lo se habla aqu¡ de privilegiar; hay casos de trade-offs inevitables. Del mismo modo, en las llamadas pol¡ticas sociales hay que destacar las que tienen no s¢lo un efecto positivo en materia de equidad, sino que tambi‚n favorecen la productividad econ¢mica. Ejemplo: pol¡ticas de educaci¢n. 7. Aqu¡ los factores demogr ficos desempe¤an un papel muy importante. Se ha se¤alado que hay una especie de ®demograf¡a de la pobreza¯. Ese sector de la poblaci¢n (al cual dif¡cilmente se le puede llamar marginal, si se trata de casi la mitad del total) tiene ¡ndices de morbilidad y mortalidad que le son propios, ¡ndices de fecundidad distintos, y comportamientos migratorios diferentes. Esa din mica demogr fica propia que resulta de diferenciaciones e inequidades sociales es un elemento que refuerza la transmisi¢n intergeneracional de la pobreza, y por esa v¡a da lugar a su reproducci¢n. Los pobres est n insertos en sectores de baja productividad y donde la productividad no mejora, en sectores informales, en la marginalidad urbana; en algunos pa¡ses, en explotaciones agrarias de baja productividad. De all¡ sus bajos ingresos y su condici¢n de pobres. Tienden a constituir familias numerosas; su fecundidad es relativamente m s alta, y la atenci¢n en materia de nutrici¢n, salud y educaci¢n que reciben esos numerosos ni¤os que las integran es, ®per c pita¯, muy escasa, porque el ingreso familiar es bajo y las ®c pitas¯ son muchas. Cuando esos ni¤os llegan al mundo productivo, al mundo laboral, est n en condiciones desventajosas para incorporarse a empleos en sectores modernos, de productividad alta y creciente. No est n en condiciones de participar en el cambio t‚cnico. Terminan en sectores de baja productividad, los mismos que a sus padres les determinaron la condici¢n de pobres. Son los pobres de la siguiente generaci¢n. Ese circuito de transmisi¢n intergeneracional de la pobreza deber¡a ser roto desde varios frentes. Con capacitaci¢n laboral, con atenci¢n prioritaria en salud, con educaci¢n, con complementaci¢n nutricional y, tambi‚n, con acciones que permitan a esas familias bajar su fecundidad si as¡ lo desean, pues, como se se¤al¢ m s arriba, el alto n£mero de ni¤os por unidad familiar es uno de los elementos contribuyentes al mecanismo de transmisi¢n de la pobreza. Se habla aqu¡ de facilitar la planificaci¢n familiar all¡ donde es deseada y donde lo que falta es informaci¢n y acceso. 8. La pol¡tica frente a la fecundidad as¡ entendida tiene dos caracter¡sticas dignas de ser destacadas. La primera se refiere a que ella es parte de la pol¡tica frente a la pobreza. Quiz no su parte principal; se puede argumentar que las acciones de pol¡tica educativa, de salud, ya mencionadas, son m s importantes que la pol¡tica frente a la fecundidad, pero ello no quita que esta £ltima sea un contribuyente de peso. No es sustituto de las otras sino parte de un paquete, el de las pol¡ticas sociales. Por eso a veces se habla, no de ®pol¡tica de poblaci¢n¯, sino de ®pol¡tica social de poblaci¢n¯, porque el objetivo no es demogr fico, sino de bienestar social. 9. La segunda caracter¡stica es que, poner informaci¢n y medios de planificaci¢n familiar al alcance de quienes deseen practicarla es, en s¡, un elemento de lucha contra la inequidad en el ejercicio de los derechos individuales. La gente que est en el sector moderno de la sociedad puede ejercer su derecho individual a regular o a espaciar su descendencia, y lo hace. Ese derecho es de ejercicio m s remoto para el sector pobre, y remediar esa diferencia es una acci¢n de garant¡a igualitaria de los derechos de las personas. 10. Adem s, en Am‚rica Latina, dependiendo de los pa¡ses, m s de un 20% de los hogares pobres est n encabezados por una mujer; en buen romance, son familias sin hombre adulto. Es una de las variantes de la transmisi¢n intergeneracional de la pobreza. Y es una expresi¢n de otra inequidad social, la inequidad de g‚nero. El hijo indeseado es m s una carga para la madre que para el padre. 11. Con estos dos £ltimos comentarios se trata de apuntar a que, si hasta el momento se ha mencionado la equidad como parte componente, y en cierto modo funcional, de los esfuerzos de desarrollo econ¢mico, tambi‚n se deber¡a recalcar que la equidad en particular la equidad de oportunidades es una caracter¡stica deseable per se en nuestras sociedades, como lo es la vigencia de los derechos individuales y el r‚gimen democr tico. Se puede agregar, aunque tambi‚n es obvio, que la mayor equidad se corresponde mejor con la sostenibilidad social de los procesos de desarrollo, en especial frente a los trastornos que el cambio trae aparejados. 12. Resulta entonces, y como resumen, que las relaciones entre poblaci¢n y pobreza son cruciales para los esfuerzos de desarrollo; en particular si se entienden por desarrollo los cambios en la estructura productiva que, con caracter¡sticas de equidad deseables por s¡ mismas y tambi‚n necesarias para el cambio mismo elevan el bienestar de toda la poblaci¢n. En esos cambios, los recursos humanos es decir la poblaci¢n son actores principales, pues se est hablando de cambios que incluyen progreso t‚cnico introducido por las personas en la actividad productiva. Y las personas en situaci¢n de pobreza no est n en condiciones de participar en ese cambio. Por ello en el mejor de los casos- quedan al margen del progreso, lo que de por s¡ ser¡a indeseable, y siendo una fracci¢n muy grande de la poblaci¢n lo m s probable es que el hecho de que no puedan incorporarse haga m s dif¡cil o a£n imposible implantar eficazmente a nivel global el cambio tecnol¢gico necesario. As¡ se entiende la aparente paradoja de que, simult neamente, se vea el desarrollo como condici¢n para erradicar la pobreza, y la lucha contra la pobreza sea concebida como condici¢n para el desarrollo. 13. Finalmente, es £til recordar que tener acuerdos conceptuales sobre la ligaz¢n entre desarrollo, cambio t‚cnico, poblaci¢n y pobreza no es suficiente. Que es necesario dise¤ar y aplicar pol¡ticas concretas: acciones de educaci¢n preescolar para los pobres de tal ciudad; o de planificaci¢n familiar; o de capacitaci¢n a microempresas. Para ese dise¤o y aplicaci¢n de medidas concretas, de proyectos concretos, hace falta tener informaci¢n detallada y t‚cnicas de utilizaci¢n de esa informaci¢n. Sin abundar en ello, se puede se¤alar que, en la experiencia latinoamericana, hay mucho que hacer en cuanto a disponer de mejor informaci¢n sociodemogr fica y mejores t‚cnicas para integrarlas en las pol¡ticas de desarrollo. Pero es tambi‚n cierto, seg£n la misma experiencia, que con la informaci¢n y las t‚cnicas actualmente disponibles pueden hacerse m s aplicaciones de las que habitualmente se hacen. En otras palabras, hay posibilidades de llevar ya las disquisiciones conceptuales a la pr ctica concreta. Eso es, precisamente, de lo que se va a tratar en las siguientes sesiones del seminario, y la pr ctica concreta es lo que en definitiva m s importa. |
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