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    ³ 3.3. LAS CONTRIBUCIONES DE LA ENCUESTA NACIONAL DE NIVELES DE ³
    ³    VIDA A LA INVESTIGACION Y DISE¥O DE POLITICAS ECONOMICAS   ³
    ³                          EN EL PERU                           ³
    ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ
                        Gustavo Yamada Fukusaki 
                       Universidad del Pac¡fico
                               Lima, Per£ 


    La severa crisis econ¢mica que vivi¢  el  pa¡s  durante  casi  dos
    d‚cadas  afect¢ de manera dr stica la capacidad institucional y la
    disponibilidad de recursos para seguir avanzando en  el desarrollo
    de  estad¡sticas  econ¢micas  y  sociales  en  el Per£. Es m s, en
    muchos casos ni siquiera se pudo mantener el nivel  de  desarrollo
    de   estad¡sticas   ya   alcanzado.   As¡,  algunas  encuestas  de           
    seguimiento  importantes se dejaron de realizar por varios a¤os, y
    las metodolog¡as de muchos indicadores quedaron obsoletas.

    En  medio  de esa crisis que nos afect¢ a todos, tuvimos la suerte
    de que varias versiones de la Encuesta nacional de niveles de vida
    (ENNIV) se llevaran a cabo en el Per£.  Ellas  nos  han  mantenido
    informados de la situaci¢n respecto de una serie de indicadores de
    niveles  de vida (gastos e ingresos y necesidades b sicas insatis-
    fechas) y su evoluci¢n en la £ltima d‚cada.  Sin embargo, debido a
    restricciones presupuestarias, la ENNIV ha sido m s  ambiciosa  en
    contenidos  (n£mero  de  secciones  y  preguntas) que en cuanto al
    n£mero de familias encuestadas.

    No  obstante sus limitaciones, la ENNIV ha sido la fuente obligada
    de consulta de investigadores y formuladores de pol¡tica econ¢mica
    y social en la £ltima d‚cada.  Su flexibilidad, el  avance  de  la
    microcomputaci¢n  y  el  grado  de suficiencia que muchas institu-
    ciones locales  han  alcanzado  en  el  manejo  de  este  tipo  de
    informaci¢n, han posibilitado que la  ENNIV  sea  la  encuesta  de
    mayor  uso  en  los  £ltimos  a¤os  en  el  pa¡s. He ah¡ la prueba
    palpable de su utilidad.

    El  presente  ensayo  eval£a  de  manera tentativa las principales
    contribuciones a nuestro conocimiento del nivel  de  vida  de  los
    peruanos  sobre  la  base  de  las diversas versiones de la ENNIV.
    Asimismo, se enumeran las principales l¡neas de desarrollo  futuro
    en el seguimiento de niveles de vida, a partir de  la  experiencia
    de  la  ENNIV  y  bajo  el supuesto de contar con mayores recursos
    materiales y humanos para  tal  cometido.  Este  escenario  parece
    razonable  en  vista de la prioridad pol¡tica que tienen los temas
    de pobreza y sectores sociales en la actualidad.

    La ENNIV a lo largo de una d‚cada  

    La  ENNIV  surge como un programa del Banco Mundial para medir los
    niveles de vida en los  pa¡ses  en  desarrollo.  La  LSMS  (Living
    Standards  Measurement  Survey, como se le conoce originalmente en
    ingl‚s), desarroll¢ un cuestionario tipo que ser¡a  posteriormente
    adaptado  y  ampliado a las necesidades puntuales de cada pa¡s que
    implementara la encuesta.  Per£  tuvo  la suerte de ser el segundo
    pa¡s a nivel mundial, despu‚s de Costa de Marfil, en llevar a cabo
    una ENNIV.  El Instituto Nacional de Estad¡stica (INE) realiz¢  un
    trabajo muy profesional al respecto.  Se tom¢ el marco muestral de
    la  encuesta  de nutrici¢n y salud que se hab¡a efectuado en 1984,
    para determinar una muestra de  5 000  hogares  representativos  a
    nivel  nacional  que  fueron  entrevistados  entre julio de 1985 y
    julio de 1986.

    Dicha  versi¢n  de  la  ENNIV  fue poco utilizada en nuestro pa¡s,
    probablemente  porque  la  crisis  nos termin¢ desviando a todos a
    quehaceres diversos de  corto  plazo,  conocidos  com£nmente  como
    ®estrategias de supervivencia¯. El INE lleg¢ a publicar un resumen
    de  las  tabulaciones  principales  de la encuesta, y el Instituto
    Nacional de Planificaci¢n (INP) y  el  Banco  Central  de  Reserva
    (BCR)  utilizaron  la  ENNIV  para  confeccionar estudios sobre la
    pobreza. Sin embargo, en donde  m s  florecieron  los  estudios  a
    partir de la ENNIV fue en la sede del Banco Mundial en los Estados
    Unidos. Estudios sobre diversos aspectos de los niveles de vida se
    realizaron  en paralelo para los casos del Per£ y Costa de Marfil.
    Existen una serie de trabajos de portada  verde  que  compilan  la
    mayor  parte  de  dichas  investigaciones, y que -a prop¢sito- las
    principales bibliotecas del pa¡s deber¡an tener en su totalidad.

    Las postrimer¡as del gobierno anterior sirvieron de marco para  la
    realizaci¢n  de una segunda encuesta de niveles de vida, pero esta
    vez s¢lo en el  rea de Lima metropolitana. Durante junio  y  julio
    de  1990,  Cuanto  S.A.  encuest¢  a  1 500 familias lime¤as. Eran
    tiempos de aumentos de precios con ribetes  hiperinflacionarios  y
    se hac¡a dif¡cil captar informaci¢n sobre variables monetarias sin
    distorsiones  exorbitantes.  A  pesar  de  sus  limitaciones,  los
    resultados de esta  segunda  encuesta  y  su  comparaci¢n  con  la
    primera  influyeron  enormemente  en  la  opini¢n  de  pol¡ticos y
    economistas acerca del costo social de las pol¡ticas  heterodoxas.
    Asimismo,  la  investigaci¢n  econ¢mica  se vio beneficiada por el
    componente de "panel" que ten¡a  esta  encuesta,  y  que  permit¡a
    hacer  un  seguimiento a un grupo numeroso de familias encuestadas
    cinco a¤os antes.

    Entre octubre y noviembre de 1991 se llev¢ a cabo otra versi¢n  de
    la ENNIV. La motivaci¢n por parte del Banco Mundial para financiar
    esta  nueva  encuesta  era  la  necesidad  de  tener   un   perfil
    actualizado  de  los pobres y los pobres extremos en el Per£ a fin
    de dise¤ar e implementar  estrategias  eficaces  de  alivio  a  la
    pobreza.  Lamentablemente,  restricciones presupuestarias hicieron
    que dicha encuesta no abarcara  los  dominios  geogr ficos  de  la
    Costa  rural  ni  de la Selva, entrevist ndose a un total de 2 308
    hogares.   No  obstante,  los  diversos  diagn¢sticos  de  pobreza
    llevados  a  cabo  hasta  el  a¤o  pasado  ten¡an  como  referente
    fundamental los resultados de dicha encuesta.

    Reci‚n entre los meses de mayo y julio del a¤o pasado se ha podido
    llevar a  cabo  la  segunda  gran  ENNIV  nacional  recolect ndose
    informaci¢n  de 3 623 hogares representativos a nivel nacional. El
    financiamiento   complementario   del   Banco   Interamericano  de
    Desarrollo permiti¢ cubrir los dominios geogr ficos ausentes en la
    encuesta de 1991.  La flexibilidad de la ENNIV, el avance  de  las
    computadoras  personales  y  el  mayor  entrenamiento  de nuestros
    profesionales locales han permitido que la demanda por informaci¢n
    de la ENNIV se haya incrementado enormemente.  En la actualidad, a
    menos de seis meses  de  depositar  en  disquetes  la  informaci¢n
    b sica de esta ENNIV, quince instituciones peruanas ya disponen de
    ella  para  la investigaci¢n y discusi¢n de pol¡ticas econ¢micas y
    sociales.

    Como   dec¡amos  en  la  introducci¢n,  las  ENNIV  han  sido  m s
    ambiciosas en contenidos  que en tama¤os de muestra.  Por ejemplo,
    la £ltima edici¢n de la  ENNIV cuenta con las siguientes secciones
    y temas de inter‚s:

    1.  Ficha  del  hogar:  g‚nero,  edad,  lengua de los miembros del
        hogar.
    
    2.  Vivienda:  caracter¡sticas,  materiales  y gastos del hogar en
        vivienda.
    
    3.  Educaci¢n: a¤os de escolaridad, materiales educativos,  gastos
        del  hogar  en  educaci¢n,  cursos  de  capacitaci¢n  para  el
        trabajo, educaci¢n preescolar.
    
    4.  Salud:  enfermedades,  tipo  y frecuencia de consultas, gastos
        del  hogar  en  salud,  cobertura  de vacunaciones, embarazos,
        m‚todos anticonceptivos.
    
    5.  Actividad  econ¢mica:  trabajo  principal y secundario durante
        los £ltimos 7 d¡as y 12 meses, b£squeda de  trabajo  suplemen-
        tario, otras actividades econ¢micas del individuo.
    
    6.  Migraci¢n:  cambio  de  lugar  de  residencia y razones que lo
        motivaron, migraci¢n interna y migraci¢n internacional.
    
    7.  Actividad  econ¢mica  independiente:  ingresos  y gastos de la
        empresa familiar, reservas de capital e inventario.
    
    8.  Gastos  e  inventario  de  bienes:  gastos  diarios del hogar,
        bienes   semidurables   y   servicios,  inventario  de  bienes
        durables, gastos por transferencias.
    
    9.  Consumo alimentario: gasto en alimentos del hogar, autoconsumo
        y autosuministro alimentario.
    
    10. Otros  ingresos:  pensiones  recibidas,  ingresos financieros,
        transferencias.
    
    11. Ahorro   y   cr‚dito:  dep¢sitos  en  el  sistema  financiero,
        acciones, bienes muebles e inmuebles.
    
    12. Alimentaci¢n  diaria  de  los  miembros  del  hogar:  lugar de
        provisi¢n del desayuno, almuerzo y cena.
    
    13. Actividad   agropecuaria:   producci¢n  agr¡cola  y  forestal,
        insumos agr¡colas, producci¢n pecuaria.
    
    14. Salud  infantil  y  antropometr¡a:  lactancia, diarrea y otras
        enfermedades, talla, peso, per¡metro braquial.
     
    Se  han  realizado trabajos -publicados y no publicados- acerca de
    todas las secciones de la  encuesta  a  lo  largo  de  sus  cuatro
    ediciones.  Nosotros  vamos a enfatizar aqu¡ dos  reas pertinentes
    para   el  contenido  de  este  seminario:  1)  la  pobreza  y  la
    satisfacci¢n   de   necesidades  b sicas  de  educaci¢n,  salud  y
    vivienda, y 2) el empleo, entendido como la  fuente  principal  de
    ingresos  de  las familias peruanas para sostener un nivel de vida
    adecuado.

    Pobreza y necesidades b sicas insatisfechas

    La primera gran contribuci¢n de la ENNIV fue que a partir de  ella
    se pudieron realizar estudios detallados de la pobreza en el Per£.
    El primer trabajo al respecto fue efectuado en  el  Banco  Mundial
    por  Glewwe  (1988).  Sin  embargo,  dicho  estudio  defini¢  a la
    poblaci¢n pobre y pobre extrema como el 30% y 10% de los  peruanos
    con los menores gastos per c pita ajustados, y procedi¢ m s bien a
    construir  un  perfil de la pobreza con las caracter¡sticas socio-
    econ¢micas  del  pobre  en  comparaci¢n  con  las  del resto de la
    poblaci¢n. Los principales trabajos posteriores realizados en base
    a  las  ENNIV,  tales  como  los  del INP (1990), Instituto Cuanto
    (1991, 1993, 1995), Banco Mundial (1993), y BCR (1993),  adoptaron
    definiciones m s convencionales de pobreza.  Es decir, pobres eran
    aquellos  individuos   cuyos  gastos   familiares  per  c pita  no
    alcanzaban a  cubrir el valor de una canasta m¡nima de consumo (la
    l¡nea de la pobreza) y, a partir de all¡, se calcul¢ la incidencia
    de  la  pobreza en el pa¡s.  Ese dato no se hab¡a estimado para el
    Per£ desde aquel trabajo pionero de  Altimir  (1982)  referente  a
    toda Am‚rica Latina, con datos de principios de los a¤os 70.
 
    Las  estimaciones  del  INP sobre la base de la ENNIV de 1985-1986
    arrojaron  que  54%  de  los peruanos eran pobres, mientras que el
    c lculo del BCR fue  de  40%  (1).  El  INP,  adem s,  combin¢  la
    metodolog¡a de la l¡nea de pobreza con indicadores de  necesidades
    b sicas insatisfechas, arribando a una tipolog¡a de la pobreza con
    un  m‚todo  integrado.  De  acuerdo  a esta metodolog¡a, que se ha
    atribuido a Kaztman (1989), los pobres cr¢nicos (tanto  por  l¡nea
    de  pobreza  como  por  necesidades b sicas insatisfechas) eran el
    40.7% de la poblaci¢n; los pobres recientes  (s¢lo  por  l¡nea  de
    pobreza)  eran el 13.5%; los pobres por carencias inerciales (s¢lo
    por  necesidades  b sicas  insatisfechas)  eran  el  16.5%,  y  la
    poblaci¢n  en  condiciones de integraci¢n (no pobre por ninguno de
    los dos conceptos) alcanzaba al 29.3% de todos los peruanos.

    Las posteriores ediciones de la ENNIV han permitido recalcular los
    ¡ndices de pobreza (medidos por l¡nea de  pobreza) para 1990, 1991
    y 1994, y han generado m s de una discusi¢n sobre la evoluci¢n  de
    la pobreza en la £ltima d‚cada en el pa¡s.  Sin embargo, parecer¡a
    haber  un  consenso  t cito  en  el sentido de que el perfil de la
    pobreza (las caracter¡sticas de  la  poblaci¢n  pobre)  no  se  ha
    alterado  significativamente (2).  En  este sentido, las ENNIV nos
    han permitido tomar conciencia de las diferencias fundamentales en
    los niveles de vida de los pobres y no pobres en el pa¡s.

    En  primer lugar, la ENNIV estima la distribuci¢n geogr fica de la
    pobreza.  En  1994  exist¡an  11.3 millones de peruanos pobres. La
    mayor concentraci¢n de ellos (3  millones)  estaba  en  la  Sierra
    rural.  Sin  embargo, debido al continuado proceso de urbanizaci¢n
    del pa¡s, 2.4 millones de pobres residen en  Lima  metropolitana y
    2.2 millones viven en el resto de la Costa urbana.  Por otro lado,
    existen 4.6 millones de pobres extremos, y la preponderancia de la
    Sierra rural en este caso sigue siendo muy clara, pues 2  millones
    de pobres extremos residen en dicha regi¢n.  Mientras tanto,  Lima
    metropolitana  alberga a 300 mil pobres extremos, y en el resto de
    la Costa urbana habitan casi 700 mil pobres extremos.

    Los perfiles de la  pobreza  construidos  a  partir  de  la  ENNIV
    muestran  con nitidez la asociaci¢n entre la pobreza y el grado de
    satisfacci¢n  de  necesidades  b sicas.  En  primer  lugar,  se ha
    corroborado  la  relaci¢n  fundamental  entre  los  ingresos de la
    familia y el nivel de educaci¢n de sus miembros adultos, pues  los
    jefes  de  hogares  pobres en el pa¡s tienen mucho menor educaci¢n
    que los jefes de los hogares no pobres (6.42 versus 9.84  a¤os  de
    educaci¢n promedio, en 1991).

    Resulta  esperanzador  que  las  diferencias  en   las   tasas  de
    asistencia  escolar  no sean marcadas, de acuerdo a la ENNIV 1991.
    En el rango de 6 a 10 a¤os de  edad,  el  95%  de  los  ni¤os  que
    provienen  de  hogares no pobres asiste a la escuela, mientras que
    el 99% de los ni¤os de hogares no pobres asiste a la escuela. Esta
    diferencia  se  hace  imperceptible  cuando  los ni¤os alcanzan el
    rango de 11 a 14 a¤os de edad. Por supuesto que  estas  tendencias
    igualatorias  de  oportunidades a trav‚s del acceso generalizado a
    la educaci¢n esconden diferencias en la calidad  de  la  educaci¢n
    entre  colegios  p£blicos  y  privados,  y  entre  zonas urbanas y
    rurales.

    En el caso de la salud, un resultado un tanto sorprendente es  que
    la  prevalencia  de  enfermedades  es  similar  o  hasta  mayor en
    familias pobres respecto  de  la  correspondiente  a  familias  no
    pobres. La ENNIV 1994 encontr¢ que el porcentaje de individuos que
    han  sufrido  enfermedades  en  el mes previo a la encuesta era de
    30.8% en el caso de la poblaci¢n pobre, y de 29.9% en  el  caso de
    la  poblaci¢n  no  pobre.   Es m s, en la ENNIV de 1985 los pobres
    mostraban una menor probabilidad de enfermarse que los  no  pobres
    (39.7%  contra  42.8%).   Estos  resultados  se  atribuyen  a  las
    diferencias en la autopercepci¢n de enfermedades entre pobres y no
    pobres.  Sin  embargo, las diferencias entre pobres y no pobres se
    empiezan  a  registrar  en  relaci¢n  con  la  frecuencia  de  las
    consultas m‚dicas de la poblaci¢n enferma.  S¢lo  uno de cada tres
    enfermos pobres realiz¢ una consulta m‚dica, mientras que un  poco
    m s  de  la mitad de los enfermos no pobres acudieron a centros de
    salud.

    En  relaci¢n  con  la  vivienda,  la ENNIV nos ense¤¢ que no hab¡a
    mayor diferencia entre pobres y no pobres respecto al  r‚gimen  de
    tenencia de la vivienda. As¡, por ejemplo, en Lima de  1990  menos
    de uno de cada cinco hogares pobres resid¡a en vivienda alquilada;
    todos los dem s contaban con viviendas propias de jure o de  facto
    (invasi¢n). En el caso de los hogares no pobres, el 27.4% de ellos
    viv¡a en viviendas alquiladas.  Las  diferencias se hacen notorias
    en cuanto a los materiales de construcci¢n de la  vivienda,  sobre
    todo en las zonas m s urbanizadas del pa¡s.  Por ejemplo, en  1994
    en  Lima  metropolitana  s¢lo el 30% de los pobres ten¡a viviendas
    con techos de concreto, mientras que el 70% de  las  viviendas  de
    hogares no pobres gozaban de dicha  caracter¡stica.  No  obstante,
    estas  brechas se disipan en la Sierra rural en donde menos del 1%
    de los hogares pobres y no pobres tienen viviendas con  techos  de
    concreto.  Tampoco las diferencias en cuanto a techos de tejas son
    grandes (52.4% y 57%, respectivamente, de las viviendas de hogares
    pobres y no pobres tienen techos construidos con dicho material).

    Las brechas son importantes en el acceso a los  servicios  de agua
    potable,  desage  y  electricidad.   S¢lo  el  60% de los hogares
    pobres de Lima tienen abastecimiento de agua potable dentro de  su
    vivienda,  mientras que casi el 90% de los hogares no pobres gozan
    de dicho servicio. El 54.4% de hogares pobres tienen  red  p£blica
    de  desage  dentro  de  la vivienda, mientras que el 85.5% de los
    hogares  no  pobres  tienen  dicho  privilegio.  En  el  acceso  a
    electricidad,   felizmente  la  ENNIV  ha  registrado  diferencias
    menores: el  95%  y  98%  de  los  hogares  pobres  y  no  pobres,
    respectivamente, tienen alumbrado el‚ctrico.  En la Sierra  rural,
    el  acceso  al  agua  potable  es restringido para hogares de toda
    condici¢n: el 53.2% y 55% de  los  hogares  pobres  y  no  pobres,
    respectivamente, se abastecen de pilones y pozos.  En cuanto a los
    servicios  de  desage,  la mayor¡a de los hogares pobres (60%) no
    tiene este servicio, mientras que  un  significativo  40%  de  los
    hogares  no  pobres  tampoco disponen de este servicio b sico. Por
    £ltimo, el alumbrado el‚ctrico est  lejos de llegar a  la  mayor¡a
    de  los hogares pobres y no pobres de la Sierra rural (s¢lo el 21%
    de los hogares pobres y el 42% de los no pobres, lo tienen).

    Las  distintas  ENNIV  a  lo  largo  del  tiempo  tambi‚n permiten
    historiar lo sucedido con la magnitud de la pobreza en  la  £ltima
    d‚cada.  El  debate  reciente  en  el  pa¡s  se  concentr¢  en los
    resultados del per¡odo 1991-1994.  Sin  embargo,  la  historia  se
    remonta m s atr s.

    La  ENNIV  de  Lima  metropolitana  de  junio-julio de 1990 fue la
    primera ocasi¢n para evaluar lo que hab¡a pasado con la pobreza en
    todo un lustro. Glewwe y Hall (1992) realizaron dicho trabajo para
    el Banco Mundial y generaron mucho revuelo en dicho organismo  con
    sus  resultados.  Aqu¡  en  el  Per£, Cuanto (1991) tambi‚n daba a
    conocer  lo  que  hab¡a  sucedido  con  los niveles de vida de los
    peruanos en tan s¢lo cinco a¤os. Los gastos reales de las familias
    lime¤as se hab¡an reducido un 55% en promedio, y la incidencia  de
    la pobreza hab¡a aumentado de 17 a 44%.  Se argument¢ por entonces
    que la hiperinflaci¢n reinante en 1990 no permit¡a la  comparaci¢n
    de las cifras a trav‚s del tiempo.  Sin embargo, el c lculo  de la
    incidencia de la pobreza no es sensible a esta posible distorsi¢n,
    pues se comparan los gastos nominales con canastas valorizadas  en
    el mismo momento del tiempo.

    Mucho  se especul¢ sobre el costo social del programa de estabili-
    zaci¢n   de   agosto   de    1990  (mundialmente   conocido   como
    "Fuji-shock").  Pocos  han utilizado la evidencia a la mano de las
    ENNIV para comparar, por ejemplo, la incidencia de la  pobreza  en
    Lima  metropolitana  en junio-julio de 1990 (situaci¢n pre-ajuste)
    con aquella de octubre-noviembre de 1991 (situaci¢n  post-ajuste).
    Dicho ejercicio arroja  un  crecimiento  de  la  pobreza  de  Lima
    metropolitana  de  45  a  49%.  Esta tendencia es coherente con la
    evoluci¢n real de los sueldos y salarios captada por el Ministerio
    de Trabajo.  Es decir, es cierto  que  la  pobreza  aument¢,  pero
    bastante  menos  que como efecto directo de la pol¡tica heterodoxa
    de los a¤os 80.

    Una  nueva  edici¢n  de  la ENNIV entre mayo y julio de 1994 se ha
    justificado plenamente.  A pesar de que la econom¡a peruana estaba
    creciendo desde  1993,  los  indicadores  sociales  limitados  que
    maneja  principalmente  el  Ministerio  de  Trabajo, mostraban una
    visi¢n fragmentada y hasta contradictoria de lo que estaba pasando
    con la econom¡a y la situaci¢n social en el Per£.  El  retrato que
    dibuja la ENNIV en 1994 es la primera evidencia de los  verdaderos
    efectos  que  est   teniendo la actual pol¡tica econ¢mica sobre el
    nivel de vida de los peruanos.

    La comparaci¢n de la incidencia de la pobreza nacional en 1994 con
    los  resultados  de  1991  se  efectu¢ en plena campa¤a electoral,
    causando encendidos debates.  Aunque la estimaci¢n de los  niveles
    de  pobreza  puede variar ligeramente dependiendo de la definici¢n
    de  canasta  que  se  tome  y del tipo de ajuste per c pita que se
    efect£e, existe consenso entre los investigadores locales  que  la
    pobreza  se  ha reducido en el pa¡s entre 1991 y 1994 en alrededor
    de seis puntos porcentuales (de 55.1% a 49.6%).  Por otro lado, la
    incidencia  de  la pobreza extrema ha disminuido de 23.9% a 19.5%.
    Estas reducciones de pobreza se sustentan en  incrementos  en  los
    gastos  de consumo reales muy fuertes de entre 20 y 30%, que pasan
    cualquier prueba de significaci¢n estad¡stica.

    Por otro lado, si se quiere responder a la pregunta de  cu nto  de
    reducci¢n  de  la  pobreza  es  realmente atribuible a la pol¡tica
    econ¢mica actual, se pueden tomar las cifras de Lima metropolitana
    de 1990 y 1994.  En este punto, la pobreza en la ciudad capital en
    1994 (38%) es claramente menor que en 1990 (44%).  Ciertamente, la
    ENNIV  tambi‚n  permite   retroceder   nuestros   c lculos   hasta
    1985-1986, y comprobar que estamos a mitad de camino en  la  tarea
    de  recuperar  los  niveles  de  vida  de mediados de los a¤os 80.
    Adem s,   la   flexibilidad   de   la  ENNIV  posibilita  realizar
    proyecciones  de  la evoluci¢n de la pobreza en los pr¢ximos a¤os.
    En un c lculo que he  realizado  para  el  pr¢ximo  n£mero  de  la
    revista  Debate  concluyo que con un crecimiento promedio anual de
    5% en el PIB global durante los pr¢ximos cinco a¤os, y  suponiendo
    que  no  habr n  mayores  cambios  en  la distribuci¢n del ingreso
    nacional, la pobreza extrema en el Per£ disminuir  hasta una  tasa
    de 11.3% en el a¤o 2000, afectando a 3 millones de peruanos.

    Quiz s la contribuci¢n m s importante de la ENNIV es que  con  sus
    cifras  se  ha  logrado  la  sensibilizaci¢n de la opini¢n p£blica
    respecto de las magnitudes de la pobreza y pobreza extrema  en  el
    pa¡s.  Tengo  la  impresi¢n  de que la comunidad profesional y los
    l¡deres de los diversos sectores del pa¡s conocen mejor las cifras
    de la pobreza y pobreza extrema en el Per£ que el propio  PIB  per
    c pita  anual  en d¢lares (la magnitud de este £ltimo indicador ha
    pasado al terreno de la especulaci¢n y controversia, debido a  los
    problemas  heredados  de  la hiperinflaci¢n y al debate acerca del
    tipo de cambio apropiado para su conversi¢n a d¢lares).

    Empleo y mercados de trabajo

    De acuerdo a la ENNIV, un 58.7% de los jefes de hogares pobres  en
    el  Per£  tienen  un   empleo   independiente,   tambi‚n   llamado
    autoempleo.  Por su parte, un 27.4% de los jefes de estos  hogares
    se  emplean  en  actividades  dependientes.  Esta  diferencia   de
    porcentajes  se  aminora  mientras m s urbana sea la regi¢n que se
    analice.  As¡, en Lima metropolitana el  45.6%  de  los  jefes  de
    hogares  pobres  son  autoempleados,  mientras que el 30.9% de los
    mismos posee un trabajo asalariado.  En cambio, en la Sierra rural
    el 14.7% de los jefes de hogares  pobres  laboran  en  actividades
    dependientes, mientras que el 80.2% de los mismos se desempe¤an en
    actividades independientes.

    En el caso del trabajo dependiente asalariado, la ENNIV ha servido
    para estudiar con mucha precisi¢n las fuentes de variaci¢n de  las
    remuneraciones  entre individuos.  Tal como sucede en todas partes
    del mundo, las diferencias en variables b sicas del capital humano
    (tales como los a¤os de educaci¢n y experiencia laboral)  explican
    cerca  de  la  mitad  de toda la dispersi¢n salarial.  La ENNIV ha
    posibilitado  el  c lculo  de  los  retornos  a la educaci¢n en el
    sector  asalariado  de  nuestro  pa¡s,  despu‚s  de  mucho tiempo.
    Stelcner, Arriagada y  Moock  (1988),  Rodr¡guez  (1993)  y  otros
    autores, han encontrado que por cada a¤o de educaci¢n adicional en
    el   Per£  el  trabajador  recibe  alrededor  de  un  10%  m s  de
    remuneraci¢n.

    Por  otro  lado,  la  evidencia  no  ha  sido contundente hasta el
    momento para mostrar si existe alguna diferencia en estos retornos
    de  acuerdo  al  nivel  educativo.  Por  el  contrario,  s¡  se ha
    encontrado  evidencia  estad¡stica  significativa  acerca  de  las
    diferencias de retornos a la educaci¢n p£blica en relaci¢n con  la
    educaci¢n privada.  Saavedra (1995) ha demostrado que los retornos
    a  la  educaci¢n  privada   superan  en  por  lo  menos  3  puntos
    porcentuales los retornos a la educaci¢n p£blica.

    Nos encontramos en las primeras etapas de investigaci¢n en el pa¡s
    acerca de la relaci¢n entre los retornos a la educaci¢n y el ciclo
    econ¢mico.  Saavedra  (1995)  ha  demostrado que los retornos a la
    educaci¢n se redujeron entre 1985 y 1991; es  decir,  durante  una
    fase depresiva de la econom¡a.  Por  su  parte,  existe  evidencia
    preliminar -Yamada (1995)- sobre la recuperaci¢n de los retornos a
    la educaci¢n  en los £ltimos a¤os, en paralelo con la reactivaci¢n
    de la econom¡a. En este sentido, los retornos a la educaci¢n en el
    Per£ ser¡an proc¡clicos.

    Un  segundo  tema  laboral  que se ha tratado profusamente con las
    ENNIV es el papel de la mujer  en  el  mercado  de  trabajo.  King
    (1989)  y  Khandker  (1990),  entre  otros,  han encontrado que la
    inversi¢n en la educaci¢n de las mujeres aumenta su  participaci¢n
    y  productividad  en  el  mercado  de  trabajo m s que inversiones
    similares en  la  educaci¢n  de  los  hombres.  Estas  inversiones
    tambi‚n  reducen  la  tasa de fertilidad y mejoran la educaci¢n de
    los ni¤os y la salud y nutrici¢n  de  todos  los  miembros  de  la
    familia.  En  cuanto  a  las  diferencias  salariales  por g‚nero,
    Felices y Montalv n (1994) detectaron que en 1991 exist¡a  un  46%
    de  diferencia  en  el  promedio  de  remuneraciones en contra del
    trabajo femenino.  Se estim¢ que 18 puntos de esta  diferencia  se
    deb¡an  a  una  menor educaci¢n promedio y a una menor experiencia
    laboral efectiva de  las  mujeres.  Sin  embargo,  los  28  puntos
    restantes se deber¡an a una menor retribuci¢n al capital humano de
    las  mujeres,   lo   que   ser¡a   un  indicio  importante  de  la
    discriminaci¢n por g‚nero en el mercado laboral.

    El  empleo  en  el  sector  p£blico  en  comparaci¢n con el empleo
    privado ha sido otro tema desarrollado  con  las  ENNIV.  Van  der
    Gaag,  Stelcner y Vijverberg (1989) realizaron un estudio paralelo
    de las remuneraciones p£blicas y privadas para los casos del  Per£
    y  Costa  de  Marfil.  Recientemente, Ruiz (1994) utiliz¢ la ENNIV
    1991 para establecer econom‚tricamente que los  empleados p£blicos
    ganaban  menos  en  ese  sector que en un empleo alternativo en el
    sector privado.  Este hecho suced¡a  a  pesar  de  que  el  sector
    p£blico  ofrec¡a  retornos positivos a la habilidad pol¡tica.  Por
    otro lado, si bien los empleados p£blicos ten¡an un mayor  retorno
    a  la  educaci¢n  que aquellos del sector privado, este efecto era
    contrarrestado  por  los  mayores  retornos a la experiencia en el
    sector   privado,  de  manera  que  quedaban  en  inferioridad  de
    condiciones.  As¡,  la  predicci¢n  de  ingresos  se¤alaba  que un
    trabajador del sector p£blico ganaba la cuarta  parte  de  lo  que
    hubiese podido recibir como remuneraci¢n en el sector privado.

    Debido  a  la  importancia  del  autoempleo  y  de  las   empresas
    familiares informales en las ciudades de los pa¡ses en desarrollo,
    la ENNIV se dise¤¢ para tener una secci¢n especial dedicada a este
    sector.  En el caso peruano, se han realizado preguntas acerca  de
    hasta  tres empresas familiares con un registro detallado del tipo
    de negocio, n£mero de familiares  y  no  familiares  involucrados,
    ingresos,  gastos,  existencia  de  capital  e inventario.  Moock,
    Stelcner y Musgrove (1990) fueron los primeros en  trabajar  dicha
    secci¢n  y  comprobar que tambi‚n en este sector la educaci¢n y la
    experiencia laboral ten¡an retornos similares  a  los  del  sector
    formal  asalariado.  De esta manera, se demostraba que el nivel de
    educaci¢n alcanzado no era s¢lo una credencial en  el  mercado  de
    trabajo  sino que aumentaba significativamente la productividad de
    los individuos (v‚ase tambi‚n Ramos, 1994).

    Yo trabaj‚  mi  tesis  utilizando  profusamente  esta  secci¢n. La
    literatura  de  desarrollo  no  hab¡a  dado  su veredicto final en
    cuanto  a  qu‚  representaba  este  sector  de  autoempleo para la
    econom¡a.  Por  un  lado,  exist¡a  la   hip¢tesis   extrema   que
    consideraba  el  autoempleo  como un refugio involuntario para los
    individuos que no pod¡an acceder al sector formal  asalariado.  En
    el  otro  extremo  ten¡amos  la hip¢tesis de Hernando de Soto, que
    afirmaba que en este sector se  desempe¤aban  voluntariamente  los
    empresarios  que  necesita el pa¡s para su desarrollo capitalista.
    Utilizando las ENNIV de 1985-1986 y 1990, mi  tesis  demostr¢  que
    este  sector  es  tan flexible que incorpora ambas realidades a la
    vez, aunque la gran  mayor¡a  de  autoempleados  obtiene  ingresos
    superiores  a  su  costo  de  oportunidad  en el sector asalariado
    formal  (Yamada,  1994).  Al  presente,  estoy  actualizando dicha
    investigaci¢n   con  las  ENNIV  de  1991  y  1994,  debido  a  la
    importancia  estrat‚gica  que  se  est   otorgando al sector de la
    microempresa (v‚ase Yamada y Ramos, 1994).  

    En suma, la informaci¢n tan rica y  completa  recopilada  por  las
    diversas  ENNIV  ha  permitido  darle contenido emp¡rico al debate
    sobre el autoempleo y la informalidad en el Per£ y  en  el  Tercer
    Mundo,  y a otros tantos temas de econom¡a laboral (tales como los
    retornos a la inversi¢n en educaci¢n, el papel de la mujer  y  las
    diferencias  por  g‚nero,  y  la realidad del empleo p£blico en el
    pa¡s) que tienen la mayor importancia para el dise¤o de  pol¡ticas
    econ¢micas   y  sociales  eficaces  que  coadyuven  al  desarrollo
    sostenido del pa¡s.

    Lo que falta por hacer

    La  evidencia recopilada en este ensayo es m s que suficiente para
    probar que las ENNIV son  hoy  por  hoy  herramientas  de  trabajo
    (ahora  c¢modamente  instaladas  en  una  computadora  personal de
    escritorio)  de  muchos  investigadores  peruanos  y   extranjeros
    interesados en el an lisis de problemas y posibilidades de  elevar
    el  nivel  de vida de los peruanos. Por supuesto que se puede y se
    debe avanzar sobre la base de esta experiencia valiosa.  Yo,  como
    usuario  de  ENNIV,  quisiera  que  en  el  futuro se consolidaran
    algunos de los siguientes aspectos:

    1)  Eliminar  la  estacionalidad  de  las ENNIV.  Hemos tratado de
        hacer investigaci¢n y pol¡tica econ¢mica y social en  el  pa¡s
        con resultados de niveles de vida tomados a veces durante todo
        un a¤o, a veces en un per¡odo de junio a  julio,  otras  veces
        entre  octubre  y  noviembre, y finalmente entre mayo y julio.
        Muchas actividades del pa¡s tienen una fuerte  estacionalidad,
        siendo  los  casos  m s  evidentes  los de la agricultura y el
        comercio.  Tambi‚n creo recordar por trabajos de PRISMA que la
        desnutrici¢n infantil presenta una marcada estacionalidad a lo
        largo  del  a¤o.  Por tanto, deber¡amos tratar de uniformar el
        momento de la encuesta, de aqu¡ en adelante. Si  los  recursos
        lo permiten, lo ideal ser¡a hacer encuestas a lo largo de todo
        el a¤o. Si ello no es posible, las pr¢ximas ediciones de ENNIV
        deber¡an  volver  a  hacerse  entre  mayo  y  julio  para  ser
        comparables con la encuesta de 1994.
    
    2)  Aumentar  la  representatividad  de  la  ENNIV  a  niveles m s
        peque¤os del territorio del pa¡s. La investigaci¢n ha avanzado
        mucho  con  el  tama¤o de muestra actual de las ENNIV, pero la
        pol¡tica social concreta s¢lo obtiene  una  idea  general  del
        territorio  en  el  que se est  desenvolviendo y no de la zona
        espec¡fica   de   atenci¢n  (salvo   en   el   caso  de   Lima
        metropolitana).  Por  tanto,  si  se  desea  que  la  ENNIV se
        convierta en una herramienta £til para la  reducci¢n  integral
        de  la  pobreza  por departamentos o regiones, se necesita una
        ampliaci¢n importante del tama¤o de su muestra.
    
    3)  Incorporar  una encuesta de consumo efectivo de alimentos.  Un
         rea  importante  en  la  que  se  debe  avanzar  dentro de la
        estructura de una encuesta de hogares como la ENNIV es  en  el
        consumo real de alimentos.  Desde la ENCA de 1972 no ha habido
        ninguna encuesta que registre el consumo real de alimentos  de
        las  familias  a  nivel  de  todo  el  pa¡s.  En este sentido,
        nuestros  c lculos  de  pobreza  tienen  un  margen  de  error
        importante  si  lo  que  nos  interesa  son  las  familias que
        efectivamente consumen menos  calor¡as  y  prote¡nas  que  las
        m¡nimamente recomendadas por los especialistas nutricionales.

    4)  Mejorar el trabajo de panel. Si bien la ENNIV fue dise¤ada con
        un componente expl¡cito de panel, creemos que no se ha  tenido
        el  suficiente  cuidado  en el monitoreo de este aspecto de la
        encuesta.  Dada la prioridad de la  pol¡tica  social,  deber¡a
        haber  un monitoreo continuo de la evoluci¢n del nivel de vida
        de  las  familias  del  pa¡s,  y  una  muestra longitudinal de
        familias es una herramienta necesaria para dicho prop¢sito.
    
    5)  Tener  una encuesta de hogares tipo ENNIV en forma permanente.
        Por £ltimo, ser¡a ideal que  la  ENNIV  se  institucionalizara
        como  una encuesta permanente de seguimiento de los niveles de
        vida de las familias peruanas, y que  se  llevara  a  cabo  en
        forma anual, de ser posible.  Las cuatro ediciones  anteriores
        de  la  ENNIV han demostrado que es posible seguir de cerca el
        estado y la evoluci¢n del bienestar de las  familias  peruanas
        con un presupuesto de recursos razonable.  En este sentido, el
        retorno  de  la  inversi¢n  en  una  ENNIV m s permanente est 
        garantizado.

    
ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿
³  Bibliograf¡a  ³
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