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  ³  4.6. COMENTARIOS AL TEMA: DINAMICA DEMOGRAFICA DE LA POBREZA  ³
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               COMENTARISTA N§ 2 : Alberto Padilla Trejo
           Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)
                                Lima, Per£


     Las diferencias que existen entre los comportamientos demogr ficos 
de las  sociedades  desarrolladas y las que est n en v¡as de desarrollo 
son conocidas desde hace  bastante tiempo.  La literatura demogr fica y 
social muestra numerosos casos de fecundidad y mortalidad mayores cuan-
to  m s pobres  son las poblaciones.  Asimismo, se sabe que el descenso 
dram tico  de la  mortalidad, sobre todo de la infantil, ha contribuido 
al aumento de los a¤os de vida y a que mayores contingentes de personas 
alcancen  edades  mayores.  Los avances  en  el  campo  de la salud han 
influido para  que m s mujeres pobres lleguen con vida a la edad repro-
ductiva manteniendo  una  fecundidad  a£n  alta.  Parad¢jicamente, esta 
mejora  de  la  salud ha contribuido a que aumente el n£mero de pobres, 
agravando los efectos del estancamiento econ¢mico en la mayor¡a de  los 
pa¡ses del tercer mundo1.

     Por otro lado, el auge de los estudios sobre pobreza y el desarro-
llo de  m‚todos  para  determinarla  ha  permitido   diseccionar  a  la 
poblaci¢n de nuestros pa¡ses en pobres y no pobres y estudiar mejor los 
factores subyacentes tras la din mica de la pobreza. Sin embargo,  como 
bien apunta Jorge Mart¡nez en la ponencia que nos toca comentar, en  la 
mayor¡a de los estudios se supone que la pobreza tiene un origen econ¢-
mico.  Esto  es  cierto, pero se soslaya el hecho de que la din mica de 
la  pobreza tiene un componente demogr fico que empuja a un crecimiento 
sostenido de la cantidad de personas pobres. 

     Sobre  el  particular, Medea Morales nos ilustra sobre el hecho de 
que en  1985  la poblaci¢n pobre  de Nicaragua, aquella con necesidades 
b sicas insatisfechas (NBI), ten¡a una tasa global de fecundidad de 6.7 
hijos  por  mujer, mientras que la no pobre ten¡a una tasa mucho menor, 
de 3.7 hijos por mujer.  Por su parte, Juli n Antezana nos muestra  que 
en el Per£ de 1993 tales valores eran de 4.6 y 2.2 hijos por mujer para 
las  mismas  categor¡as.  Esto  indica  que el nivel de reproducci¢n es 
mayor  en las poblaciones pobres de nuestros pa¡ses, mostrando al inte-
rior de  ellos  las  diferencias que encontr bamos entre los pa¡ses del 
sur  y  del  norte. Los  datos  disponibles de Nicaragua se¤alan que el 
saldo anual de  nacimientos  menos  defunciones  muestra un crecimiento 
natural  de 35 personas por cada mil habitantes entre los pobres, mien-
tras que entre los no pobres es de s¢lo 24 por cada mil. En el caso del 
Per£  los  valores  son  de 22 y 14 por mil, respectivamente.  En ambos 
pa¡ses, la  din mica demogr fica de los estratos pobres implica un cre-
cimiento que  es casi 50 % m s  alto que el de los no pobres.  Esto nos 
permite afirmar que en situaciones donde hay una econom¡a estacionaria, 
sin crecimiento y por tanto sin mejoramiento del empleo ni del ingreso, 
el peso de la poblaci¢n en situaci¢n de pobreza aumentar  por su  mayor 
tasa de crecimiento demogr fico. Obviamente, si el ingreso y  el empleo 
decaen, estos dos factores har n crecer a£n en mayor medida la pobreza.   

     Mart¡nez nos habla de que los factores  generadores  de la pobreza 
est n presentes desde antes de la reproducci¢n. Se¤ala que los estratos 
pobres  no  tienen  una  calificaci¢n  adecuada para  competir  por los 
escasos empleos  productivos,  pues  tienen  grandes diferencias en sus 
niveles  educativos.  As¡, los datos del Per£ muestran un analfabetismo 
de  21% entre los  pobres frente a s¢lo un 5% en los no pobres. El caso 
de las  madres  j¢venes es distintivo de los grupos pobres: en el  Per£ 
el 75% de los nacimientos de madres menores de 20 a¤os corresponden  al 
estrato  pobre.  Estas  madres  son  de baja escolaridad y por tanto de 
escasa calificaci¢n para un empleo productivo. La gran mayor¡a de ellas 
tienen as¡ una alta probabilidad de continuar siendo pobres por lo  que 
sus  hijos vivir n en la misma o peor situaci¢n. Los ni¤os trabajadores 
y  los ni¤os de la calle, que abundan en las ciudades, son la expresi¢n 
viva  de  la  alta fecundidad  de los pobres. UNICEF2  en su informe El 
progreso de las  naciones  se¤ala  sobre  el particular que estos ni¤os 
realizan  labores que anulan el goce de su infancia y aplastan su dere-
cho  a  un  desarrollo  f¡sico  y  mental normal, y tienen amenazado su 
futuro por una salud y una alimentaci¢n inadecuadas, acompa¤adas de una 
baja  escolaridad.  Esta  es  la  transmisi¢n  intergeneracional  de la 
pobreza,  que  se  agrava  con  el  mayor crecimiento demogr fico de la 
poblaci¢n pobre. 

     Antezana nos muestra tambi‚n uno de los rostros de la pobreza:  su 
estructura  etaria, dominada por la presencia de los ni¤os y adolescen-
tes y una menor proporci¢n de poblaci¢n en edad de trabajar.  Los datos 
del Per£ ilustran bien esta situaci¢n; mientras entre los mayores de 15 
a¤os  casi  la  mitad de la poblaci¢n vive en hogares pobres (con NBI), 
entre  los menores de esa edad el 66% son pobres. As¡, la pobreza tiene 
un  rostro de  ni¤o. Los hogares pobres est n constituidos entonces por 
una alta proporci¢n de ni¤os, lo que determina una menor proporci¢n  de 
perceptores de ingresos, la que a su vez limita mejorar sus  niveles de 
consumo. Una fecundidad alta por un largo plazo, obviamente no permiti-
r  cambiar esta situaci¢n r pidamente.

     Por su lado, Susana  Guevara  encuentra que la diferencia entre el 
n£mero  de  hijos que  hubieran  querido  tener  los  pobres  y los que 
realmente han  tenido al  culminar  la vida  f‚rtil, es mayor que en la 
poblaci¢n  no pobre. Una relectura de esta informaci¢n nos permite  ver 
que  son peque¤as  las diferencias en la fecundidad deseada de pobres y 
no pobres  (2.7  y 2.4 hijos por mujer, respectivamente, en el caso del 
Per£), pero son grandes en el n£mero de hijos realmente tenidos (7 a  8 
frente  a 2.7 en promedio, respectivamente). Este desequilibrio se debe 
a  las  diferencias  en el uso de m‚todos anticonceptivos: mientras que 
los  no pobres  los usan en mayor proporci¢n y de manera eficiente, los 
pobres que los emplean son una menor proporci¢n y, m s  a£n,  los  usan 
deficientemente.  Esto se aprecia mejor al constatar que  en el Per£ el 
43%  de las  mujeres no  pobres emplean m‚todos con una probabilidad de 
falla no mayor al 2 % por a¤o, mientras que el 52 % de  las pobres usan 
m‚todos con  una  probabilidad de falla cercana al 30% en el a¤o3. Esto 
conduce  a la idea de que una pol¡tica de poblaci¢n orientada a ajustar 
la  fecundidad real de los pobres al nivel por ellos deseado es un ins-
trumento  de lucha contra la pobreza, pues permite controlar uno de los 
factores que influyen en su evoluci¢n.     

     Para  dimensionar  mejor  el efecto de la fuerza demogr fica en la 
din mica de la pobreza, hemos preparado una proyecci¢n de poblaci¢n del 
Per£ diferenciada por niveles de pobreza a partir de 1995. Para ello se 
ha  supuesto  un descenso de  la poblaci¢n con NBI al 55% del total del 
pa¡s  (2  puntos menos que en 1993). El ejercicio nos permite hacer las 
siguientes aseveraciones.

     La fecundidad de los no pobres  se encuentra pr¢xima a los valores 
m¡nimos posibles, por lo que el crecimiento de la poblaci¢n peruana  de 
los pr¢ximos a¤os ser  a costa fundamentalmente de la poblaci¢n actual-
mente pobre.  En los pr¢ximos 30 a¤os la poblaci¢n actualmente no pobre 
de  10 millones 500 mil personas, aumentar¡a hasta 14 millones 200 mil.  
Esta  cantidad  podr¡a ser mayor si se produce una movilidad social que 
permita  que  los  pobres se trasladen hacia el grupo de los no pobres, 
por una mejora de sus condiciones econ¢micas.

     Dependiendo  del ‚nfasis que se ponga en los programas de planifi-
caci¢n  familiar, la  poblaci¢n  actualmente  pobre  podr¡a  aumentar a 
diversas  magnitudes.  Con  un programa de  planificaci¢n  familiar sin 
variaciones  con  respecto  a  la  situaci¢n  de los £ltimos 3 a¤os, la 
fecundidad de  los  pobres podr¡a reducirse  de 4.6 hijos por mujer, en 
1993,  a 3 hijos en el quinquenio 2020-2025. Esto llevar¡a a que la po-
blaci¢n  actualmente  pobre  aumente  de  13  millones,  en  1995, a 24 
millones 200 mil en el a¤o 2025.  Esto significa que, en el supuesto de 
no  haber movilidad social, por efecto de su mayor crecimiento demogr -
fico  los  pobres  aumentar¡an hasta ser el 63% del total de habitantes 
del Per£ del a¤o 2025. 
     
     Un  programa de poblaci¢n m s impetuoso podr¡a hacer que la fecun-
didad de los pobres descienda desde el 4.6  antes  se¤alado  hasta  2.2 
hijos por  mujer, equivalente al  que ten¡an en 1993 los no pobres. Con 
este  supuesto  la poblaci¢n actualmente pobre aumentar¡a a 21 millones 
400 mil  personas. Cabe  se¤alar  que esta variante cumple la hip¢tesis 
media de proyecci¢n de poblaci¢n considerada como oficial por el Insti-
tuto Nacional de Estad¡stica e Inform tica del Per£.

     Si en el Per£ se planteara como  meta  reducir  la  pobreza  a  10 
millones de personas en 30 a¤os, con la primera alternativa demogr fica 
presentada  habr¡a  que pasar a 14 millones 200  mil pobres a la situa-
ci¢n de no pobres, al a¤o 2025. Con la segunda alternativa, el descenso 
de la fecundidad reducir¡a el esfuerzo a 11 millones 400 mil. 


                    Proyecci¢n de la Poblaci¢n del Per£ 
                         por niveles de pobreza
ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿
³            ³                ³                 Pobres                    ³
³            ³                ÃÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ´
³    A¤o     ³    No Pobres   ³  Con bajo descenso  ³ Con mayor descenso  ³
³            ³                ³   de fecundidad 1/  ³  de fecundidad 2/   ³
ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ
                                                                             
    1995             10 532            13 000               13 000        
    2000             11 196            14 634               14 466        
    2005             11 891            16 415               15 913        
    2010             12 550            18 307               17 335        
    2015             13 146            20 275               18 730        
    2020             13 688            22 297               20 069        
    2025             14 160            24 390               21 359        
                                                                             
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1/Corresponde a la hip¢tesis alta de fecundidad de las proyecciones oficiales del INEI (1995)
2/Corresponde a la hip¢tesis media de fecundidad de las proyecciones oficiales del INEI (1995)
Fuente: Instituto Nacional de Estad¡stica e Inform tica (INEI) (1995), "Proyecciones de la poblaci¢n del
Per£ 1995-2025", Bolet¡n de An lisis Demogr fico, N§ 34, Instituto Nacional de Estad¡stica e Inform tica/
Centro Latinoamericano de Demograf¡a/ Fondo de Poblaci¢n de las Naciones Unidas (INEI/CELADE/FNUAP), Lima.

   
     A manera de conclusi¢n se podr¡a se¤alar que la din mica de la po-
breza tiene  un componente demogr fico a trav‚s de la alta fecundidad y 
de la  migraci¢n,  tema este £ltimo no abordado en este comentario. Los 
responsables  de dise¤ar pol¡ticas de superaci¢n de la pobreza deber¡an 
considerar  programas  de poblaci¢n  para disminuir los esfuerzos y los 
tiempos. No hacerlo, es dejar una fuerza fuera de control.