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ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ CAPITULO I ³ ³ CARACTERIZACION DE LA POBREZA ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ 1.1 POBLACION, FAMILIA Y DESARROLLO Dr. Carlos Eduardo Arambur£ I. POBLACION Y FAMILIA: PROYECCIONES AL QUINQUENIO 2015-2020 En la actualidad, el Per£ cuenta con una poblaci¢n de 23 millones 947 mil habitantes registr ndose un crecimiento promedio anual de 1,76%, superior al promedio mundial que es de 1,5%. En t‚rminos comparativos, el volumen actual de la poblaci¢n del pa¡s acusa un incremento de m s de 6,5 millones de habitantes en relaci¢n a la poblaci¢n registrada en 1980. Es decir, aunque el r pido crecimiento poblacional experimentado en d‚cadas pasadas empieza a disminuir en la d‚cada de los ochenta, pasando de una tasa de crecimiento de 2% a 1,76%, la poblaci¢n peruana contin£a creciendo en cifras absolutas, y lo seguir haciendo en los pr¢ximos a¤os aunque cada vez a un ritmo menor. Por tanto, no es posible soslayar, en t‚rminos absolutos, la magnitud del crecimiento demogr fico que contin£a siendo elevada. De acuerdo a la tendencia proyectada seg£n la hip¢tesis media de crecimiento poblacional1, la poblaci¢n peruana, a fines de presente siglo, ser de 25 millones 662 mil habitantes, con una leve variaci¢n en su estructura por grandes grupos de edad, estim ndose un crecimiento din mico de la poblaci¢n en edad productiva, principalmente en el grupo etario de 15 a 24 a¤os. Ello nos advierte, desde ya, que se intensificar y acrecentar la presi¢n sobre el mercado de trabajo y sobre la capacitaci¢n profesional y laboral y asimismo, sobre los recursos y servicios. En el a¤o 2010, el Per£ alcanzar¡a la cifra de 29 millones 885 mil habitantes (casi 30 millones) y se aproximar¡a a 34 millones en el 2020 (33 millones 757 mil). De este modo se producir¡a un incremento apreciable de alrededor de 10 millones de peruanos en el a¤o 2020; es decir, 41% m s que en 1996. En t‚rminos de distribuci¢n espacial, el crecimiento poblacional contin£a orient ndose significativamente a las reas urbanas, observ ndose un proceso de urbanizaci¢n creciente no s¢lo en ciudades de la costa, sino tambi‚n en la Sierra y Selva. Entre 1990 y 1996 la poblaci¢n urbana pas¢ de 14 millones 814 mil a 17 millones 126 mil habitantes, incrementando su peso porcentual de 68% a 71,5% de la poblaci¢n total, en tanto que la poblaci¢n rural aument¢ ligeramente de 6 millones 773 mil a 6 millones 821 mil, disminuyendo su peso respectivo de 33,3% a 28,5% en el mismo per¡odo. En el a¤o 2000 la proporci¢n urbana alcanzar¡a el 72,3% del total nacional. Cabe remarcar al respecto, que a£n cuando el proceso de concentraci¢n urbana contin£a, en t‚rminos relativos, la velocidad de crecimiento de la poblaci¢n urbana ha venido descendiendo a niveles inferiores a los observados en las d‚cadas del 40 y 50. No obstante, sigue siendo considerable el impacto de su crecimiento en t‚rminos absolutos; 385 mil habitantes m s por a¤o durante los £ltimos 6 a¤os. En cuanto a la poblaci¢n rural, es preciso se¤alar que, si bien su ritmo de crecimiento se ha mantenido entre 0,8% y 0,9% por a¤o entre 1980 y 1996, el cuadro de estancamiento asociado a sus tasas de crecimiento y peso porcentual, es inexacto, pues la poblaci¢n rural ha aumentado y contin£a creciendo en t‚rminos absolutos. En tal sentido, carece de sustento la imagen aceptada de un despoblamiento del campo. Considerando el volumen poblacional, Lima Metropolitana es la ciudad de mayor tama¤o poblacional. Actualmente cuenta con 6 millones 300 mil habitantes y representa el 29% de la poblaci¢n total del pa¡s y el 44% de la poblaci¢n urbana. Siguiendo el curso actual de las tendencias, a fines del presente siglo, la poblaci¢n urbana alcanzar¡a los 18 millones 555 mil habitantes, llegando a 24 millones 58 mil y 25 millones 763 mil en los a¤os 2015 y 2020 respectivamente. A su vez, la poblaci¢n rural creciendo a un ritmo lento superar , en el a¤o 2000, los 7 millones de habitantes y se aproximar a los 8 millones en el quinquenio 2015-2020. Las tendencias de crecimiento de las ciudades, a su vez, permiten apreciar que 23 centros urbanos presentan tasas de crecimiento mayores a las de Lima, sin embargo, el an lisis de las cifras absolutas nos revela que pese al proceso de urbanizaci¢n secundaria experimentado por el crecimiento explosivo de varias ciudades, la preeminencia urbana de Lima Metropolitana se mantiene. En efecto, su tama¤o poblacional es diez veces superior a la ciudad de Arequipa, diferencia que se mantiene casi exactamente igual en relaci¢n a la d‚cada pasada, ocurriendo una situaci¢n similar entre Arequipa y la tercera ciudad del pa¡s, Trujillo. De mantenerse estas tendencias, Lima-Callao es y seguir siendo, un reflejo del centralismo econ¢mico y pol¡tico, y testigo elocuente de la ausencia real de un proceso de descentralizaci¢n. En el marco de los procesos descritos y las diversas transformaciones operadas en el contexto socioecon¢mico y cultural en la £ltima d‚cada, la estructura, organizaci¢n y funcionamiento de la familia tambi‚n se han visto afectadas. En primera instancia, se observa un aumento en la edad mediana de la primera uni¢n a nivel nacional (21,1 a¤os) respecto de 1981, lo cual estar¡a explicado b sicamente por el cambio operado en las mujeres de Lima ya que en otras regiones la variaci¢n ha sido tenue. Ello resulta particularmente importante por el efecto que conlleva en la fecundidad, esto es, un menor tiempo de exposici¢n al riesgo de embarazo y del potencial de hijos a tener. No obstante, un n£mero significativo de mujeres j¢venes se embaraza o tiene hijos a edades adolescentes, siendo esto frecuente en el rea rural y entre las mujeres con menor nivel educativo, lo cual eleva la probabilidad de la reproducci¢n intergeneracional del fen¢meno. Otro aspecto importante en la formaci¢n de las familias es el aumento de las uniones de hecho o consensuales. La participaci¢n relativa de la poblaci¢n que vive en uni¢n consensual o convivencia, se eleva de 12,0% en 1981 a 16,3% en 1993. Asimismo se observa un aumento en el n£mero de personas divorciadas y separadas respecto de 1981, en contrapartida, a la disminuci¢n de la proporci¢n de casados. En otras palabras, las uniones conyugales son m s inestables en la actualidad y duran menos. Es importante mencionar tambi‚n que adquiere un mayor dinamismo la formaci¢n de familias extendidas adem s de las familias nucleares cl sicas, como producto de la crisis econ¢mica de los a¤os ochenta. En efecto, muchas familias se vieron forzadas a desarrollar nuevas estrategias de sobrevivencia, entre ellas, aumentar el n£mero de horas trabajadas por sus miembros y extender sus redes sociales fuera del mbito del hogar fortaleciendo el espacio comunitario. Asimismo, el alto costo de la vivienda en las grandes ciudades influye en la conformaci¢n de hogares multifamiliares o extensos. En Lima Metropolitana, por ejemplo, el 12,5% de los hogares empadronados comparte la vivienda con un hogar principal. Otra variable de impacto en la din mica familiar es el aumento de la inserci¢n de la mujer en el plano laboral, asociado a una serie de variaciones de los roles entre los miembros de la familia. Ciertamente, la PEA femenina ha crecido en m s de 850 mil mujeres en los £ltimos 15 a¤os, incrementando su peso porcentual de 25,5% a 29,7% respecto de la PEA total, debido principalmente al aumento de m s de 350 mil mujeres que se registra en el grupo de mujeres de 15 a 29 a¤os. Cabe destacar, asimismo, el aumento del n£mero de familias en las cuales es la madre sola la que tiene la responsabilidad del cuidado de los hijos. Entre 1981 y 1993, el porcentaje de mujeres jefes de hogar se increment¢ en 46%, pasando de 760 mil 182 hogares jefaturados por mujeres a 1 mill¢n 110 mil, de las cuales el 27,1% carece de alg£n grado educativo. Alrededor de un quinto (23,3%) de los hogares peruanos son conducidos por mujeres, y casi la mitad de ellos reside en condiciones inadecuadas para el h bitat humano, denotando una situaci¢n de elevada vulnerabilidad. II. UN ANALISIS DE BRECHAS SOCIODEMOGRAFICAS: DESAFIOS ACTUALES Y FUTUROS La tendencia decreciente del ritmo de crecimiento de la poblaci¢n peruana que se describe en el ac pite anterior, se debe fundamentalmente al descenso de la tasa bruta de natalidad, lo cual est estrechamente relacionado con la disminuci¢n en los niveles de fecundidad observados en el pa¡s. En el Per£, al igual que en varios pa¡ses de Am‚rica Latina, el tr nsito de niveles elevados de fecundidad y mortalidad a niveles m s bajos, ha ocurrido en mayor intensidad que lo pronosticado. Sin embargo, los ¡ndices actuales de fecundidad y mortalidad todav¡a est n muy lejanos de aquellos que presentan los pa¡ses de Am‚rica Latina de transici¢n avanzada y, en mayor grado, respecto de los pa¡ses desarrollados. M s a£n, es de destacar que pese a las mejoras que exhiben los promedios nacionales de los principales indicadores sociodemo-gr ficos, persisten diferencias importantes seg£n localizaci¢n geogr fica, grado de urbanizaci¢n, nivel educativo y otras variables, lo cual representa un insumo valioso de an lisis para el dise¤o de pol¡ticas y sus programas respectivos. En materia de fecundidad, la reducci¢n en la Tasa Global de Fecundidad (TGF), (es decir, en el n£mero promedio de hijos por mujer), de 6,8 en 1981 a 3,4 en 1993 y 3,1 hijos por mujer en 19962, ilustra n¡tidamente un descenso del 55% en el nivel de fecundidad del pa¡s durante los £ltimos 15 a¤os. No obstante, este indicador muestra grandes disparidades entre segmentos poblacionales agrupados seg£n determinadas caracter¡sticas, destacando, al respecto, el diferencial entre las mujeres del rea rural y las residentes en reas urbanas (5,3 versus 2,2 hijos), as¡ como el existente entre las mujeres educadas (2,1) y las no educadas. (5,8). Cabe, asimismo, hacer hincapi‚ en la creciente ampliaci¢n de la brecha urbano-rural en la fecundidad durante las cuatro £ltimas d‚cadas, desde un 23,7% en 1961 hasta llegar al 100% en 1993. Asimismo, el nivel de la fecundidad del pa¡s esconde comportamientos muy diferenciados a nivel territorial, registr ndose los niveles m s altos en los departamentos de la Sierra y Selva (Huancavelica, Apur¡mac, Loreto y Amazonas), en donde las mujeres tienen en promedio entre 4,7 a 5,7 hijos. Los niveles m s bajos de fecundidad corresponden a los departamentos predominantemente urbanos, donde se registran tasas incluso menores a la del promedio nacional (Lima, Tacna, Moquegua con 2,2 y la Provincia Constitucional del Callao con 2,1). Ilustra asimismo el panorama de disparidades, el nivel de fecundidad promedio que exhiben las mujeres de las comunidades ind¡genas de la Amazon¡a peruana (7,9 hijos por mujer), nivel superior al registrado en las mujeres del mbito rural del pa¡s. Destaca, por cierto, la fecundidad temprana como uno de los rasgos m s distintivos de su comportamiento reproductivo, encontr ndose niveles de fecundidad incluso muy por encima de este elevado promedio, es el caso de los pueblos ‚tnicos de Huambisa y Quichua-Napo Pastaza (9,8 y 9,7 hijos por mujer en cada caso). Por otro lado, contrastando con el descenso de la fecundidad general, la de las adolescentes se mantiene elevada. Al respecto, viene observ ndose un alarmante ascenso del embarazo de adolescentes en los £ltimos a¤os; entre 1981 y 1996, la cifra de madres con edades entre 12 a 19 a¤os muestra un aumento de 76%, estim ndose que en 1996 hay 165 mil madres adolescentes en el pa¡s, quienes representan el 8% del grupo de mujeres de 12 a 19 a¤os y que anualmente ocurren 75 mil nacimientos en madres menores de 20 a¤os. Ello constituye una fuente de creciente preocupaci¢n debido a sus efectos tanto para las madres j¢venes, los hijos de madres adolescentes y la sociedad en general. El escaso conocimiento que tienen los adolescentes y j¢venes sobre sexualidad y salud reproductiva, la poca accesibilidad a informaci¢n y servicios que brinden consejeria y de ser necesario, diferentes opciones anticonceptivas, han derivado en embarazos no deseados entre estos. Los embarazos no deseados, se traducen en abortos, elevadas tasas de mortalidad infantil en hijos de madres adolescentes y alta morbimortalidad materna. Adem s, el embarazo en la adolescencia generalmente supone deserci¢n escolar, poca preparaci¢n para el empleo y el tener que asumir tempranamente la jefatura de hogar, lo cual contribuye a reproducir el c¡rculo de pobreza. Ello implica adem s de los problemas psicosociales de cada individuo, altos costos para el sistema p£blico y graves obst culos para el desarrollo del pa¡s. Otra variable que permite tambi‚n apreciar niveles diferenciados de fecundidad es la pobreza. Investigaciones sobre el tema se¤alan que a medida que se incrementan los niveles de pobreza, la fecundidad tiende a ser m s elevada. Las mujeres de los hogares con mayores caracter¡sticas de pobreza registran las m s altas tasas de fecundidad con 5,5 hijos por mujer, mientras que en aquellos hogares que no se presentan caracter¡sticas objetivas de pobreza, la tasa es de s¢lo 2,2 hijos por mujer. En los departamentos como Huancavelica y Apur¡mac que tienen una mayor proporci¢n de hogares en situaci¢n de pobreza, el n£mero promedio de hijos por mujer es cercano a 6. As¡, los mayores niveles de fecundidad corresponden a la poblaci¢n en situaci¢n de pobreza, registr ndose los niveles m s elevados en el rea rural, donde las mujeres pobres tienen 5,6 hijos y las que viven en situaci¢n de miseria o pobreza extrema, 6,2 hijos por mujer. La paradoja es evidente; es en los hogares m s humildes donde existen m s bocas que mantener. La mayor fecundidad de los pobres se estar¡a produciendo por efecto de una iniciaci¢n sexual temprana que antecede casi 5 a¤os a los grupos no pobres, y de un empleo relativamente bajo y deficiente de m‚todos de planificaci¢n familiar. La implicancia de lo anterior resulta entonces clara, para reducir las injustas y significativas brechas existentes en los niveles de fecundidad, urge entonces atender el deseo creciente de las parejas de no tener m s hijos de los que actualmente tienen, de este modo se contribuir¡a adem s a quebrar el proceso de transmisi¢n intergeneracional de pobreza. De eso se trata cuando se plantea democratizar el acceso a los servicios de planificaci¢n familiar. Seg£n un estudio reciente, en materia de fecundidad, la brecha urbano-rural actual se reducir¡a de casi tres hijos a un hijo en el quinquenio 2015-2020. Otro fen¢meno estrechamente ligado al crecimiento poblacional es la mortalidad, la cual muestra una tendencia decreciente pero a un ritmo m s lento que la fecundidad. La tasa bruta de mortalidad, de 10,9 defunciones por cada mil habitantes en 1981, descendi¢ a 7 defunciones en 1990, estim ndose en 1996 una frecuencia de 6,5 muertes por cada mil habitantes, superior al promedio latinoamericano. La mortalidad infantil muestra tambi‚n un descenso sostenido en las £ltimas d‚cadas. Sin embargo, aunque la frecuencia de 87,9 defunciones de menores de 1 a¤o por cada mil nacidos vivos alcanzada a inicios de los ochenta, disminuye significativamente a 61,6 en 1990, a£n constituye uno de los niveles m s altos en Latinoam‚rica, encubriendo adem s grandes diferencias en el interior del pa¡s. Los datos de la Encuesta Demogr fica y de Salud 1991-1992 mostraban que la mortalidad infantil era casi el doble en el rea rural respecto del rea urbana, siendo mucho m s elevada en la Sierra y Selva. El nivel educativo de las mujeres se mostraba como el factor explicativo m s importante en la generaci¢n de los diferenciales pues los ni¤os de las mujeres sin instrucci¢n enfrentaban 5 veces m s riesgo de morir, respecto de aquellos cuyas madres contaban con educaci¢n superior (153 por mil versus 25 por mil). El promedio nacional estimado para 1996 es de 48 defunciones por cada mil nacidos vivos. Sin embargo, los departamentos de Huancavelica, Cusco y Puno presentan tasas muy por encima del promedio nacional (87,3 a 72,1 por mil) que contrastan notoriamente con los niveles m s bajos de los departamentos de Lima (19,4) y la Provincia Constitucional del Callao (16,3). Se estima que la tasa de mortalidad infantil se reducir de 45,0 por mil en el quinquenio 1995-2000 a 23,8 por mil en el quinquenio 2015-2020. Se desprende de lo anterior que, si bien se espera un descenso a£n mayor de los actuales niveles, las cifras revelan, en el corto plazo, la necesidad de bregar a£n con grandes desigualdades en el interior del pa¡s. En este caso como en el de la fecundidad, se trata no s¢lo de mejorar promedios sino de reducir diferencias. Dada la significativa influencia del factor educativo en los indicadores asociados a la calidad de vida, cabe destacar, al respecto, la persistencia de importantes brechas en la educaci¢n pues, aunque el nivel educativo de la poblaci¢n peruana ha mejorado, las mujeres siguen manteniendo niveles de analfabetismo superiores a los varones, principalmente en el campo. Por otro lado, el nivel educativo entre las mujeres muestra niveles de contraste dado que, si bien ha aumentado el n£mero de mujeres profesionales universitarias, persiste a£n un elevado porcentaje de analfabetas. Asimismo, la brecha educativa entre hombres y mujeres no ha sido eliminada en los niveles superiores de educaci¢n. Seg£n el censo de 1993, las mujeres analfabetas representaban un 18,3% frente al 7,1% de la poblaci¢n masculina, es decir, m s del doble. Adem s, m s del 60% de mujeres analfabetas resid¡an en el rea rural. En tal sentido, el fen¢meno del analfabetismo se da en mayor medida en la poblaci¢n femenina y principalmente en las del rea rural. Por otro lado, el promedio de estudios de la mujer peruana (7 a¤os) es menor al promedio masculino (8,3 a¤os), siendo mayor la distancia entre ambos en el rea rural (3,1 versus 5,0). Al igual que la fecundidad, la mortalidad tambi‚n muestra desigualdades entre los grupos pobres y no pobres, y entre las reas de residencia del pa¡s. En 1993, mientras la poblaci¢n con necesidades b sicas satisfechas (es decir, los no pobres) registraba una tasa de mortalidad infantil de 28,0 por mil, los grupos con por lo menos una necesidad b sica insatisfecha (NBI)3, y en situaci¢n de miseria (con 2 o m s NBI) alcanzaron niveles de 46,9 y 50,9 por mil, respectivamente, siendo la situaci¢n m s cr¡tica en el rea rural donde se registran los valores m s elevados e incluso por encima del promedio nacional (58,3). Ello ilustra una vez m s el abanico de disparidades que expresan la heterogeneidad interna de nuestro pa¡s. La muerte materna es otro de los problemas que reviste gravedad en el Per£ y que expresa dram ticamente las desigualdades entre las mujeres peruanas. Seg£n un estudio realizado por el Consejo Nacional de Poblaci¢n, en base a la informaci¢n de la ENDES 1991-92, la tasa de mortalidad a nivel nacional es de 261 por cada 100 mil nacidos vivos, lo que significa que cada a¤o mueren cerca de 2,000 mujeres por causas relacionadas con el embarazo, el parto o el post-parto, es decir, casi 5 mujeres por d¡a. Este nivel es elevado en comparaci¢n a los pa¡ses de la regi¢n, y en ‚l inciden, entre otros aspectos, el elevado riesgo asociado a la maternidad precoz y el elevado ¡ndice de embarazos indeseados. Las mujeres del medio rural y las que carecen de nivel educativo alguno, son las que presentan los niveles m s cr¡ticos (448 y 489 respectivamente) de mortalidad materna, siendo la frecuencia de muertes maternas diez veces mayor en las mujeres sin educaci¢n, respecto de las mujeres con educaci¢n superior. A nivel regional se registra el valor m s alto (581) en la regi¢n Mari tegui patentizando una vez m s la persistencia de brechas abismales en el Per£ y que se mantienen desde hace muchos a¤os. Se advierte entonces que, por un lado, el descenso de la fecundidad y mortalidad no ha sido homog‚neo en el Per£, siendo los sectores pobres los de mayor rezago, y por otro, que los diversos factores que suelen acompa¤ar a la pobreza son tambi‚n los que contribuyen a frenar el descenso en los niveles de fecundidad, morbilidad y fecundidad. En t‚rminos generales, son los pobres los grupos con mayores niveles de fecundidad, mortalidad infantil, abortos y riesgos de embarazo adolescente. III. PLANIFICACION FAMILIAR Y DESARROLLO A nivel nacional, se estima que el 75,6% de las mujeres que declararon estar unidas maritalmente, es decir, 2 millones 389 mil, estar¡an demandando servicios de Planificaci¢n Familiar4. De estas, 1 mill¢n 800 mil est n actualmente usando alg£n m‚todo anticonceptivo. Precisamente, en el caso peruano, el principal determinante del r pido descenso operado en la fecundidad es la anticoncepci¢n, sin embargo, la prevalencia anticonceptiva es todav¡a bastante baja, principalmente en relaci¢n a m‚todos modernos. Esta situaci¢n contrasta con el n£mero ideal de hijos (2) se¤alado por m s del 50% de las mujeres peruanas en edad f‚rtil, puesto que en la realidad esta cifra es ampliamente superada, siendo m s del doble en las mujeres rurales y en las analfabetas, lo cual deja entrever que existe un n£mero importante de ni¤os que son fruto de embarazos no deseados. A nivel departamental, el mayor n£mero de mujeres unidas con demanda insatisfecha de servicios de planificaci¢n familiar se concentra en Lima con m s de 100 mil, sigui‚ndole en orden de importancia Piura con 37 mil, Cusco con 35 mil, Puno con 31 mil y La Libertad con 30 mil. En total se estima en unas 527 mil las mujeres con demanda insatisfecha por planificaci¢n familiar a nivel nacional. De ellas, el 91%, es decir, 480 mil mujeres se hallan en las 137 provincias m s pobres del pa¡s. Cabe se¤alar que aunque el 59% de las mujeres con pareja son usuarias de m‚todos anticonceptivos, el m‚todo m s usado contin£a siendo el ritmo a pesar de presentar altos porcentajes de falla (49%) durante el primer a¤o de uso. Por otro lado, mientras el 73,2% de las mujeres con educaci¢n superior emplea alguno de estos m‚todos, 6 de cada 10 mujeres (61,3%) sin nivel alguno de educaci¢n no utiliza m‚todo alguno de contracepci¢n. Tambi‚n se aprecia un uso diferencial de los m‚todos de planificaci¢n familiar seg£n el nivel de pobreza de la poblaci¢n. Un 46% de las mujeres que se encuentran en pobreza extrema usa alg£n m‚todo de planificaci¢n familiar frente al 69% de las mujeres no pobres. Los m‚todos tradicionales son los preferidos en el 52% de las mujeres usuarias en pobreza extrema, entre ellos el ritmo, m‚todo que ostenta el mayor porcentaje de falla (49%). Ello va de la mano con el hecho de que es en los hogares pobres donde existen menores oportunidades en cuanto al acceso a la educaci¢n e informaci¢n, y un bajo y deficiente empleo de m‚todos de planificaci¢n familiar. En consecuencia, parafraseando lo expuesto, la pobreza engendra pobreza y lo seguir haciendo si es que no se aplican decididamente las pol¡ticas y programas sociales y de planificaci¢n familiar y salud reproductiva en los sectores y grupos de menores recursos de nuestro pa¡s. Precisamente, los menores niveles de fecundidad proyectados, en los pr¢ximos quinquenios, parten de considerar que las acciones en favor de la planificaci¢n familiar mejorar n, de modo que la TGF disminuir a 3,0 hijos por mujer en el quinquenio 1995-2000 y a 2,2 en el quinquenio 2015-2020. En suma, pese al indudable proceso de modernizaci¢n cultural y econ¢mica, y a los logros de los programas de planificaci¢n familiar, la sociedad peruana sigue estando dividida por profundas brechas de pobreza y acceso diferenciado a los servicios, que las tendencias demogr ficas no hacen sino confirmar. A la luz de lo expresado, el desaf¡o de los pr¢ximos a¤os ser el ampliar la cobertura de los servicios de salud reproductiva y de salud familiar a las mujeres de menor nivel educativo, a las rurales y a las parejas j¢venes, as¡ como aumentar el compromiso y la participaci¢n del var¢n en la planificaci¢n de la familia a fin de contribuir a reducir las desigualdades existentes entre los diversos segmentos de la poblaci¢n peruana. Los retos para las pol¡ticas de empleo y los programas sociales y de poblaci¢n son, entonces, de un lado, tener muy presente que en t‚rminos absolutos las tendencias poblacionales de r pido crecimiento poblacional, primac¡a urbana y explosi¢n de la fuerza laboral, se mantendr n o agravar n durante la pr¢xima d‚cada; y del otro, que los objetivos de las pol¡ticas de salud, educaci¢n y los programas de planificaci¢n familiar deber n ser no s¢lo mejorar promedios, sino el de reducir brechas, cuya persistencia obstaculiza el proceso de desarrollo con equidad. CUADRO N§ 1 PERU: CRECIMIENTO POBLACIONAL, 1990-2020 ÚÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ ³ POBLACION ³ TASA DE CRECIMIENTO ³ ³ A¥O ÃÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄ´ ³ ³TOTAL³ URBANA³RURAL³ TOTAL ³ URBANA ³ RURAL ³ ÀÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÙ 1990 21569 14814 6773 1.8 2.5 0.7 1996 23947 17126 6821 1.7 2.0 1.0 2000 25484 18555 7106 1.4 1.5 0.6 2010 29885 22289 7597 1.1 1.2 0.5 2020 33757 25763 7993 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ FUENTE: INEI-CONAPO-UNFRA "Estado de la Poblaci¢n Peruana 1996", INEI 1995 B.A.D. N§ 34, Bolet¡n Especial N§ 14 ELABORACION: CONAPO CUADRO N§ 2 PERU: EVOLUCION DE LA FECUNDIDAD Y MORTALIDAD 1990-2020 ÚÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ ³TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD³TASA DE MORTALIDAD INFANTIL³ ³ A¥O ÃÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄ´ ³ ³NACIONAL³ URBANA ³ RURAL ³ NACIONAL ³ URBANA ³ RURAL ³ ÀÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÙ 1990 3.7 3.1 6.6 61.6 40.0 78.0 1996 3.1 2.2 5.3 47.9 36.0 59.7 2000 2.8 2.1 4.3 40.9 30.4 49.8 2010 2.4 1.9 3.2 29.1 25.6 42.9 2020 2.2 1.9 2.9 23.8 18.7 35.1 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ FUENTE: INEI, B.A.D. N§ 34, Bolet¡n Especial N§ 14. ENDES 1991-1992 ELABORACION: CONAPO CUADRO N§ 3 PERU: TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD SEGUN NIVELES DE EDUCACION: 1993 ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿ ³ NIVEL DE EDUCACION ³ TGF ³ ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ SIN NINGUN NIVEL 5.8 PRIMARIA 4.9 SECUNDARIA 3.1 SUPERIOR NO UNIVERSITARIA 1.8 SUPERIOR UNIVERSITARIA 1.6 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ FUENTE: INEI-UNFPA "Niveles y Tendencias de la Fecundidad", 1995 ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ 1 Esta hip¢tesis combina la hip¢tesis media de la fecundidad con las hip¢tesis correspondientes de mortalidad y migraci¢n. 2 Este nivel se va aproximando al promedio que exhiben los pa¡ses de Am‚rica Latina y del Caribe (2,8 hijos por mujer), pero todav¡a se halla distante de la tasa promedio de fecundidad alcanzada en los pa¡ses desarrollados (1,7). Estado Mundial de la Poblaci¢n 1996. 3 Una aproximaci¢n al fen¢meno de la pobreza se realiza en base al m‚todo de necesidades b sicas insatisfechas (NBI), el cual se considera un conjunto de 5 carencias b sicas. Se considera pobres a aquellos que presentan al menos una necesidad b sica insatisfecha y en miseria cuando presenta dos o m s necesidades b sicas insatisfechas. 4 Las mujeres que demandan servicios de planificaci¢n familiar, se dividen en 3 grupos: usuarios actuales de alg£n m‚todo de planificaci¢n familiar, mujeres con demanda no satisfecha y usuarios cuyo m‚todo fall¢. |