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    ³                          CAPITULO I                            ³             
    ³                  CARACTERIZACION DE LA POBREZA                 ³
    ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ

    1.1 POBLACION, FAMILIA Y DESARROLLO

        Dr. Carlos Eduardo Arambur£ 


    I.  POBLACION Y FAMILIA: PROYECCIONES AL QUINQUENIO 2015-2020

        En  la  actualidad,  el  Per£  cuenta  con una poblaci¢n de 23
        millones  947  mil  habitantes  registr ndose  un  crecimiento
        promedio  anual  de 1,76%, superior al promedio mundial que es
        de  1,5%.  En  t‚rminos  comparativos, el volumen actual de la
        poblaci¢n  del pa¡s acusa un incremento de m s de 6,5 millones
        de  habitantes  en relaci¢n a la poblaci¢n registrada en 1980.
        Es   decir,   aunque   el   r pido   crecimiento   poblacional
        experimentado  en  d‚cadas  pasadas  empieza a disminuir en la
        d‚cada  de  los ochenta, pasando de una tasa de crecimiento de
        2%  a 1,76%, la poblaci¢n peruana contin£a creciendo en cifras
        absolutas,  y  lo seguir  haciendo en los pr¢ximos a¤os aunque
        cada  vez a un ritmo menor. Por tanto, no es posible soslayar,
        en t‚rminos absolutos, la magnitud del crecimiento demogr fico
        que contin£a siendo elevada.

        De  acuerdo a la tendencia proyectada seg£n la hip¢tesis media
        de  crecimiento poblacional1, la poblaci¢n peruana, a fines de
        presente  siglo,  ser   de 25 millones 662 mil habitantes, con
        una  leve  variaci¢n  en  su  estructura por grandes grupos de
        edad,  estim ndose  un crecimiento din mico de la poblaci¢n en
        edad  productiva, principalmente en el grupo etario de 15 a 24
        a¤os.  Ello  nos  advierte,  desde  ya, que se intensificar  y
        acrecentar   la presi¢n sobre el mercado de trabajo y sobre la
        capacitaci¢n  profesional  y  laboral  y  asimismo,  sobre los
        recursos y servicios.

        En el a¤o 2010, el Per£ alcanzar¡a la cifra de 29 millones 885
        mil  habitantes  (casi  30  millones)  y  se  aproximar¡a a 34
        millones  en  el  2020 (33  millones 757 mil). De este modo se
        producir¡a   un  incremento  apreciable  de  alrededor  de  10
        millones  de peruanos en el a¤o 2020; es decir, 41% m s que en
        1996.

        En   t‚rminos   de   distribuci¢n   espacial,  el  crecimiento
        poblacional  contin£a  orient ndose  significativamente  a las
         reas   urbanas,  observ ndose   un  proceso  de  urbanizaci¢n
        creciente  no s¢lo en ciudades de la costa, sino tambi‚n en la
        Sierra  y Selva. Entre 1990 y 1996 la poblaci¢n urbana pas¢ de
        14  millones  814  mil  a  17  millones  126  mil  habitantes,
        incrementando  su  peso  porcentual  de  68%  a  71,5%  de  la
        poblaci¢n  total,  en  tanto  que  la  poblaci¢n rural aument¢
        ligeramente  de  6  millones  773  mil  a  6 millones 821 mil,
        disminuyendo  su  peso respectivo de 33,3% a 28,5% en el mismo
        per¡odo.  En  el  a¤o  2000 la proporci¢n urbana alcanzar¡a el
        72,3%  del  total nacional. Cabe remarcar al respecto, que a£n
        cuando   el  proceso  de  concentraci¢n  urbana  contin£a,  en
        t‚rminos   relativos,   la  velocidad  de  crecimiento  de  la
        poblaci¢n urbana ha venido descendiendo a niveles inferiores a
        los  observados en las d‚cadas del 40 y 50. No obstante, sigue
        siendo  considerable  el impacto de su crecimiento en t‚rminos
        absolutos;  385 mil habitantes m s por a¤o durante los £ltimos
        6 a¤os.

        En  cuanto  a  la  poblaci¢n rural, es preciso se¤alar que, si
        bien su ritmo de crecimiento se ha mantenido entre 0,8% y 0,9%
        por a¤o entre 1980 y 1996, el cuadro de estancamiento asociado
        a  sus  tasas  de  crecimiento y peso porcentual, es inexacto,
        pues  la  poblaci¢n rural ha aumentado y contin£a creciendo en
        t‚rminos  absolutos.  En  tal  sentido,  carece de sustento la
        imagen aceptada de un despoblamiento del campo.

        Considerando  el volumen poblacional, Lima Metropolitana es la
        ciudad  de  mayor tama¤o poblacional. Actualmente cuenta con 6
        millones  300  mil  habitantes  y  representa  el  29%  de  la
        poblaci¢n total del pa¡s y el 44% de la poblaci¢n urbana.

        Siguiendo  el  curso  actual  de  las  tendencias, a fines del
        presente siglo, la poblaci¢n urbana alcanzar¡a los 18 millones
        555  mil  habitantes,  llegando  a  24  millones  58  mil y 25
        millones 763 mil en los a¤os 2015 y 2020 respectivamente. A su
        vez,  la  poblaci¢n rural creciendo a un ritmo lento superar ,
        en el a¤o 2000, los 7 millones de habitantes y se aproximar  a
        los 8 millones en el quinquenio 2015-2020.

        Las  tendencias  de  crecimiento  de  las  ciudades, a su vez,
        permiten  apreciar  que 23 centros urbanos presentan tasas  de
        crecimiento mayores a las de Lima, sin embargo, el an lisis de
        las  cifras  absolutas  nos  revela  que  pese  al  proceso de
        urbanizaci¢n   secundaria  experimentado  por  el  crecimiento
        explosivo  de  varias ciudades, la preeminencia urbana de Lima
        Metropolitana se mantiene. En efecto, su tama¤o poblacional es
        diez veces superior a la ciudad de Arequipa, diferencia que se
        mantiene  casi  exactamente  igual  en  relaci¢n  a  la d‚cada
        pasada,  ocurriendo  una situaci¢n similar entre Arequipa y la
        tercera   ciudad  del  pa¡s,  Trujillo.  De  mantenerse  estas
        tendencias,  Lima-Callao  es  y seguir  siendo, un reflejo del
        centralismo  econ¢mico  y  pol¡tico, y testigo elocuente de la
        ausencia real de un proceso de descentralizaci¢n.

        En   el  marco  de  los  procesos  descritos  y  las  diversas
        transformaciones  operadas  en  el  contexto  socioecon¢mico y
        cultural  en  la  £ltima d‚cada, la estructura, organizaci¢n y
        funcionamiento  de  la familia tambi‚n se han visto afectadas.
        En primera instancia, se observa un aumento en la edad mediana
        de  la  primera uni¢n a nivel nacional (21,1 a¤os) respecto de
        1981,  lo  cual  estar¡a  explicado  b sicamente por el cambio
        operado  en  las  mujeres  de Lima ya que en otras regiones la
        variaci¢n   ha   sido   tenue.  Ello  resulta  particularmente
        importante  por  el efecto que conlleva en la fecundidad, esto
        es, un  menor tiempo de exposici¢n al riesgo de embarazo y del
        potencial   de   hijos   a   tener.  No  obstante,  un  n£mero
        significativo  de  mujeres j¢venes se embaraza o tiene hijos a
        edades  adolescentes, siendo esto frecuente en el  rea rural y
        entre  las mujeres con menor nivel educativo, lo cual eleva la
        probabilidad   de   la   reproducci¢n   intergeneracional  del
        fen¢meno.

        Otro  aspecto importante en la formaci¢n de las familias es el
        aumento   de   las   uniones   de  hecho  o  consensuales.  La
        participaci¢n  relativa  de  la   poblaci¢n  que vive en uni¢n
        consensual o convivencia, se eleva de 12,0% en 1981 a 16,3% en
        1993.  Asimismo se observa un aumento en el n£mero de personas
        divorciadas  y separadas respecto de 1981, en contrapartida, a
        la disminuci¢n de la proporci¢n de casados. En otras palabras,
        las  uniones  conyugales son m s inestables en la actualidad y
        duran menos.

        Es   importante   mencionar  tambi‚n  que  adquiere  un  mayor
        dinamismo  la  formaci¢n  de familias extendidas adem s de las
        familias   nucleares  cl sicas,  como  producto  de  la crisis
        econ¢mica  de  los a¤os ochenta. En efecto, muchas familias se
        vieron   forzadas   a   desarrollar    nuevas  estrategias  de
        sobrevivencia,  entre  ellas,  aumentar  el  n£mero  de  horas
        trabajadas  por  sus  miembros  y  extender sus redes sociales
        fuera   del    mbito   del   hogar  fortaleciendo  el  espacio
        comunitario.  Asimismo,  el  alto  costo de la vivienda en las
        grandes   ciudades  influye  en  la  conformaci¢n  de  hogares
        multifamiliares   o   extensos.  En  Lima  Metropolitana,  por
        ejemplo,  el  12,5%  de los  hogares  empadronados comparte la
        vivienda con un hogar principal.

        Otra variable de impacto en la din mica familiar es el aumento
        de  la  inserci¢n  de la mujer en el plano laboral, asociado a
        una serie de variaciones de los roles entre los miembros de la
        familia. Ciertamente, la PEA femenina ha crecido en m s de 850
        mil  mujeres  en  los  £ltimos  15 a¤os, incrementando su peso
        porcentual  de  25,5% a 29,7% respecto de la PEA total, debido
        principalmente  al  aumento  de  m s de 350 mil mujeres que se
        registra  en  el  grupo  de  mujeres  de  15  a  29 a¤os. Cabe
        destacar,  asimismo,  el aumento del n£mero de familias en las
        cuales  es  la  madre sola la que tiene la responsabilidad del
        cuidado  de  los  hijos.  Entre  1981 y 1993, el porcentaje de
        mujeres  jefes  de  hogar se increment¢ en 46%, pasando de 760
        mil 182 hogares jefaturados por mujeres a 1 mill¢n 110 mil, de
        las cuales el 27,1% carece de alg£n grado educativo. Alrededor
        de  un  quinto  (23,3%) de los hogares peruanos son conducidos
        por  mujeres,  y  casi la mitad de ellos reside en condiciones
        inadecuadas para el h bitat humano, denotando una situaci¢n de
        elevada vulnerabilidad.

    II. UN ANALISIS DE BRECHAS SOCIODEMOGRAFICAS:                              DESAFIOS ACTUALES Y FUTUROS

        La  tendencia  decreciente  del  ritmo  de  crecimiento  de la
        poblaci¢n  peruana  que se describe en el ac pite anterior, se
        debe   fundamentalmente  al  descenso  de  la  tasa  bruta  de
        natalidad,  lo  cual  est   estrechamente  relacionado  con la
        disminuci¢n  en  los  niveles  de  fecundidad observados en el
        pa¡s.

        En  el  Per£, al igual que en varios pa¡ses de Am‚rica Latina,
        el  tr nsito  de niveles elevados de fecundidad y mortalidad a
        niveles  m s  bajos,  ha  ocurrido  en mayor intensidad que lo
        pronosticado.  Sin embargo, los ¡ndices actuales de fecundidad
        y  mortalidad  todav¡a  est n  muy  lejanos  de  aquellos  que
        presentan  los pa¡ses de Am‚rica Latina de transici¢n avanzada
        y, en mayor grado, respecto de los pa¡ses desarrollados.

        M s a£n, es de destacar que pese a las mejoras que exhiben los
        promedios    nacionales   de   los   principales   indicadores
        sociodemo-gr ficos,  persisten  diferencias  importantes seg£n
        localizaci¢n   geogr fica,   grado   de   urbanizaci¢n,  nivel
        educativo  y  otras  variables,  lo  cual representa un insumo
        valioso  de  an lisis  para  el  dise¤o  de  pol¡ticas  y  sus
        programas respectivos.

        En  materia  de  fecundidad, la reducci¢n en la Tasa Global de
        Fecundidad  (TGF),  (es  decir, en el n£mero promedio de hijos
        por mujer), de 6,8 en 1981 a 3,4 en 1993 y 3,1 hijos por mujer
        en  19962, ilustra n¡tidamente un descenso del 55% en el nivel
        de  fecundidad  del  pa¡s  durante  los  £ltimos  15  a¤os. No
        obstante,  este  indicador  muestra grandes disparidades entre
        segmentos    poblacionales    agrupados   seg£n   determinadas
        caracter¡sticas, destacando, al respecto, el diferencial entre
        las  mujeres  del  rea rural y las residentes en  reas urbanas
        (5,3  versus  2,2  hijos),  as¡  como  el   existente    entre
        las    mujeres    educadas   (2,1)   y   las   no    educadas.
        (5,8).   Cabe,   asimismo,  hacer  hincapi‚  en  la  creciente
        ampliaci¢n  de la brecha urbano-rural en la fecundidad durante
        las  cuatro  £ltimas  d‚cadas,  desde  un  23,7% en 1961 hasta
        llegar al 100% en 1993.

        Asimismo,   el   nivel  de  la  fecundidad  del  pa¡s  esconde
        comportamientos   muy   diferenciados   a  nivel  territorial,
        registr ndose los niveles m s altos en los departamentos de la
        Sierra y Selva (Huancavelica, Apur¡mac, Loreto y Amazonas), en
        donde las mujeres tienen en promedio entre 4,7 a 5,7 hijos.

        Los  niveles  m s  bajos  de  fecundidad  corresponden  a  los
        departamentos  predominantemente  urbanos,  donde se registran
        tasas incluso menores a la del promedio nacional (Lima, Tacna,
        Moquegua  con 2,2 y la Provincia Constitucional del Callao con
        2,1).

        Ilustra  asimismo  el  panorama  de  disparidades, el nivel de
        fecundidad promedio que exhiben las mujeres de las comunidades
        ind¡genas  de la Amazon¡a peruana (7,9 hijos por mujer), nivel
        superior  al  registrado  en  las mujeres del  mbito rural del
        pa¡s.  Destaca, por cierto, la fecundidad temprana como uno de
        los  rasgos m s distintivos de su comportamiento reproductivo,
        encontr ndose  niveles de fecundidad incluso muy por encima de
        este  elevado  promedio,  es el caso de los pueblos ‚tnicos de
        Huambisa  y Quichua-Napo Pastaza (9,8 y 9,7 hijos por mujer en
        cada caso).

        Por  otro  lado, contrastando con el descenso de la fecundidad
        general,  la  de  las  adolescentes  se  mantiene  elevada. Al
        respecto, viene observ ndose un alarmante ascenso del embarazo
        de  adolescentes  en  los  £ltimos a¤os; entre 1981 y 1996, la
        cifra  de  madres  con  edades  entre  12 a 19 a¤os muestra un
        aumento  de  76%,  estim ndose  que en 1996 hay 165 mil madres
        adolescentes  en  el pa¡s, quienes representan el 8% del grupo
        de  mujeres  de  12  a 19 a¤os y que anualmente ocurren 75 mil
        nacimientos en madres menores de 20 a¤os. Ello  constituye una
        fuente  de  creciente  preocupaci¢n debido a sus efectos tanto
        para las madres j¢venes, los hijos de madres adolescentes y la
        sociedad en general.

        El  escaso  conocimiento que tienen los adolescentes y j¢venes
        sobre sexualidad y salud reproductiva, la poca accesibilidad a
        informaci¢n  y  servicios  que  brinden  consejeria  y  de ser
        necesario,  diferentes  opciones anticonceptivas, han derivado
        en   embarazos  no  deseados entre  estos.  Los  embarazos  no
        deseados, se traducen en abortos, elevadas tasas de mortalidad
        infantil    en   hijos   de   madres   adolescentes   y   alta
        morbimortalidad   materna.   Adem s,   el   embarazo   en   la
        adolescencia  generalmente  supone   deserci¢n  escolar,  poca
        preparaci¢n para el empleo y el tener que asumir tempranamente
        la  jefatura  de  hogar,  lo  cual  contribuye a reproducir el
        c¡rculo  de  pobreza.  Ello  implica  adem s  de los problemas
        psicosociales  de cada individuo, altos costos para el sistema
        p£blico y graves obst culos para el desarrollo del pa¡s.

        Otra   variable   que   permite   tambi‚n   apreciar   niveles
        diferenciados  de  fecundidad  es  la pobreza. Investigaciones
        sobre  el  tema  se¤alan  que  a medida que se incrementan los
        niveles de pobreza, la fecundidad tiende a ser m s elevada.

        Las  mujeres  de  los  hogares  con mayores caracter¡sticas de
        pobreza  registran  las  m s altas tasas de fecundidad con 5,5
        hijos  por  mujer,  mientras que en aquellos hogares que no se
        presentan  caracter¡sticas objetivas de pobreza, la tasa es de
        s¢lo   2,2   hijos   por  mujer.  En  los  departamentos  como
        Huancavelica  y  Apur¡mac  que  tienen una mayor proporci¢n de
        hogares  en  situaci¢n de pobreza, el n£mero promedio de hijos
        por  mujer  es  cercano  a  6.  As¡,  los  mayores  niveles de
        fecundidad   corresponden  a  la  poblaci¢n  en  situaci¢n  de
        pobreza,  registr ndose  los  niveles  m s elevados en el  rea
        rural,  donde  las  mujeres  pobres tienen 5,6 hijos y las que
        viven en situaci¢n de miseria o pobreza extrema, 6,2 hijos por
        mujer. La paradoja es evidente; es en los hogares m s humildes
        donde existen m s bocas que mantener.

        La  mayor  fecundidad de los pobres se estar¡a produciendo por
        efecto  de  una iniciaci¢n sexual temprana que antecede casi 5
        a¤os a los grupos no pobres, y de un empleo relativamente bajo
        y deficiente de m‚todos de planificaci¢n familiar.

        La  implicancia  de  lo  anterior resulta entonces clara, para
        reducir  las  injustas  y significativas brechas existentes en
        los  niveles  de  fecundidad,  urge  entonces atender el deseo
        creciente  de  las  parejas  de  no tener m s hijos de los que
        actualmente  tienen,  de  este  modo  se contribuir¡a adem s a
        quebrar   el   proceso  de  transmisi¢n  intergeneracional  de
        pobreza.  De  eso  se  trata cuando se plantea democratizar el
        acceso a los servicios de planificaci¢n familiar.

        Seg£n un estudio reciente, en materia de fecundidad, la brecha
        urbano-rural  actual se reducir¡a de casi tres hijos a un hijo
        en el quinquenio 2015-2020.

        Otro  fen¢meno estrechamente ligado al crecimiento poblacional
        es  la  mortalidad, la cual muestra una  tendencia decreciente
        pero  a un ritmo m s lento que la fecundidad. La tasa bruta de
        mortalidad,  de  10,9  defunciones  por cada mil habitantes en
        1981,  descendi¢  a 7 defunciones en 1990, estim ndose en 1996
        una  frecuencia  de  6,5  muertes  por  cada  mil  habitantes,
        superior al promedio latinoamericano.

        La  mortalidad  infantil muestra tambi‚n un descenso sostenido
        en  las  £ltimas d‚cadas. Sin embargo, aunque la frecuencia de
        87,9  defunciones  de  menores  de  1 a¤o por cada mil nacidos
        vivos   alcanzada   a   inicios   de  los  ochenta,  disminuye
        significativamente  a  61,6 en 1990, a£n constituye uno de los
        niveles  m s  altos  en    Latinoam‚rica,  encubriendo  adem s
        grandes diferencias en el interior del pa¡s.

        Los  datos  de  la  Encuesta  Demogr fica y de Salud 1991-1992
        mostraban  que  la mortalidad infantil era casi el doble en el
         rea  rural respecto del  rea urbana, siendo mucho m s elevada
        en  la  Sierra  y  Selva. El nivel educativo de las mujeres se
        mostraba  como  el  factor  explicativo  m s  importante en la
        generaci¢n  de los diferenciales pues los ni¤os de las mujeres
        sin  instrucci¢n  enfrentaban  5  veces  m s  riesgo de morir,
        respecto  de  aquellos  cuyas  madres  contaban  con educaci¢n
        superior (153 por mil versus 25 por mil). El promedio nacional
        estimado  para  1996 es de 48 defunciones por cada mil nacidos
        vivos.  Sin  embargo, los departamentos de Huancavelica, Cusco
        y  Puno  presentan  tasas muy por encima del promedio nacional
        (87,3  a  72,1  por  mil)  que contrastan notoriamente con los 
        niveles  m s  bajos  de  los departamentos de Lima (19,4) y la
        Provincia  Constitucional  del Callao (16,3). Se estima que la
        tasa  de mortalidad infantil se reducir  de 45,0 por mil en el
        quinquenio   1995-2000   a  23,8  por  mil  en  el  quinquenio
        2015-2020.

        Se desprende de lo anterior que, si bien se espera un descenso
        a£n  mayor  de los actuales niveles, las cifras revelan, en el
        corto   plazo,   la   necesidad  de  bregar  a£n  con  grandes
        desigualdades en el interior del pa¡s. En este caso como en el
        de  la  fecundidad, se trata no s¢lo de mejorar promedios sino
        de reducir diferencias.

        Dada  la  significativa influencia del factor educativo en los
        indicadores  asociados a la calidad de vida, cabe destacar, al
        respecto,   la  persistencia  de  importantes  brechas  en  la
        educaci¢n  pues,  aunque  el  nivel  educativo de la poblaci¢n
        peruana ha mejorado, las mujeres siguen manteniendo niveles de
        analfabetismo  superiores  a los varones, principalmente en el
        campo.  Por  otro  lado,  el nivel educativo entre las mujeres
        muestra niveles de contraste dado que, si bien ha aumentado el
        n£mero  de  mujeres profesionales universitarias, persiste a£n
        un  elevado  porcentaje  de  analfabetas.  Asimismo, la brecha
        educativa  entre hombres y mujeres no ha sido eliminada en los
        niveles superiores de educaci¢n.

        Seg£n  el censo de 1993, las mujeres analfabetas representaban
        un  18,3%  frente al 7,1% de la poblaci¢n masculina, es decir,
        m s  del  doble.  Adem s,  m s  del 60% de mujeres analfabetas
        resid¡an  en  el   rea  rural. En tal sentido, el fen¢meno del
        analfabetismo se da en mayor medida en la poblaci¢n femenina y
        principalmente  en  las  del   rea  rural.  Por  otro lado, el
        promedio  de estudios de la mujer peruana (7 a¤os) es menor al
        promedio masculino (8,3 a¤os), siendo mayor la distancia entre
        ambos en el  rea rural (3,1 versus 5,0).

        Al  igual  que  la  fecundidad,  la mortalidad tambi‚n muestra
        desigualdades entre los grupos pobres y no pobres, y entre las
         reas  de  residencia del pa¡s. En 1993, mientras la poblaci¢n
        con  necesidades b sicas satisfechas (es decir, los no pobres)
        registraba  una  tasa  de mortalidad infantil de 28,0 por mil,
        los  grupos con por lo menos una necesidad b sica insatisfecha
        (NBI)3,   y    en   situaci¢n   de   miseria (con 2 o m s NBI)
        alcanzaron  niveles  de  46,9 y 50,9 por mil, respectivamente,
        siendo  la  situaci¢n  m s  cr¡tica  en el  rea rural donde se
        registran  los  valores  m s elevados e incluso por encima del
        promedio  nacional (58,3). Ello ilustra una vez m s el abanico
        de disparidades que expresan la heterogeneidad interna de
        nuestro pa¡s.

        La  muerte  materna  es  otro  de  los  problemas  que reviste
        gravedad   en   el  Per£  y  que  expresa  dram ticamente  las
        desigualdades  entre  las  mujeres  peruanas. Seg£n un estudio
        realizado  por  el Consejo Nacional de Poblaci¢n, en base a la
        informaci¢n de la ENDES 1991-92, la tasa de mortalidad a nivel
        nacional  es  de  261  por  cada 100 mil nacidos vivos, lo que
        significa  que  cada  a¤o  mueren  cerca  de 2,000 mujeres por
        causas relacionadas con el embarazo, el parto o el post-parto,
        es  decir,  casi  5  mujeres por d¡a. Este nivel es elevado en
        comparaci¢n  a los pa¡ses de la regi¢n, y en ‚l inciden, entre
        otros  aspectos,  el  elevado  riesgo asociado a la maternidad
        precoz  y  el  elevado  ¡ndice  de  embarazos  indeseados. Las
        mujeres  del  medio rural y las que carecen de nivel educativo
        alguno, son  las que presentan los niveles m s cr¡ticos (448 y
        489   respectivamente)   de   mortalidad  materna,  siendo  la
        frecuencia de muertes maternas diez veces mayor en las mujeres
        sin educaci¢n, respecto de las mujeres con educaci¢n superior.
        A nivel regional se registra el valor  m s  alto (581)  en  la
        regi¢n Mari tegui patentizando una vez m s la persistencia  de
        brechas  abismales  en  el  Per£ y que se mantienen desde hace
        muchos a¤os.

        Se  advierte  entonces  que,  por  un  lado, el descenso de la
        fecundidad  y  mortalidad  no  ha  sido  homog‚neo en el Per£,
        siendo  los  sectores  pobres los de mayor rezago, y por otro,
        que  los  diversos  factores que suelen acompa¤ar a la pobreza
        son  tambi‚n  los  que contribuyen a frenar el descenso en los
        niveles  de  fecundidad,  morbilidad y fecundidad. En t‚rminos
        generales,  son  los  pobres los grupos con mayores niveles de
        fecundidad, mortalidad infantil, abortos y riesgos de embarazo
        adolescente.

   III. PLANIFICACION FAMILIAR Y DESARROLLO

        A  nivel  nacional,  se estima que el 75,6% de las mujeres que
        declararon estar unidas maritalmente, es decir, 2 millones 389
        mil, estar¡an demandando servicios de Planificaci¢n Familiar4.
        De  estas,  1  mill¢n  800  mil est n actualmente usando alg£n
        m‚todo anticonceptivo.

        Precisamente,  en  el  caso peruano, el principal determinante
        del   r pido   descenso   operado   en  la  fecundidad  es  la
        anticoncepci¢n,  sin embargo, la prevalencia anticonceptiva es
        todav¡a  bastante  baja,  principalmente en relaci¢n a m‚todos
        modernos.  Esta  situaci¢n  contrasta  con  el n£mero ideal de
        hijos  (2) se¤alado por m s del 50% de las mujeres peruanas en
        edad   f‚rtil,  puesto  que  en  la  realidad  esta  cifra  es
        ampliamente  superada,  siendo  m s  del  doble en las mujeres
        rurales y en las analfabetas, lo cual deja entrever que existe
        un  n£mero  importante  de ni¤os que son fruto de embarazos no
        deseados.

        A  nivel  departamental, el mayor n£mero de mujeres unidas con
        demanda insatisfecha de servicios de planificaci¢n familiar se
        concentra  en Lima con m s de 100 mil, sigui‚ndole en orden de
        importancia  Piura  con  37 mil, Cusco con 35 mil, Puno con 31
        mil  y  La Libertad con 30 mil. En total se estima en unas 527
        mil  las  mujeres  con  demanda insatisfecha por planificaci¢n
        familiar a nivel nacional. De ellas, el 91%, es decir, 480 mil
        mujeres se hallan en las 137 provincias m s pobres del pa¡s.

        Cabe  se¤alar  que aunque el 59% de las mujeres con pareja son
        usuarias  de  m‚todos  anticonceptivos,  el  m‚todo  m s usado
        contin£a   siendo   el   ritmo  a  pesar  de  presentar  altos
        porcentajes  de  falla (49%) durante el primer a¤o de uso. Por
        otro  lado,  mientras  el  73,2%  de las mujeres con educaci¢n
        superior  emplea alguno de estos m‚todos, 6 de cada 10 mujeres
        (61,3%) sin nivel alguno de educaci¢n no utiliza m‚todo alguno
        de contracepci¢n.

        Tambi‚n  se  aprecia  un  uso  diferencial  de  los m‚todos de
        planificaci¢n  familiar  seg£n  el  nivel  de  pobreza  de  la
        poblaci¢n.  Un 46% de las mujeres que se encuentran en pobreza
        extrema  usa  alg£n m‚todo de planificaci¢n familiar frente al
        69%  de  las  mujeres no pobres. Los m‚todos tradicionales son
        los  preferidos  en  el 52% de las mujeres usuarias en pobreza
        extrema,  entre  ellos  el  ritmo, m‚todo que ostenta el mayor
        porcentaje  de falla (49%). Ello va de la mano con el hecho de
        que   es   en   los  hogares   pobres  donde  existen  menores
        oportunidades   en   cuanto   al   acceso  a  la  educaci¢n  e
        informaci¢n,  y  un  bajo  y  deficiente empleo  de m‚todos de
        planificaci¢n familiar.
     
        En   consecuencia,   parafraseando  lo  expuesto,  la  pobreza
        engendra pobreza y lo seguir  haciendo si es que no se aplican
        decididamente   las   pol¡ticas  y  programas  sociales  y  de
        planificaci¢n  familiar y salud reproductiva en los sectores y
        grupos de menores recursos de nuestro pa¡s.

        Precisamente,  los  menores niveles de fecundidad proyectados,
        en  los  pr¢ximos  quinquenios,  parten  de considerar que las
        acciones  en  favor de la planificaci¢n familiar mejorar n, de
        modo  que  la  TGF  disminuir   a  3,0  hijos  por mujer en el
        quinquenio 1995-2000 y a 2,2 en el quinquenio 2015-2020.

        En suma, pese al indudable proceso de modernizaci¢n cultural y
        econ¢mica,  y  a  los logros de los programas de planificaci¢n
        familiar,  la  sociedad  peruana  sigue  estando  dividida por
        profundas  brechas  de  pobreza  y  acceso  diferenciado a los
        servicios,  que  las  tendencias  demogr ficas  no  hacen sino
        confirmar.

        A la luz de lo expresado, el desaf¡o de los pr¢ximos a¤os ser 
        el ampliar la cobertura de los servicios de salud reproductiva
        y  de salud familiar a las mujeres de menor nivel educativo, a
        las  rurales  y  a  las  parejas j¢venes, as¡ como aumentar el
        compromiso y la participaci¢n del var¢n en la planificaci¢n de
        la  familia  a  fin  de contribuir a reducir las desigualdades
        existentes  entre  los  diversos  segmentos  de  la  poblaci¢n
        peruana.

        Los  retos  para  las  pol¡ticas  de  empleo  y  los programas
        sociales  y  de poblaci¢n son, entonces, de un lado, tener muy
        presente    que   en   t‚rminos   absolutos   las   tendencias
        poblacionales  de  r pido  crecimiento  poblacional,  primac¡a
        urbana  y  explosi¢n  de  la  fuerza  laboral, se mantendr n o
        agravar n  durante  la  pr¢xima  d‚cada;  y  del otro, que los
        objetivos de las pol¡ticas de salud, educaci¢n y los programas
        de   planificaci¢n   familiar  deber n  ser  no  s¢lo  mejorar
        promedios,  sino  el  de  reducir  brechas,  cuya persistencia
        obstaculiza el proceso de desarrollo con equidad.

        CUADRO N§ 1
        PERU: CRECIMIENTO POBLACIONAL, 1990-2020

        ÚÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿
        ³      ³     POBLACION     ³   TASA DE CRECIMIENTO   ³
        ³ A¥O  ÃÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄ´
        ³      ³TOTAL³ URBANA³RURAL³ TOTAL ³ URBANA ³  RURAL ³
        ÀÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÙ

         1990   21569  14814  6773
                                      1.8      2.5      0.7
         1996   23947  17126  6821
                                      1.7      2.0      1.0
         2000   25484  18555  7106
                                      1.4      1.5      0.6
         2010   29885  22289  7597
                                      1.1      1.2      0.5
         2020   33757  25763  7993

        ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ
        FUENTE: INEI-CONAPO-UNFRA "Estado de la Poblaci¢n Peruana 1996",
        INEI 1995 B.A.D. N§ 34, Bolet¡n Especial N§ 14
        ELABORACION: CONAPO


        CUADRO N§ 2
        PERU: EVOLUCION DE LA FECUNDIDAD Y MORTALIDAD 1990-2020

        ÚÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿
        ³      ³TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD³TASA DE MORTALIDAD INFANTIL³
        ³ A¥O  ÃÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄ´
        ³      ³NACIONAL³ URBANA ³ RURAL ³ NACIONAL ³ URBANA ³ RURAL ³
        ÀÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÙ

         1990      3.7      3.1     6.6      61.6      40.0     78.0
         1996      3.1      2.2     5.3      47.9      36.0     59.7
         2000      2.8      2.1     4.3      40.9      30.4     49.8
         2010      2.4      1.9     3.2      29.1      25.6     42.9
         2020      2.2      1.9     2.9      23.8      18.7     35.1

        ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ
        FUENTE: INEI, B.A.D. N§ 34, Bolet¡n Especial N§ 14. ENDES 1991-1992
        ELABORACION: CONAPO


        CUADRO N§ 3
        PERU: TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD SEGUN
        NIVELES DE EDUCACION: 1993

        ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿
        ³       NIVEL DE EDUCACION                  ³      TGF         ³
        ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ

                SIN NINGUN NIVEL                           5.8
                PRIMARIA                                   4.9
                SECUNDARIA                                 3.1
                SUPERIOR NO UNIVERSITARIA                  1.8
                SUPERIOR UNIVERSITARIA                     1.6 

         ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ 
         FUENTE: INEI-UNFPA "Niveles y Tendencias de la Fecundidad", 1995


    ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ
    1   Esta hip¢tesis combina la hip¢tesis media de la fecundidad con 
        las hip¢tesis correspondientes de mortalidad y migraci¢n.
    2   Este  nivel  se  va  aproximando  al  promedio que exhiben los 
        pa¡ses  de  Am‚rica Latina y del Caribe (2,8 hijos por mujer), 
        pero  todav¡a  se  halla  distante  de  la  tasa  promedio  de 
        fecundidad alcanzada en los pa¡ses desarrollados (1,7). Estado 
        Mundial de la Poblaci¢n 1996.
    3   Una  aproximaci¢n al fen¢meno de la pobreza se realiza en base 
        al m‚todo de necesidades b sicas insatisfechas (NBI),  el cual 
        se considera un conjunto de 5 carencias b sicas.  Se considera 
        pobres  a aquellos que presentan al menos una necesidad b sica 
        insatisfecha  y  en  miseria  cuando   presenta   dos   o  m s 
        necesidades b sicas insatisfechas.
    4   Las  mujeres que demandan servicios de planificaci¢n familiar, 
        se  dividen en 3 grupos:  usuarios actuales de alg£n m‚todo de 
        planificaci¢n  familiar,  mujeres  con demanda no satisfecha y 
        usuarios cuyo m‚todo fall¢.