De acuerdo a las Tablas de Mortalidad, las diferencias en el nivel de la mortalidad general son evidentes, las situaciones de población "pobre" o "no pobre" definida en base a las necesidades básicas, propician una desigualdad grande en las expectativas de vida, al nivel de promedios esta diferencia es aproximada a los cuatro años en la esperanza de vida al nacer. La esperanza de vida al nacer de la población con necesidades básicas insatisfechas, 63.9 años, es similar a la estimada en las proyecciones oficiales para la población rural en el quinquenio 1995-2000 (63.1 años), esto lleva a pensar que muchos pobladores residentes en las ciudades, en condiciones de pobreza, tendrían un estado de salud similar al de los pobladores del área rural, es decir, semejante calidad de vida, lo cual es lamentable si se tiene en cuenta que la "urbanización" es un fenómeno que históricamente ha contribuido a elevar la calidad de vida, y por supuesto debe ser frustrante para muchos pobladores rurales que migraron a las ciudades con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida. Es cierto que no todos los pobladores urbanos en estado de pobreza son migrantes internos, tan cierto como que sus condiciones de vida no están mucho mejor que la observada en las áreas rurales. Como es natural, la frecuencia de las defunciones varían mucho según la edad. De acuerdo a los estudios demográficos, las mejoras al largo plazo en el nivel de la mortalidad tienen un impacto de diversa magnitud en los distintos grupos de edad, y como ya se comentó también de acuerdo al sexo. Si las mejoras en la mortalidad no son homogéneas para toda la población, el impacto en los distintos grupos de edad es parecido al observado en el largo plazo, produciéndose disparidades o brechas entre pobladores agrupados en función de algunas características sociales y económicas que influyen en la mortalidad. De acuerdo al cuadro anterior (cuadro Nº 04), las brechas entre pobladores pobres y no pobres, son de diferente magnitud en los distintos grupos de edades. Si bien es cierto que en toda la población la sobremortalidad de los pobres solamente llega al 5.3%, en los distintos grupos de edad las magnitudes son mayores, así vemos que en el grupo de niños menores de 5 años, donde se dan las tasas más altas de mortalidad, es el que muestra una diferencia más acentuada, con tasas que disminuyen rápidamente (Gráfico Nº 06). Las tasas de mortalidad de los residentes en hogares pobres son casi el doble de los que viven en hogares de mejores condiciones de vida, y por su puesto en los infantes la brecha es aún mayor, y es precisamente en este grupo de niños donde se reflejan de manera más aguda las diferencias de condiciones de vida. Los niveles de mortalidad en la población de 5 a 14 años, son los más bajos, sin embargo, la brecha que origina el estado de pobreza es el de mayor magnitud, 55%, es decir la mortalidad de niños pobres en edad escolar, es casi el doble de los que tienen el privilegio de vivir en hogares sin necesidades básicas. Hay un factor demográfico de gran influencia en los niveles de mortalidad por edades, este factor es la estructura por edad, que a no dudar es diferente entre los estratos de población que comentamos, caracterizándose los estratos en peores condiciones de vida por tener una estructura por edad más joven. Las diferencias afectan igualmente a la población en edad de trabajar, aunque en menor magnitud que las edades más jóvenes, es indudable que en este grupo de edad se nota ya la influencia de la estructura por edad de la población, pues es evidente que la población "no pobre" tiene una pirámide de edades con mayor envejecimiento que el de la población "pobre", esto influye en la mortalidad puesto que en las edades adultas las poblaciones viejas tienen, relativamente, mayor número de decesos que las poblaciones jóvenes, por tal razón las brechas disminuyen en estas edades, incluso llegan a invertirse, como es el caso del grupo de edades de 65 y más. (gráfico Nº 07) |