Según las estimaciones realizadas sobre la base de la información de la ENAHO 98-2, la tasa de mortalidad infantil para 1997, sería de 44 por mil nacidos vivos, las proyecciones oficiales para ese año estiman una tasa de mortalidad infantil de 45.9, en tanto que el MINSA, para esa misma fecha estima 43.8 (Estimaciones que toman en cuenta los resultados de las ENDES). Las disparidades debido a la condición de pobreza se expresan en tasas de mortalidad infantil de 29.9 por mil y 52.4 por mil, para pobladores no pobres y pobres, respectivamente, esta diferencia evidencia la desigualdad en las condiciones de vida de estos grupos de población. La brecha entre la mortalidad infantil de los pobladores no pobres y pobres es del 75% un poco menos que la brecha existente entre los pobladores por área de residencia urbana-rural, donde la mortalidad infantil rural es casi el doble de la urbana. La pobreza no es exclusiva de una área de residencia, de una región natural, o de algún grupo de pobladores, por el contrario ha asediado la población del país entero desde tiempos inmemorables, en décadas pasadas mayormente permanecía escondida en las áreas rurales, luego se hace visible en los centros urbanos como uno de los frutos de las migraciones internas, sin excluir que también existía la pobreza urbana propia. Las poblaciones rurales, sobre todo las poblaciones rurales de la sierra, de alta dispersión territorial y topografía accidentada, distantes y carentes de infraestructura vial para llegar a los polos de crecimiento y desarrollo, ubicados en los centros urbanos, con marcadas diferencias culturales y aún étnicas, condicionan una situación de atraso e indudablemente de medio fácil para generar pobreza. Los aspectos demográficos que caracterizan a las poblaciones urbanas y rurales son igualmente proclives a generar pobreza, las áreas rurales tienen un alto crecimiento natural, que contrarrestado por la alta emigración, producen un bajo crecimiento real de la población, pero crecimiento al fin. La estructura demográfica muestra un gran grupo de pobladores menores de 18 años que viven condiciones de pobreza y pobreza extrema. Las tasas de dependencia muestran una peculiar característica, pues "En la familia campesina hay una "nueva" división del trabajo que ha trasladado la responsabilidad del trabajo agrícola y pecuario a las mujeres y los niños"4 En cuanto a las áreas urbanas, pese al relativamente bajo crecimiento natural de su población, el crecimiento real es explosivo, sobre todo en algunas grandes ciudades, producto de la inmigración interna que desde hace varias décadas es de un flujo interminable. Contrariamente al área rural, las estructuras demográficas muestran cierto grado de envejecimiento, sobre todo en los pobladores no pobres. En el cuadro Nº 08 se observa que las brechas existentes entre los pobladores urbanos y rurales, son considerables, las mismas que se profundizan en el grupo de los pobladores no pobres, cuyas tasas de mortalidad infantil para las áreas urbana y rural son 22.1 por mil y 46.1 por mil, respectivamente. A niveles más altos de mortalidad infantil, las brechas urbano-rural son igualmente grandes en los pobres o pobladores con al menos una Necesidad Básica Insatisfecha, donde la tasa de mortalidad infantil para los pobres urbanos es de 36.3 por mil y para los pobres rurales de 59.9 por mil. Si se analiza separadamente a los pobladores urbanos y rurales, se verifica el cambio ascendente de las tasas de mortalidad infantil en función del paso de pobladores no pobres de pobres extremos. |