La investigación confirma que la educación tiene un efecto positivo sobre el ingreso de los jóvenes que trabajan, pero no ratifica la hipótesis de trabajo central, que decía que "el factor fundamental de la determinación del ingreso de los jóvenes que trabajan es el nivel de educación".
Mas bien, muestra que las principales variables que determinan el ingreso de los jóvenes que trabajan, tanto en un sentido positivo como negativo, son la rama económica donde el joven labora y la categoría ocupacional que tiene. Ambas variables pertenecen a lo que hemos llamado factor laboral.
Según el modelo de regresión por sexo, la variable más importante en la determinación del ingreso de los jóvenes de sexo masculino que trabajan, es la rama económica. El trabajar en las ramas comercio y transporte aumenta el ingreso en 46% y 62% respectivamente, mientras hacerlo en la rama agricultura reduce el ingreso en 23%. De la misma manera, trabajar como obrero o independiente, aumenta el ingreso en 18% y 21% respectivamente. Si el joven es un trabajador familiar no remunerado, su ingreso se reduce en 61%.
También contribuye de una manera importante al ingreso de los hombres, la variable estado civil del factor personal, en el sentido de que un soltero aumenta su ingreso en 26.7%. El ingreso se reduce en 14% si el centro de trabajo emplea a menos de 100 personas, es decir, por efectos de otra variable del factor laboral. A su vez, dos variables del factor geográfico, trabajar en la selva y en Lima Metropolitana, aumentan sus ingreso en 45% y 56% respectivamente.
Ciertamente, el factor educación favorece el ingreso de los jóvenes de sexo masculino que trabajan, pero en una proporción menor. El tener educación secundaria sólo aumenta su ingreso en 30%.
En las jóvenes que trabajan, el factor educación también no tiene efectos positivos sobre el ingreso. No existe una relación entre el nivel educativo y el ingreso.
Como en los hombres, el factor más importante del ingreso es el laboral, y en concreto la variables categoría ocupacional, seguida por la rama económica y el tamaño del centro de trabajo. Trabajar como independiente aumenta el ingreso en 40%, y si la joven es trabajadora familiar remunerada ve disminuir sus ingresos en 57.6%. Por otro lado, trabajar en transportes aumenta el ingreso en 7%.
Según el modelo por ámbitos, en el área urbana la principal variable en la determinación del ingreso de los jóvenes que trabajan, es la rama económica. Trabajar en las ramas comercio, transportes y servicios aumenta el ingreso en 46.3%, 59.4% y 30% respectivamente. Una variable que adquiere importancia en este modelo es el de la región, pues trabajar en Lima Metropolitana aumenta el ingreso en 39%, y hacerlo en la Sierra el 22.5%. También es significativa la categoría ocupacional, y principalmente trabajar como independiente u obrero, lo que aumenta el ingreso en 44.9%, y 15.2% respectivamente. Pero ser trabajador familiar remunerado disminuye el ingreso en 40,3%. El tener educación secundaria sólo aumenta el ingreso en 8.4%. Ser soltero va aparejado con un decremento del ingreso de 203%.
En el área rural la variable región sigue manteniendo importancia en el modelo, y otorga un aumento del 80% al que trabaja en la Selva. Luego viene la categoría ocupacional, con decrementos del ingreso de 44% y 52% respectivamente, para los empleados e independientes. La educación secundaria aumenta el ingreso en 12,1%. En el área rural la rama económica sólo influye negativamente en el ingreso, pues lo reduce en 40% para el que trabaja en la agricultura.
Según el modelo por edades, en el tramo de 14 a 18 años la rama económica vuelve a ser la principal variable en la determinación del ingreso, dando un aumento de 49% al que trabaja en transportes. Luego viene la categoría ocupacional, donde el que trabaja en otros tiene un incremento en el ingreso de 49.5%, aunque el que se desempeña como trabajador familiar remunerado ve disminuir su ingreso en 21,5%. También influyen positivamente el trabajar en Lima. Acá las variables educativas no tienen correlación.
En el grupo de jóvenes de 19 a 24 años, la rama económica tiene una importancia muy grande en la determinación del ingreso, que aumenta en 61.4% si el joven trabaja en transporte. En las otras ramas se presente una relación negativa. El nivel educativo secundario aumenta el ingreso en 12.1%. La categoría ocupacional, sólo tiene una influencia positiva de 13.3%, 6.9% y 12.2% en el trabajo de obrero, empleado e independiente respectivamente. Si el joven es un trabajador familiar remunerado, ve disminuir su ingreso en 55%.
Teniendo en cuenta los 3 modelos de regresión, podríamos plantear que el ingreso de los jóvenes que trabajan está determinado fundamentalmente por el desarrollo y el crecimiento económico del país, del que dependen las ramas económicas y las categorías ocupacionales. Se sabe que a mayor desarrollo económico hay un mayor crecimiento de las ramas de comercio y servicio con relación a la agricultura, del número de obreros y trabajadores independientes con relación a los trabajadores familiares, y de los centros laborales con un gran número de trabajadores. Si esto se da habrá, de acuerdo a la investigación, un aumento importante del ingreso de los jóvenes que trabajan.
Un resultado que requiere un mayor análisis, es que según la investigación, el trabajo en la rama manufacturera sólo influye negativamente en el ingreso de los jóvenes de 14 a 18 años. No tiene correlación con el ingreso de los jóvenes que trabajan de sexo masculino, o de los jóvenes que trabajan en las áreas urbana y rural. Este resultado, que en principio es distinto a las perspectivas económicas, podría revelar grandes obstáculos para que los jóvenes accedan a la rama manufacturera, o un pago muy bajo para las jóvenes. Debe señalarse, sin embargo, que en el período de aplicación de la encuesta, la economía ingresaba en un franco proceso de estancamiento que afectó especialmente a la manufactura, siendo por esa razón dicha actividad poco absorbedora de fuerza de trabajo.
Del desarrollo y crecimiento económico también dependen algunas variables que hemos agrupado en el factor geográfico, y que influyen en el ingreso de los jóvenes que trabajan. Un mayor desarrollo económico disminuye la concentración regional, que ciertamente es la causa de que, según la investigación, los ingresos de los jóvenes sean menores en la sierra y en la costa con relación a Lima Metropolitana. Sigue siendo, y la investigación lo constata, que Lima Metropolitana es un polo de expectativas de mayores ingresos.
La educación, y específicamente el tener educación secundaria, tiene una influencia positiva en el ingreso de los jóvenes que trabajan. Esto es particularmente cierto entre los jóvenes de 19 a 24 años. Sin embargo, su importancia es menor que la de las causas que se relacionan directamente con el desarrollo económico. Esta conclusión no se opone necesariamente a la de los que plantean que, en general, la educación tiene una gran influencia positiva sobre el ingreso. Pero sí obliga a especificar que esta influencia se daría fundamentalmente a través de la educación superior y universitaria, en una edad posterior a la de la juventud, y por tanto crecería hasta un determinado momento con la edad de los trabajadores.
Entre los jóvenes que trabajan, el 59.1% tiene educación secundaria, lo que les da mayores ingresos que el 23.7% que sólo tiene educación primaria, y el 1,5% sin educación. El 4.7% tiene educación superior completa y el 5.5% educación no universitaria completa, pero esto no les da mayores ingresos, probablemente por el poco tiempo de trabajo que tienen luego de su graduación. Tampoco tienen mayores ingresos el 4.0% con educación superior no universitaria incompleta y el 1.4% con educación universitaria completa. Pero se puede plantear que este 15.6% de los jóvenes que trabajan, y que han terminado o en su mayoría van a terminar estudios superiores o universitarios, tendrán mejores ingresos cuando hayan pasado la etapa juvenil. En ellos se manifestará la conclusión de que, en términos generales, la educación mejora significativamente los ingresos. Es conocido además, que la experiencia es requisito exigido para incorporarse al mercado de trabajo, el cual al hacerse más competitivo exige cada vez mayores niveles de calificación. Esto explica la proliferación en la universidades del país de diplomas de especialización y maestrías, lo cual retarda la incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo.
Hay que recalcar que los jóvenes que van a ser beneficiados en el ingreso por la educación son, en primer lugar, aquellos que no trabajan y que han declarado que no participan en la fuerza laboral porque están estudiando. Son el 46,4% de los jóvenes de sexo masculino y el 32.2% de los jóvenes de sexo femenino, que se dedican exclusivamente al estudio, y que tienen las mejores posibilidades de terminar la educación superior o universitaria. A ellos hay que sumar el 15.6% de los jóvenes que trabajan y que, en condiciones más difíciles, han terminado o pueden terminar el mismo nivel educativo.
En el mejor de los casos, un 40% de los jóvenes no va a poder acceder a la educación superior o universitaria, pero en la realidad este porcentaje aumenta y termina abarcando a la mayoría de jóvenes. Este fenómeno se da principalmente en el área rural, donde se reduce el número de jóvenes que estudia y no trabaja, o que trabaja y puede estudiar. Además, hay que tener en cuenta el fenómeno de la deserción, principalmente en los niveles educativos altos.
De hecho, todo lo anterior, es una manifestación clara de la trampa de la pobreza en el aspecto educativo. Se sabe que la educación mejora los ingresos, pero a ella no puede acceder la mayoría de la juventud, por causas que son principalmente económicas. En ese sentido, la misma posibilidad de la educación como una de las causas de mejora de los ingresos, está supeditada a la situación económica.
Otra muestra de la poca importancia de la educación en el ingreso de los jóvenes que trabajan, es el hecho de que si bien la tendencia educativa es relativamente uniforme, hay sin embargo una gran desigualdad en el ingreso. La gran mayoría, el 59.1% de los jóvenes que trabajan, tiene educación secundaria. Sólo el 25.2% tiene un nivel menor y el 15.6% un nivel mayor. Pero en lo que respecta a la distribución del ingreso, el quintil más rico obtiene el 55.7% del ingreso total equivalente a un promedio mensual de 881.8 nuevos soles, mientras el quintil más pobre obtiene tan sólo el 1,2% o un promedio mensual de 22.6 nuevos soles.
Se podría asumir que el quintil más rico corresponde a los que tienen educación superior o universitaria, y el más pobre a los que sólo tienen educación primaria o nula. Sin embargo, ya se ha visto que la educación secundaria es el único nivel educativo que influye en el ingreso. Además, los quintiles intermedios no tienen un ingreso uniforme, como se podría esperar si se asume que están integrados por los que tienen educación secundaria, sino también bastante desigual. El segundo quintil más pobre obtiene el 2.9% del ingreso total, el tercero el 11.3% y el cuarto el 28.9%.
Parece que la explicación a la desigualdad del ingreso, también habría que encontrarla en las condiciones de desarrollo económico, que ya han sido planteadas como las principales determinantes del ingreso. Ciertamente, aspectos como la rama económica, la categoría ocupacional, el tamaño de los centros de trabajo, la región, también están en la base de la desigualdad del ingreso. Así lo muestra la información más desagregada, como la de que los ingresos promedios de los jóvenes que trabajan son más altos en Lima Metropolitana, seguida por la Costa Norte, la Costa Sur y la Costa Centro. Luego vienen la Selva y la Sierra Sur, Sierra Centro y Sierra Norte.
El hecho de que los quintiles más bajos tengan una mejor participación en el ingreso en las regiones y en el orden que se acaban de señalar, muestra por otro lado, que a mayor desarrollo económico hay menor desigualdad en el ingreso. Es por eso que, por el contrario, los quintiles más altos tienen una mayor participación en el ingreso en Lima, Costa Sur, Costa Norte y Sierra, seguidas por la Sierra Sur, Selva, la Costa Centro, Selva para terminar en la Sierra norte.
En conclusión, estamos de acuerdo con la insistencia de las nuevas teorías del crecimiento, en la importancia de la educación y de todos los elementos que son parte del capital humano. Pero creemos que, por lo menos para el caso de los jóvenes que trabajan en el país, la educación es sólo una de las determinantes del ingreso y, ciertamente, no es la más importante.
Los resultados de esta investigación le dan la razón al Banco Interamericano de Desarrollo cuando, luego de afirmar que " (en América Latina) gran parte de la brecha entre el decil más alto y el resto refleja el progreso lento y desigual en la región para mejorar el nivel y la calidad de la educación", advierte lo siguiente: "los logros educativos no son sólo consecuencia de la política educativa, sino que también reflejan patrones salariales en el mercado de trabajo, opciones familiares sobre trabajar o tener hijos, y otros elementos que varían de acuerdo a los países ... la desigualdad también refleja elementos importantes del contexto económico donde viven las personas"20.
Para el caso peruano, Jorge Fernández Baca y Janice Seinfeld han realizado una investigación sobre las determinantes del ingreso en el período 1950-1990, donde muestran la correlación positiva del capital humano, pero sólo en relación con otras variables explicativas. "La variable definida como stock de capital humano per cápita tiene un efecto positivo sobre el producto per cápita, con una elasticidad de 0,30. Sin embargo, cuando se considera esta variable de manera aislada su efecto cambia, volviéndose negativo ... Esto no tendría otra explicación que el hecho de estar omitiendo otras variables explicativas (gasto gubernamental y liquidez real per cápita), que se están contrayendo al mismo tiempo que el capital humano per cápita crece, de manera tal que el efecto observado es una caída en el producto per cápita."21
En lo que respecta a los jóvenes que trabajan, la mejora del ingreso y la superación de la desigualdad, requieren no sólo políticas de fomento a la educación, principalmente superior y universitaria, sino también y fundamentalmente un mayor desarrollo económico. Sólo de esta manera se promoverán las ramas económicas, las categorías ocupacionales, los centros laborales y el tipo de desarrollo regional que son las variables fundamentales en la determinación del ingreso. Más aún, el propio acceso a la educación exige mejorar previamente la situación económica de los jóvenes, principalmente de las mujeres y de aquellos pertenecientes a las familias pobres.
Por último esta investigación muestra que, por lo menos para el caso de los jóvenes que trabajan en el país, reducir las medidas de política para mejorar el ingreso solamente a las de tipo educativas, revela una adopción unilateral y limitada del enfoque del capital humano, y por cierto de los enfoques sectoriales. Se requiere por ello de una matriz de crecimiento y desarrollo económico, que permita disminuir la desigualdad de los ingresos, de manera de erigirla en una fortaleza del desarrollo y no un obstáculo de ella.