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Aunque parezca irrelevante, nos preguntamos por qu‚, si no es nuevo, el tema de la pobreza ingresa reci‚n por la puerta grande del mundo acad‚mico y de los funcionarios de Estado. Dir¡a que es por los efectos sociales, tanto de las crisis econ¢micas como de las salidas que se les ha dado. En los £ltimos diez a¤os la pobreza ha aumentado, y la estabilizaci¢n y el crecimiento econ¢mico tendr n un efecto marginal en su disminuci¢n. Los nuevos modelos de desarrollo no parecen tener lo que Tokman llama la solidaridad sist‚mica. Si las crisis econ¢micas son las que producen m s pobreza y las pol¡ticas de salida de ellas tienen un escaso efecto en su disminuci¢n, entonces los instrumentos de medici¢n deber¡an servir no ya para medir el volumen de la pobreza estructural o hist¢rica solamente, sino tambi‚n esa ®nueva pobreza¯, y deber¡amos generar instrumentos para entender la naturaleza, la l¢gica y las tendencias de la pobreza tanto urbana como rural. Si bien es muy positivo que en el Per£ contemos con los resultados del Censo de poblaci¢n y vivienda y a partir de ‚l con el mapa de la pobreza, no se puede soslayar que ‚ste nos muestra lo que ya sab¡amos: que la pobreza m s aguda se encuentra en las zonas rurales. Podr¡a entonces compartir lo que dijo Javier Abugatt s cuando se¤al¢ que ya no es necesario medir, sino actuar. Creo, pues, que deber¡amos discutir respecto a instrumentos no s¢lo cuantitativos sino cualitativos que den cuenta de las nuevas situaciones. Paso a se¤alar algunas de ellas: - Debemos tener m s clara la naturaleza de la pobreza tanto rural como urbana. En la literatura que sobre pobreza existe en Am‚rica Latina, se reporta que el impacto de la crisis y de las pol¡ticas de ajuste estructural han tenido efectos sociales m s negativos en las zonas urbanas que en las rurales, en el sentido de que en las zonas urbanas ha aumentado m s la pobreza. El Per£ no ha sido una excepci¢n: lo que m s se ha contra¡do es el ingreso y el empleo en las ciudades. - Debemos conocer qui‚nes son los nuevos pobres. En nuestra opini¢n son los migrantes urbanos de segunda o primera generaci¢n, que lograron mediante la educaci¢n una movilidad ascendente, llegando a ser profesionales que pudieron vencer la pobreza de sus padres. Este sector no podr reproducir estas mejoras en sus hijos; ‚stos probablemente tendr n una movilidad descendente y llegar n a la situaci¢n de pobreza de la que partieron sus padres o abuelos. En conclusi¢n, constituir n una inversi¢n y un capital humano perdidos. - Debemos evaluar c¢mo las pol¡ticas p£blicas y econ¢micas, y el proceso de modernizaci¢n del Estado -de un Estado que nunca lleg¢ a ser realmente benefactor como en Uruguay, Argentina, Chile o Costa Rica- aumentan la pobreza y la calidad de vida de las personas. Por ejemplo, en seguridad social y salud p£blica. - Si bien nadie duda de que los escasos recursos del Estado deben asignarse eficientemente y a los que menos tienen, las pol¡ticas sociales focalizadas producen s¢lo un impacto marginal en el mejoramiento de las condiciones de vida de la poblaci¢n, y son absolutamente insuficientes considerando la magnitud y car cter de la pobreza. - Es necesario hacer un recorrido hist¢rico de la evoluci¢n de la pobreza; la comparaci¢n entre los a¤os 1991 y 1994 es absolutamente parcial y no nos permite entender las causas de su aumento ni sopesar si esta disminuci¢n es realmente significativa. Debemos observar el comportamiento de la pobreza partiendo del a¤o 1950 y siguiendo con 1970, luego con losquinquenios 1980-1985, 1985-1990, 1990-1995. Esto nos dar elementos m s t‚cnicos y menos pol¡ticos de la evoluci¢n de la pobreza. - Finalmente, no podemos plantearnos el combate o la erradicaci¢n de la pobreza sin articular este esfuerzo con los procesos de desarrollo. LA PRODUCCION Y USO DE LA INFORMACION EN EL CONO NORTE En el Cono norte del pa¡s hemos podido seguir de cerca la evoluci¢n de la pobreza en los £ltimos 15 a¤os. Encontramos, en los nueve distritos que lo conforman, desde los menos pobres de los pobres hasta los m s pobres de los pobres. Esto se ha expresado en procesos de crecimiento urbano diferentes, y en el deterioro del parque industrial moderno con la p‚rdida de empleo para obreros calificados. Hemos visto el empobrecimiento de una capa de la clase media: maestros, polic¡as, que han recurrido a estrategias de supervivencia consideradas s¢lo para pobres, como los comedores populares. Hemos visto deteriorarse la ciudad y los servicios b sicos, expresi¢n de lo cual es el brote de la epidemia de c¢lera. Hemos visto desaparecer organizaciones y aparecer otras nuevas, como las iniciativas micro- empresariales y los comedores populares. Hemos podido ver los efectos en los ni¤os, las mujeres, los j¢venes y los ancianos; conocemos de cerca lo que se llama poblaci¢n vulnerable. Por esta vivencia creemos que es muy importante conocer tambi‚n el comportamiento de los llamados pobres, no s¢lo saber cu ntos son sino tambi‚n qu‚ han hecho para enfrentar la pobreza, c¢mo han sobrevivido. En este sentido, debemos conocer las carencias, pero tambi‚n las capacidades de las personas, para potenciarlas y desarro- llarlas. No debemos verlas como cifras, sino como ciudadanos con iniciativa, con derechos, con propuestas, con compromisos. Para nosotros el Cono norte no es s¢lo el lugar donde habitan los pobres urbanos de Lima, sino un espacio territorial en el que se debe combatir la pobreza con propuestas de desarrollo integral a partir de los recursos del rea: recursos naturales, organizativos, infraestructurales, y de las capacidades de las personas. Un espacio en el que se deben desenvolver y desarrollar las capacidades institu- cionales de los gobiernos locales, para que cumplan el papel de agentes articuladores en este proceso. De este modo, combatir la pobreza es parte central de la problem tica de gobierno y por ende de la democracia. Ir a la construcci¢n de la ciudadan¡a, a lo que se hacia menci¢n en este seminario. Se trata entonces de c¢mo democratizar la problem tica de la pobreza, c¢mo crear nuevos sujetos, nuevos actores, y de desarrollar una voluntad pol¡tica que la enfrente de manera integral y sistem tica. El problema de escoger y medir los indicadores de pobreza y desarrollo, no es s¢lo un problema t‚cnico. En una perspectiva integral, buscando a la vez el desarrollo y la democratizaci¢n del problema, la informaci¢n debe ser considerada como un instrumento que favorezca la participaci¢n de nuevos sujetos y actores en la construcci¢n de modelos e indicadores de desarrollo humano. La informaci¢n no debe ser un factor m s en la brecha entre ricos y pobres. Es muy importante que los diferentes agentes, como las organizaciones, los gobiernos locales y los organismos no gubernamen- tales, sean considerados tanto como productores como usuarios de la informaci¢n. Esta no puede estar concentrada en el gobierno central, sino que debe estar disponible para todos los agentes de desarrollo que a su vez producen informaci¢n. El gran desaf¡o est en c¢mo y qui‚nes pueden producir informaci¢n descentralizada respondiendo a las necesidades, prioridades y posibilidades de las personas. En este sentido, es importante una estrategia descentralizada y en ella, el papel de los gobiernos locales. Los instrumentos de la inform tica hay que desmitificarlos como elementos s¢lo comprensibles para los iniciados; hay diversos instru- mentos que pueden ser producidos y utilizados por agentes locales. El sistema mundial de Internet tiene en este campo un gran potencial, si se mantiene como espacio democr tico al servicio del desarrollo y no como una mercanc¡a m s en el mercado. |
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