CONCLUSIONES

  1. Los programas de apoyo social buscan revertir la situación de pobreza. Durante los últimos cinco años se nota una tendencia creciente del gasto social en términos reales. Durante el mismo período se nota una ligera reducción de la pobreza, medida ésta por cualquiera de los métodos convencionales: LP, NBI y Método Integrado. Esta tendencia es reforzada por los resultados obtenidos entre 1997 y 1998.

  2. Pese a lo anterior, no es posible ser del todo optimista pues la pobreza comprometía al 53% de la población nacional según el método integrado y este porcentaje aun es del 49% en 1998.

  3. Existe una alta movilidad entre los hogares beneficiados con los programas de apoyo social de los no-beneficiados entre un año y otro, pues aproximadamente 20% de ellos pasan de la situación de no-pobreza a la de pobreza, mientras que 23% pasa de pobreza a no-pobreza. Este fuerte movilización dentro del tipo de clasificación de pobreza, hace que no se pueda utilizar en la evaluación de impacto los indicadores de Línea de Pobreza y de NBI tal como están tomados. Frente a esta situación el Índice propuesto presenta una mejor alternativa pues permite utilizar la información de conjunto.

  4. El Índice D Wi al medir los cambios en el nivel de satisfacción de las necesidades

    básicas, es un instrumento fácil de cuantificar que puede ser utilizado en el monitoreo del impacto de los Programas de Apoyo Social. Este es operativisado a través de un panel puro de hogares, cuya estimación puede ser repetida año tras año mediante la misma información que se viene obteniendo a nivel del ENAHO.

  5. Las regresiones realizadas de manera exploratoria muestran que el nivel de educación (del jefe de familia) no es una variable explicativa de los hogares que han tenido mayores cambios positivos (impactos) sobre el Consumo de las Necesidades Básicas (Índice D Wi). Esto estaría mostrando que los programas de apoyo social están llegando hacia los hogares más pobres, si es que aceptamos que los hogares más pobres son los de menor nivel educativo. Este resultado estaría siendo reforzado por el hecho que en los hogares pobres beneficiados por programas de apoyo social, el coeficiente de la regresión es negativa, lo que quiere decir que los hogares que tenían menor nivel educativo mejoraron en mayor medida que aquellos de bajo nivel educativo.

  6. Entre los años de 1997 y 1998 el Índice D Wi muestra que se ha producido un impacto positivo sobre el Consumo de Necesidades Básicas sobre el 12 % de los hogares de pobres beneficiarios, porcentaje que resultó menor al 20% de hogares no-beneficiarios que lograron

    mejoras en su consumo sin ningún tipo de apoyo. Este resultado podría ser relativisado por el hecho que los pobres que mantuvieron el nivel de consumo existente en 1997 a pesar de la recesión económica y los efectos del fenómeno de El Niño es, en términos absolutos, tres veces mayor el número de los hogares pobres beneficiarios respecto a los pobres no beneficiarios.

  7. Por más que los hogares que mejoraron no guardan relación clara con la posibilidad de acceder a los beneficios de los programas de apoyo social, lo más relevante de los programas de apoyo social ha sido permitir que haya un mayor número de familias que pudieran mantener su consumo y satisfacción de necesidades básicas.